¿Cómo es el BPA nocivo para mi salud?
15 November 2022
La contaminación por plásticos es un problema, y el BPA tiene un gran papel en esto.
La contaminación por plásticos es un problema, y el BPA tiene un gran papel en esto.
Hay que instalar paneles solares en aeropuertos, terrenos baldíos y áreas industriales debido a que no hay suficientes tierras disponibles para la instalación a gran escala de turbinas de viento, dice un estudio preliminar del gobierno estadounidense.
El paisaje de playa está cambiando en Veracruz, el estado con más kilómetros de costa en el Atlántico Mexicano. El mar gana terreno en comunidades -a causa de fenómenos naturales y obras públicas mal diseñadas- destruyendo casas de familias desprotegidas por autoridades.
Los PFAS son un grupo de químicos creados por los seres humanos utilizados en un gran número de productos industriales y para consumo individual. Son conocidos como “químicos eternos” pues la mayoría de ellos no se descompone. Use esta guía para entender los PFAS y cómo limitar su exposición a ellos.
PFAS es la sigla para sustancias per y policloradas en inglés, las cuales contienen un enlace fuerte de carbono-flúor que les permite acumularse con el tiempo en el ambiente y en los cuerpos de animales y personas, lo que supone un riesgo para la salud. Las sustancias químicas PFAS también pueden considerarse “químicos de todas partes”, ya que se han vuelto sumamente presentes en los productos que utilizamos a diario.
(Crédito: Wikimedia Commons)
Los procesos de fabricación y los lugares de almacenamiento y tratamiento de desechos liberan PFAS al aire, el suelo y el agua. El Environmental Working Group (EWG) ha identificado 41.828 sitios industriales y municipales en los Estados Unidos que se sabe o sospecha utilizan PFAS. Entre las instalaciones industriales que el grupo señaló están las estaciones y terminales petroleras, fabricantes de productos químicos, imprentas comerciales, fabricantes de plásticos y resinas, pinturas y revestimientos, semiconductores, productos metálicos, compuestos electrónicos y responsables de galvanoplastia y pulido de metal.
Recientemente, EWG lanzó un reporte adicional basado en información de la EPA que encontró que más de 1.500 fábricas textiles de Estados Unidos podrían estar vertiendo PFAS. Los rellenos sanitarios y las instalaciones de eliminación de residuos, junto con las plantas de tratamiento de aguas residuales y desagües, son otras fuentes comunes de contaminación.
Adicionalmente, las bases y aeropuertos militares son grandes contribuyentes a la contaminación por PFAS, sobre todo por los entrenamientos y pruebas que usan espuma de extinción de incendios. El EWG mapeó la contaminación por PFAS de 385 instalaciones militares de los Estados Unidos y varios cientos de instalaciones adicionales que se sospecha están contaminadas. Muchas comunidades aledañas también sufren de la contaminación de su agua subterránea y potable, producto de su cercanía con estas instalaciones.
Se estima que hay más de 9.000 químicos PFAS. Entre los más comunes se incluyen al sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA), también conocido como C8. Estos químicos fueron alguna vez ampliamente usados en sustancias como telas y revestimientos de cuero, productos para limpiar el hogar, espumas de extinción de incendios y alfombras resistentes a las manchas. Aunque los fabricantes han dejado de usarlos en Canadá y Estados Unidos en las últimas dos décadas, siguen siendo omnipresentes en el medio ambiente y en nuestro cuerpo. Dupont desarrolló los GenX en 2009 para reemplazar a los PFOA, pero estudios posteriores sobre el GenX han causado preocupaciones sobre la salud.
El politetrafluoroetileno (PTFE) y C8/PFOA se utilizaron para producir el teflón, el revestimiento químico antiadherente fabricado durante décadas por Dupont y ahora por Chemours, empresa que Dupont escindió en 2015.
(Crédito: Silvio Lucchini/flickr)
Los PFAS se encuentran en la sangre de prácticamente todos los estadounidenses, y pruebas de sangre del cordón umbilical y leche materna indican que la exposición comienza antes del nacimiento. Algunos PFAS se bioacumulan –se concentran– lo que significa que incluso las exposiciones bajas son motivo de preocupación, pues a lo largo del tiempo nuestro cuerpo acumula cada vez más cantidad de ellos. La bioacumulación de PFAS también ocurre en organismos no humanos, incluyendo peces y otras fuentes de alimentación humana, que eventualmente acaban en las personas. Ese es otro motivo por el cual proteger al medio ambiente de la contaminación por PFAS y monitorear sus niveles es tan importante.
Los PFAS son sustancias químicas disruptoras endocrinas, lo que significa que interfieren con nuestros sistemas hormonales. Cuando un químico externo interfiere con nuestros sistemas hormonales, puede generar cambios en nuestros cuerpos y cerebros capaces de causar enfermedades y, en algunos casos, hasta la muerte.
Los investigadores han relacionado los PFAS con problemas de salud como el cáncer de riñón y testículos, presión arterial alta inducida durante el embarazo, bajo peso al nacer y un riesgo mayor de defectos congénitos, entre otros. Los PFAS también se han relacionado con cambios en los niveles de colesterol y en el momento de la llegada de la pubertad. La evidencia sobre los impactos de los PFAS en la función inmune es otra preocupación creciente, y hay estudios que han mostrado que algunos PFAS podrían disminuir la efectividad de las vacunas.
La contaminación por PFAS también tiene una dimensión de justicia ambiental, ya que es más probable que las comunidades de bajos ingresos y las comunidades de personas de color se encuentren cerca de sitios con contaminación por PFAS, incrementando sus riesgos de salud.(Crédito: Rich Brents /Unsplash)
Aunque hay evidencia de que los fabricantes de PFAS estaban conscientes de sus efectos negativos en la salud desde los 1950s, el público general no estaba al tanto. Las compañías mantuvieron oculta las investigaciones sobre salud de sus empleados y el público por décadas, como EWG relató en esta línea de tiempo. Hoy sabemos mucho más sobre los impactos en la salud de los PFAS.
En 1998, la compañía 3M, fabricante del material repelente de agua y manchas Scotchgard, alertó a la EPA que los PFOS se acumulan en la sangre y que habían sido detectados en muestras de sangre de estadounidenses que no habían sido expuestos a estos químicos en sus lugares de trabajo. La información proporcionada por 3M eventualmente incrementó el escrutinio de la EPA respecto a los PFAS.
Si bien hoy prácticamente todo el mundo tiene PFAS en sus cuerpos, quienes viven cerca a lugares en donde se fabrican o desechan PFAS encaran riesgos más elevados de problemas de salud.
Los químicos PFAS se han usado en todo el mundo desde los 1950s en una gran variedad de productos. Hoy, pueden encontrarse en productos como la espuma contra incendios, utensilios de cocina antiadherentes, cosméticos y materiales que protegen contra la grasa, el aceite y el agua, como alfombras y tejidos resistentes a las manchas, envases de alimentos y ropa resistente al agua. Así que estemos acampando, haciendo senderismo, cazando, pescando, cocinando, maquillándonos, disfrutando de un domicilio, o jugando con nuestros hijos e hijas en el piso de nuestra sala alfombrada, los PFAS se han infiltrado en nuestras vidas.
Los investigadores están encontrando PFAS en una gran variedad de bienes de consumo – incluidos PFAS que no han sido adicionados de manera intencional.
Una colaboración entre EHN.org y el sitio de bienestar Mamavation, hizo pruebas y encontró evidencia de la presencia de estas sustancias químicas en prendas de vestir, alimentos y maquillaje. Encuentre información adicional sobre los análisis de la página de investigaciones de productos de Mamavation, incluidos los pisos en bambú, la ropa interior para la menstruación, y el papel para hornear.
Crédito: Kristina Bratko/Unsplash)
Los empaques de comida, como los envases y envoltorios de comida para llevar, cajas de pizza, envases de papas fritas, hamburguesas y bolsas de palomitas de maíz son todos medios comunes a través de los cuales los PFAS contaminan la comida. Inclusive los recipientes compostables y aparentemente amigables con el medio ambiente contienen PFAS. La Food and Drug Administration no ha restringido el uso de PFAS en los empaques de alimentos, dejando la responsabilidad de proteger a los consumidores a cada estado.
Los utensilios para cocinar antiadherentes son otra forma a través de las cuales los PFAS pueden entrar en los alimentos y el aire. Aunque los PFOA ya no pueden utilizarse en los Estados Unidos, los utensilios de cocina antiadherentes todavía contienen alternativas que podrían ser dañinas para la salud. Las etiquetas que aseguran que un utensilio está libre de PFOAs no necesariamente indica que la pieza sea totalmente segura. Aquellas que dicen que son libres de PFAS son la opción más segura.
(Crédito: Carlos Martinez/Unsplash)
Hay evidencia creciente de que los productos de aseo personal como los cosméticos –incluso aquellos “verdes”– contienen PFAS. Un estudio reciente revisado por pares académicos encontró altos niveles de flúor orgánico, un indicador de la presencia de PFAS, en la mitad de 231 muestras de maquillaje y otros productos del cuidado personal, incluyendo labiales, delineadores de ojos, pestañina, bases de maquillaje, correctores, bálsamo de labios, rubores y esmalte de uñas. También se ha encontrado en algunos tipos de hilo dental diseñados para deslizarse más fácil entre los dientes.
Algunos fabricantes de maquillaje añaden PFAS intencionalmente a sus productos para hacerlos durar más y que se esparzan fácilmente. En otros casos, los PFAS terminan en los cosméticos a través de la contaminación cruzada, como a través de la maquinaria utilizada en la fabricación o los envases de plástico que contienen PFAS. El fabricante de cosméticos CoverGirl ha sido recientemente objeto de una demanda en la que se alega que se han encontrado PFAS en productos de maquillaje que la empresa califica de "sostenibles".
Testeos hechos por EHN y otras organizaciones han encontrado indicadores de PFAS en todo desde ropa deportiva y de yoga hasta la ropa interior para el periodo y prendas resistentes a manchas y agua. Los indicadores de la presencia de PFAS también han sido detectados en alfombras y tapicerías resistentes a las manchas. Los PFAS provenientes de textiles pueden acumularse en el polvo del hogar, y evidencia emergente apunta a que podríamos absorber algunos compuestos a través de nuestra piel. Las chaquetas y otros artículos tratados también pueden contaminar los suministros de agua, ya que los PFAS se desprenden de ellos con el lavado.
(Crédito: Wikimedia)
De acuerdo con el Green Science Policy Institute, la mayoría de los sitios contaminados con PFAS de los que se tiene información en Estados Unidos están relacionados con la espuma de extinción de incendios. Estos lugares incluyen instalaciones militares, aeropuertos, áreas de entrenamiento de incendios y lugares de quema anteriores.
(Crédito: Alexander Schimmeck/Unsplash)
Los productos desechados, como la ropa, las alfombras, la ropa de cama y los envases de alimentos, pueden liberar PFAS en los vertederos, en donde el agua lluvia los mueve (junto a otros químicos), creando un residuo tóxico concentrado que se infiltra en el suelo y en fuentes de agua cercanas como ríos y lagos. Los sistemas típicos de tratamiento de residuos de los basureros no eliminan los PFAS.
Los PFAS procedentes de los productos que utilizamos a diario son arrastrados por el desagüe y llegan a las plantas de tratamiento de aguas residuales. Gran parte de las plantas de tratamiento de aguas residuales no son lo suficientemente avanzadas para remover a los PFAS, por lo que estos productos químicos permanecen en el agua tratada y en los biosólidos (aguas residuales recicladas) que a veces se utilizan en la agricultura. Esto puede terminar contaminando las tierras agrícolas y es así como los PFAS regresan a nuestros platos a través de las frutas, los vegetales y las carnes.
(Crédito: Bluewater Sweden/Unsplash)
La contaminación por PFAS en el suministro de agua está muy generalizada. Investigaciones hechas por EWG han encontrado que los sistemas de agua potable de los 50 estados de Estados Unidos y los territorios de Guam y Puerto Rico están contaminados. Sin embargo, el alcance total del problema sigue siendo desconocido.
El agua embotellada es otro riesgo emergente por PFAS. Un estudio de 2021 liderado por investigadores del Johns Hopkins encontró que 39 de 100 botellas de agua analizadas contenían PFAS. La Food and Drug Administration no ha establecido límites de presencia de PFAS para el agua embotellada.
Un grupo de investigadores de varios países han propuesto la eliminación progresiva de los PFAS en función de lo esenciales que sean las sustancias químicas. En resumen, cosas como los cosméticos y otros productos del cuidado personal que pueden fabricarse sin PFAS deberían hacerlo. En otros casos, puede haber sustitutos más seguros, como en el caso de las chaquetas y equipos impermeables.
No obstante, en la actualidad la mayoría de los sustitutos más comunes para los PFAS son otro tipo de PFAS. Los llamados PFAS de cadena corta se han desarrollado como alternativas supuestamente más seguras a los antiguos PFAS de cadena larga. Eso es lo que sucedió en los 1990s, cuando 3M llegó a un acuerdo con la EPA para eliminar progresivamente los PFOS de los productos Scotchgard. La compañía los reemplazó con una alternativa que se queda en el cuerpo de las personas por muchísimo menos tiempo, disminuyendo la exposición humana al químico. Posteriormente, la EPA creó un programa voluntario de gestión del PFOA que animaba a las empresas a eliminar su uso y a desarrollar alternativas más seguras.
Sin embargo, investigadores de todo el mundo han expresado su preocupación respecto a la necesidad de hacer más estudios que permitan establecer si las alternativas que existen actualmente son realmente seguras. Inclusive si dejan el cuerpo humano en menos tiempo, pueden acumularse en el ambiente, lo cual puede crear problemas de contaminación serios con el pasar del tiempo.
Incluso hoy en día no hay estándares federales que limiten las descargas de PFAS en el ambiente. En 2021, la EPA publicó una “hoja de ruta de los PFAS” con un calendario para establecer normas de tratamiento del agua potable y de las aguas residuales, protocolos de evaluación de la salud y designaciones de sustancias peligrosas para varios productos químicos de los PFAS, incluidos los PFOA y los PFOS.
El congreso de los Estados Unidos está considerando pasar legislación exhaustiva sobre los PFAS. La casa de representantes de los Estados Unidos pasó la Ley de Acción contra los PFAS de 2021 (PFAS Action Act of 2021), la cual avanzó hasta el senado. Un proyecto de ley paralelo de la cámara baja, la Ley de Estándares de Agua Limpia para PFAS (Clean Water Standards for PFAS Act), requeriría poner límites a las descargas en el agua de PFAS por parte de los fabricantes de químicos, pinturas, papel, plasticos, componentes eléctricos, textiles, marroquinería, empresas de acabado de metales y galvanoplastia.
La creciente preocupación por las repercusiones de los PFAS en la salud y el medio ambiente está impulsando la adopción de medidas también a nivel estatal. Un análisis reciente encontró que al menos 32 estados de los Estados Unidos están discutiendo más de 210 proyectos de ley que prohibirán o restringirán el uso de PFAS, incluyendo aquellos presentes en los productos de cuidado personal, la ropa y los envases de alimentos.
Europa, por su parte, se mueve rápidamente. La Unión Europea está considerando la prohibición de miles de químicos PFAS excepto cuando su uso es considerado esencial. Si tiene éxito, el acuerdo final podría llegar en 2025.
(Crédito: Adam Dachis/Unsplash)
Evitar el contacto con los PFAS de manera total es prácticamente imposible, y el costo de la descontaminación total es enorme. Pero hay algunas cosas que puede hacer para reducir su riesgo y abogar por el cambio:
Y, por supuesto, manténgase en contacto con EHN, pues continuaremos reportando sobre los PFAS. Nuestros continuos análisis y cobertura de la contaminación por PFAS en los envases de los alimentos y los bienes de consumo habituales, junto con la información sobre la política y la normativa, pretenden responsabilizar a las empresas, los líderes políticos y los funcionarios de las agencias encargadas de proteger al público.
También tenemos un rico archivo de cubrimiento sobre los PFAS de fuentes de información en Estados Unidos y el resto del mundo. Introduzca "PFAS" en nuestra herramienta de búsqueda en la esquina superior derecha de nuestra página de inicio para encontrarlo todo.Traducido del inglés al español por María Paula Rubiano A.
Fotografía del encabezado: engin akyurt/Unsplash
Contaminación por plásticos: todos sabemos que es un problema. Para 2019, producimos 460 millones de toneladas de plástico, y se espera que dicho número se duplique para 2050.
Si piensas que ese crecimiento está bajo control, piensa de nuevo: apenas el 10% del plástico se recicla. Y cada año, más de ocho millones de toneladas terminan en nuestros océanos.
Este guía también está disponible en inglés
Crédito: Naja Bertolt Jensen/Unsplash
Los plásticos representan el 80% de toda la basura marina — desde lo que flota en la superficie hasta los sedimentos en el fondo del mar.
La cantidad de plástico que acaba en nuestros océanos da que pensar. Para 2050, se espera que el plástico en el mar pese más que todos los peces del océano.
Crédito: Brian Yurasits/Unsplash
Los residuos plásticos acaban en el océano de muchas maneras, lo que hace que la búsqueda para detener la contaminación por plástico sea mucho más difícil.
Algunas de estas rutas hacia el agua incluyen:
Crédito: Wikimedia Commons
Puede que hayas escuchado sobre el Gran Parche de Basura del Pacífico: una colección de pequeños residuos de plástico que se han ido acumulando en el océano Pacífico. Acorralado por las corrientes oceánicas, actualmente cubre al menos 1,6 millones de kilómetros de la superficie del océano.
La mancha es así de abrumadora debido a los plásticos desechados de los países de la cuenca del Pacífico y es un crudo recordatorio visual del enorme problema. No es la única. Hay parches de plástico creciendo en cada uno de nuestros océanos.
Algunos impactos adicionales de la contaminación por plásticos son:
Crédito: OCG Saving The Ocean/Unsplash
Una vez llegan al océano, es extremadamente difícil recoger el plástico.
Sin embargo, hay algunos esfuerzos en marcha. The Ocean Cleanup es una organización que trabaja para desarrollar nuevas tecnologías que hacen posible limpiar los plásticos en el océano, con una meta para eliminar el 90% de los desechos plásticos del mar.
Aun así, una vez que los residuos se descomponen en microplásticos, la recuperación es prácticamente imposible.
Además, biólogos marinos de todo el mundo se han mostrado escépticos frente a la iniciativa, pues la consideran un uso poco eficiente de los recursos y una solución que ataca las consecuencias del problema, más no sus causas: la producción misma.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
En primer lugar, la solución que más impacto podría tener es detener la llegada de residuos plásticos a nuestros océanos. Esto es más fácil de decir que de hacer, y tiene mucho más que ver con las prácticas nacionales y corporativas que con el individuo. Mejorar los sistemas de manejos de residuos, los procesos de reciclaje y reducir la producción de nuevo plástico así como disminuir los plásticos de un solo uso jugarían un importante rol en la reducción de la contaminación.
No obstante, a nivel individual puede poner de su parte para hacer la diferencia:
Plásticos: no podemos vivir sin ellos, o eso parece.
Aunque el uso de plásticos en algunos casos puede ser inevitable, podemos tomar medidas para reducir nuestro constante consumo y desecho de este material cargado de químicos.
Los Estados Unidos produce 234 libras de desechos plásticos por persona por año y casi nada de eso se recicla.
He aquí una completa introducción a los desechos de plástico y a la contaminación por plástico, cómo hemos llegado hasta aquí y qué podemos hacer al respecto.
Basura tirada en un canal. Alrededor del 79% del plástico termina en vertederos o como basura en el medio ambiente. Crédito: Alexander Schimmeck/Unsplash
Los plásticos son una bestia indomable y sin control:
Dos estrategias de marketing empleadas por la industria de los plásticos han impulsado con éxito el uso habitual de este material en los hogares:
Estas estrategias, junto con la falta de legislación que prevenga el consumo masivo, han hecho florecer los plásticos de un solo uso.
El plástico de un solo uso se ha convertido en un enorme desafío. Crédito: Jonathan Chng/Unsplash
La cultura de descarte es un fenómeno moderno que se impuso lentamente al consumidor tras la Gran Depresión y los años de frugalidad de la época de la Segunda Guerra Mundial. A través de la publicidad, la industria del plástico tuvo que convencer al público de que los plásticos de un solo uso eran posibles, aceptables e incluso necesarios.
Hoy en día es difícil imaginar un mundo sin plásticos de un solo uso: nuestras culturas del "para llevar", del "apuro" y de la " conveniencia" han adoptado e incluso celebrado la facilidad de los desechables.
Contenedores de reciclaje. Crédito: Nareeta Martin/Unsplash
El logotipo del reciclaje – una de las imágenes más reconocibles del movimiento ecologista – fue creado en un concurso convocado por una empresa de plásticos.
Es un ícono que persuade a los consumidores de que podemos seguir consumiendo productos y materiales, porque el ciclo de reciclaje creará un equilibrio ecológico entre la producción y el consumo lo que mitigará el impacto ambiental.
El fracaso del reciclaje se achaca al consumidor individual, no al fabricante, a pesar de que muchos plásticos comunes no se pueden reciclar. El hecho de que el 91% del plástico no se recicle sugiere un defecto sistemático de la medida.
A pesar de todas sus campañas, Estados Unidos recicla menos del 10% de sus plásticos.
Campañas como "Keep America Beautiful" (Manten a Estados Unidos Bella) también fueron financiadas por empresas que producen residuos de plástico, como Coca-Cola y Dixie Cup.
El mensaje de estas campañas sugiere la responsabilidad individual de mantener la basura fuera de nuestro entorno, e invoca culpa y vergüenza individual por la contaminación que existe.
Una vez más, desvía la culpa de las corporaciones que producen masivamente contaminantes, quienes son la causa fundamental del problema.
Varios estados y países han prohibido este tipo de bolsa de plástico de un solo uso y otros artículos. Crédito: Wikimedia Commons
Otra razón por la que los desechos de plástico y la contaminación se han acumulado tan rápidamente es la falta de legislación que regule los plásticos. A mayo del 2020, no había ninguna ley federal en los Estados Unidos que restringiera los plásticos de un solo uso, que son los que más contribuyen a los residuos plásticos.
El Congreso de Estados Unidos podría trabajar para dar forma a la política federal, modelando la legislación según las leyes locales y estatales existentes aprobadas para abordar el problema de los plásticos. Por ejemplo, en el 2015, el Congreso aprobó una ley federal que prohíbe las microperlas de plástico en los productos de salud y belleza después de que varios estados hicieran lo mismo.
Sin embargo, hoy en día el problema de los plásticos sigue sin estar regulado y en continuo crecimiento. La reciente pandemia de coronavirus ha provocado en ocasiones la prohibición de las bolsas reutilizables en las tiendas de comestibles y en los comercios minoristas, lo que ha provocado un mayor uso de las bolsas de plástico de un solo uso que los activistas se han esforzado tanto en erradicar.
Pajitas de plástico de un solo uso. Crédito: Flickr
El plástico se inventó en el 1862 como sustituto del marfil.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los plásticos ganaron popularidad como recursos militares. Una vez terminada la guerra, la industria del plástico empezó a comercializarlo para los consumidores: en la década del 1950, el poliéster y el polipropileno se introdujeron en los productos de consumo, y a partir de ahí los plásticos despegaron.
Se utiliza una variedad de bloques de construcción químicos para construir plásticos; la amplia gama resultante de propiedades únicas es lo que hace que el plástico sea tan versátil.
Sus beneficios se descubrieron rápidamente y se produjeron en masa sin preocuparse por los detrimentos:
Muchas sustancias químicas que se encuentran en los plásticos pueden tener efectos adversos en la salud humana, incluido un mayor riesgo de infertilidad, alteraciones hormonales y cáncer. Crédito: Wikimedia Commons
La exposición a los microplásticos, así como a las sustancias químicas añadidas a los plásticos durante su procesamiento, perjudican nuestra salud. Se han encontrado microplásticos en el 90% del agua embotellada y en el 83% del agua del grifo.
Muchas de las sustancias químicas utilizadas en los plásticos son conocidos disruptores endocrinos, que causan problemas reproductivos como la infertilidad, desequilibrios hormonales y un mayor riesgo de cáncer.
Por ejemplo, el ftalato DEHP, que se añade a los productos de plástico para hacerlos más flexibles (mangueras de jardín, cortinas de ducha, equipos médicos, etc.) es un probable carcinógeno humano.
Estos cubiertos de plástico se descomponen en microplásticos y son hechos de petróleo contaminante. Crédito: Brian Yurasits/Unsplash
El plástico causa una infinitud de problemas cuando se desecha en nuestro entorno.
Los plásticos son también uno de los principales productos finales del fracking, una práctica vinculada a la contaminación del agua y del aire. Los combustibles fósiles se utilizan para fabricar plásticos, por lo que, al aumentar la demanda de plásticos, se apoya a la industria del gas natural y del petróleo.
Este albatros fue encontrado con el cuerpo lleno de plástico. Crédito: Wikimedia Commons
Muchas especies marinas, como las tortugas y los delfines, confunden los fragmentos de plástico con la comida. La ingestión de plástico suele ser fatal para los animales, ya que un exceso de plástico bloquea su tracto digestivo y les hace morir de hambre.
Se han encontrado fragmentos de plástico en el 86% de las especies de tortugas marinas, en el 44% de las especies de aves marinas y en el 43% de las especies de mamíferos marinos. Los mamíferos marinos también se enredan en los residuos plásticos, provocando ahogos y asfixias, o convirtiéndose en presa fácil de los depredadores.
Los productos de espuma de poliestireno, que contienen posibles carcinógenos como el benceno y el estireno, son muy tóxicos cuando se ingieren y pueden dañar los pulmones, el sistema nervioso y los órganos reproductores de los animales.
Las sustancias químicas ingeridas por estos animales pueden ascender por la cadena alimentaria hasta nuestros platos.
Jóvenes en una manifestación ambiental. Crédito: Wikimedia Commons
La marea de residuos plásticos aún no se ha frenado. Sin embargo, la atención prestada a este problema ha aumentado drásticamente en los últimos años. Países de todo el mundo han tomado medidas para prohibir los plásticos de un solo uso y aumentar el acceso al reciclaje.
Lo estamos consiguiendo. En Suecia, sólo el 4% de los residuos domésticos acaba en los vertederos; el resto se recicla o se utiliza como combustible en plantas de conversión de residuos en energía.
El éxito en Suecia ha llevado a iniciativas de conversión de desechos en energía en otros cuatro países europeos. La estricta prohibición de las bolsas de plástico en Kenia ha tenido tanto éxito que otras naciones del este de África están considerando seguir su ejemplo.
La UE aprobó una prohibición de las bolsas de plástico de un solo uso, y países como Canadá y Perú también tienen planes en marcha. Ocho estados de EE.UU. han prohibido las bolsas de plástico y otras grandes ciudades han seguido su ejemplo.
Hay progreso. Sin embargo, el cambio a nivel corporativo es de suma importancia para lograr efectos a gran escala.
Si bien la acción corporativa y la legislación son soluciones esenciales para reducir la contaminación por plástico, también podemos elegir productos y hábitos que reduzcan el plástico en nuestras vidas. Crédito: Needpix
Si esto le importa, diga algo. Póngase en contacto con su gobierno local, presione a sus representantes, encuentre a otros en su comunidad que también se preocupen.
Para ser claros, el cambio no tiene que comenzar con la legislación federal: puede comenzar en su hogar y en sus hábitos de consumo.
El mes pasado, la Administración Biden anunció que reanudaría el arrendamiento de tierras públicas para la extracción de petróleo y gas.
Esta decisión plantea serias preocupaciones sobre sus consecuencias para el cambio climático y la justicia ambiental, particularmente en las comunidades marginadas que viven cerca de futuros sitios de perforación.
Nuestro nuevo estudio sobre la exposición a nivel de vecindario a la producción de petróleo y gas muestra que la línea roja histórica ha perpetuado la injusticia ambiental. En los vecindarios demarcados en rojo (“redlined” en inglés) la densidad de pozos petroleros es doble comparada con la de los vecindarios parecidos que no fueron demarcados en rojo.
Nuestros hallazgos podrían explicar en parte por qué en la actualidad las personas Afroamericanas y Latinas son más propensas a vivir cerca de los pozos de petróleo y gas.
En vista de estos hallazgos, los líderes gubernamentales deben considerar la evidencia científica de los riesgos que plantea la producción de petróleo y gas para la salud pública y además las históricas políticas que contribuyeron a las desigualdades de salud que existen actualmente.
Las comunidades de color y de bajos ingresos en los Estados Unidos enfrentan varios problemas ambientales que las afectan desproporcionadamente. Muchos de estos problemas se originan en las históricas políticas discriminatorias promulgadas por agencias gubernamentales locales, estatales y federales. Una de esas políticas se conoce como línea roja y fue promulgada por la Corporación Federal de Préstamos para Propietarios de Viviendas (Home Owners’ Loan Corporation en inglés) con la intención de estabilizar el negocio inmobiliario durante la Gran Depresión en los años 1930. Funcionarios federales calificaron y mapearon sus percepciones de los riesgos financieras en los vecindarios de las ciudades a lo largo de los Estados Unidos. Los vecindarios compuestos principalmente por residentes Afroamericanos, inmigrantes o de bajos ingresos se consideraron “peligrosos” o “definitivamente en declive” y se demarcaron en rojo mientras que las comunidades más blancas y ricas se consideraron “mejores” o “aún deseables.”
Un estudio publicado en 2018 reportó que por lo menos algunos funcionarios federales de la Corporación de Préstamos para Propietarios de Vivienda consideraron específicamente la composición racial de los vecindarios y la presencia de pozos petroleros al tomar decisiones sobre la línea roja en Los Ángeles. Estas decisiones pueden haber influido en la ubicación de futuras perforaciones de petróleo y gas. Los funcionarios dieron la calificación más alta a un vecindario en Los Ángeles con residentes predominantemente blancos cerca de pozos petroleros después de que los líderes locales acordaron imponer “restricciones raciales a perpetuidad” para mantener el vecindario blanco y al mismo tiempo prohibir futuras perforaciones de petróleo y gas. En nuestro nuevo estudio observamos que los vecindarios que ya tenían pozos eran más propensos de ser demarcados en rojo y, posteriormente, los vecindarios marcados en rojo eran más propensos de tener nuevas perforaciones de petróleo y gas.
En la actualidad, estos legados aún permanecen. Las familias que se han quedado en vecindarios marcados en rojo a lo largo de varias generaciones todavía sufren las consecuencias para sus ambientes y para su salud. Varios estudios muestran que los vecindarios históricamente marcados en rojo tienen peor calidad del aire, menos acceso a parques y mayores riesgos de islas de calor urbana, así como también niveles elevados de enfermedades cardiovasculares, hospitalizaciones por asma, parto prematuro, y otras enfermedades.
Aunque es posible que estas diferencias no sean directamente atribuibles a la línea roja, esta política discriminatoria las codificó y aceleró a través de la desinversión en vecindarios que ya tenían problemas económicos. Esta desinversión ha determinado las ubicaciones actuales de los peligros ambientales y los asociados riesgos para la salud. En términos de producción de petróleo y gas, varias investigaciones muestran que la perforación y operación de los pozos petroleros contamina el aire y aumente el riesgo de enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares, depresión, parto prematuro y de bajo peso.
En California, los legisladores, los residentes afectados y los activistas están discutiendo cómo proteger a las comunidades y los trabajadores de los impactos de las operaciones cercanas de petróleo y gas. Opciones incluyen la limitación de nuevos permisos de perforación y el establecimiento de zonas de seguridad entre los pozos activos y viviendas,\escuelas, parques, y zonas comerciales. Mientras los líderes del estado buscan reducir y eliminar la producción de petróleo y gas y prohibir la perforación en vecindarios residenciales, deberán tomar en cuenta los efectos persistentes de la línea roja histórica en la calidad ambiental de las comunidades de color.
La historia racista y los efectos desiguales de los pozos para la salud hacen necesario que los líderes gubernamentales involucren a las comunidades cercanas para reducir la exposición y proteger al bienestar de los residentes. También requieren la expansión de programas como el de Inversiones Climáticas de California, un programa que ha invertido más de $4500 millones en proyectos transformadores de justicia ambiental que abordan el cambio climático, incluyendo programas de energía renovable. También la Iniciativa Justicia40 de la Administración Biden, basada en el programa de California, requeriría que al menos el 40% de las inversiones federales en proyectos de mitigación del cambio climático y energía limpia beneficien a las comunidades de justicia ambiental.
La crisis climática está empeorando al mismo tiempo que las cadenas de suministro de energía se están deteriorando debido a las tensiones globales como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Todos estos eventos dejan en claro la necesidad urgente de que los Estados Unidos se aleje de la producción de petróleo y gas y se centre en las fuentes de energía renovables. Acelerando la transición energética también ayudaría a promover la justicia ambiental para aquellas comunidades que han sufrido debido a la producción del petróleo y el gas.
David J.X. González es un Becario Posdoctoral de la Fundación Ford y de la Universidad de California y Rachel Morello-Frosch es una profesora en la Escuela de Salud Pública y en el Departamento de Ciencias y Políticas Ambientales en la Universidad de California, Berkeley. Morello-Frosch también es miembro del Consejo Asesor de Justicia Ambiental de la Casa Blanca.
Fotografía del encabezado: Los estudiantes y profesores de derecho de la UCLA participaron en un recorrido tóxico por Wilmington, CA, un vecindario predominantemente latino rodeado por el puerto de Los Ángeles, la industria pesada y un campo petrolero en 2019. (Crédito: Emmett Institute/flickr)
Un campo poco investigado que explora la intersección entre la contaminación y la salud mental está ganando impulso a medida que aumentan las pruebas de que los contaminantes ambientales dañan todos los órganos de nuestro cuerpo, incluido el cerebro. Esta guía explora la ciencia emergente y ofrece soluciones para mejorar la salud mental frente a estos desafíos ambientales.
Vista de U.S. Steel Edgar Thompson Works en Braddock, Pensilvania, una fuente importante de contaminación atmosférica y climática en la región. (Crédito: Njaimeh Njie)
Según el Informe sobre el Estado del Aire de la Asociación Americana del Pulmón del 2021, aproximadamente cuatro de cada diez residentes en EE.UU. viven en condados con niveles insalubres de contaminación del aire. Pero lo que se considera "insalubre" se basa únicamente en cómo la contaminación afecta a la salud física, no a la mental.
Los científicos saben desde hace tiempo que la contaminación atmosférica daña los pulmones, provocando enfermedades como el asma y el cáncer de pulmón, y que también puede dañar el corazón. Sólo mucho más tarde, los investigadores descubrieron que la contaminación del aire también provoca cambios en el cerebro que aumentan los riesgos de enfermedades mentales, demencia, Alzheimer y problemas de aprendizaje. Incluso pequeños aumentos de la contaminación del aire se han relacionado con la depresión y la ansiedad.
Un amplio estudio realizado en el 2019 sobre personas de Dinamarca y Estados Unidos descubrió que las personas expuestas a altos niveles de contaminación del aire son mucho más propensas a sufrir una enfermedad psiquiátrica como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar o trastorno de la personalidad.
Investigaciones recientes indican que la exposición a la contaminación del aire en la infancia puede afectar negativamente a nuestra salud mental en la edad adulta, y vinculan los aumentos repentinos de la contaminación del aire con más visitas a las salas de emergencias por enfermedades mentales entre los niños.
La contaminación del agua está asociada con una larga lista de problemas de salud física. Se sabe menos sobre el efecto de estos contaminantes en la salud mental. (Crédito: CDC/Unsplash)
Una gran cantidad de contaminantes puede acabar en el agua potable, y muchos sistemas de agua potable en Estados Unidos y en el mundo carecen de buenos sistemas para filtrarlos. Patógenos, pesticidas, fertilizantes, metales pesados como el arsénico, el mercurio y el plomo, y minerales radiactivos como el uranio están presentes en muchos sistemas de agua, y pueden tener efectos agudos o crónicos. Recientemente, también han salido a la luz pruebas sobre la presencia generalizada de las llamadas "sustancias químicas para siempre" en el agua: PFAS, o sustancias perfluoroalcalinas y polifluoroalcalinas.
Sabemos que estos contaminantes comunes del agua y otros están, en conjunto, asociados a una larga lista de dolencias, como el cáncer, los trastornos neurológicos, los problemas de aprendizaje, las enfermedades de la tiroides, los problemas inmunológicos, los problemas de fertilidad y de embarazo, y los defectos de nacimiento, por nombrar algunos. Sin embargo, los efectos de estos y otros contaminantes en la salud mental no han sido bien explorados, si es que se han hecho. Pero está surgiendo un conjunto de investigaciones sobre el impacto de un contaminante común, el plomo, en nuestra salud mental.
Se sabe desde hace décadas que la exposición al plomo en las primeras etapas de la vida puede causar problemas cognitivos y de aprendizaje en los niños. Ahora, los investigadores están reuniendo pruebas de que los niños expuestos al plomo son más propensos a sufrir depresión, esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos cuando llegan a ser adultos.
Una reciente revisión de la investigación científica encontró pruebas de que la exposición al plomo en la infancia es un factor de riesgo de trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos compulsivos, y de trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, el autismo y el síndrome de Tourette.
Un estudio a largo plazo realizado en Nueva Zelanda hizo un seguimiento de cientos de personas y descubrió que quienes estaban expuestos a niveles más altos de plomo cuando eran niños eran más propensos a experimentar síntomas de enfermedad mental cuando eran adultos, como comportamiento antisocial, trastornos alimentarios, depresión, ansiedad, estrés postraumático, abuso de sustancias, delirios y alucinaciones.
Según el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, entre el 2018 y el 2020 más de la mitad de la población estadounidense bebió agua de sistemas de agua potable con niveles de plomo superiores a 1 parte por billón (el nivel establecido por la Academia Americana de Pediatría para proteger a los niños del plomo en las fuentes de agua de las escuelas).
El tráfico, la industria y la agricultura generan niveles elevados de contaminación del aire y el agua a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, entre San Diego y Tijuana. (Crédito: Wikipedia)
Los investigadores afirman que la mayor parte de las investigaciones sobre contaminación y salud mental se han centrado hasta ahora en la contaminación del aire y en metales pesados como el plomo. Los efectos sobre la salud mental de muchas otras categorías y vías de contaminantes, como los pesticidas en los alimentos y los plastificantes presentes en los juguetes y los productos de cuidado personal, como champús y lociones, siguen siendo en gran medida desconocidos.
Además, los científicos aún no saben mucho sobre los efectos sinérgicos de la exposición a múltiples contaminantes. Por ejemplo, si una familia bebe agua contaminada y además vive cerca de otras fuentes de contaminación, como una carretera con mucho tráfico, pozos de petróleo y gas, y campos agrícolas donde se utilizan pesticidas, ¿cómo podría la exposición combinada a estas fuentes de contaminación crear efectos nuevos o intensificados en la salud mental? Las incógnitas dejan a millones de personas en riesgo por una o más fuentes de contaminación.
Las brechas en los datos de atención médica dificultan que los investigadores investiguen los vínculos entre la contaminación y la salud mental. (Crédito: armymedicine.health.mil)
Avanzar en la investigación sobre los vínculos de la contaminación con la salud mental es un proceso lento y a menudo laborioso. Dado que el campo es tan nuevo, la financiación ha sido difícil de conseguir, y obtener acceso a los datos pertinentes plantea otro desafío. Los científicos han tenido que encontrar soluciones creativas, como utilizar los datos de salud mental disponibles de estudios anteriores o de sistemas de información sanitaria y cotejarlos con los datos de contaminación para encontrar relaciones.
En los EE. UU., existen grandes lagunas en los datos de atención médica disponibles, en parte debido a la falta de un sistema nacional integral de información de atención médica. En cambio, las compañías de seguros privadas y los sistemas de salud a menudo mantienen estos datos. Además, no todos los estados cuentan con sistemas sólidos para compilar y mantener los datos ambientales, lo que dificulta obtener una imagen completa.
La activista por la justicia ambiental Melanie Meade fuera de su casa en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)
Mientras los científicos siguen buscando respuestas, las comunidades expuestas a la contaminación siguen estando en peligro. Cada vez hay más pruebas que indican que las mismas comunidades que soportan una carga desproporcionada de problemas de salud física asociados a la contaminación también sufren mayores efectos en la salud mental.
La innovadora serie de EHN, Pollution's Mental Toll (El Costo Mental de la Contaminación), exploró cómo la contaminación afecta la salud mental, examinando varias comunidades del oeste de Pensilvania agobiadas por una variedad de industrias contaminantes. Nuestro reporte encontró que aquellos con el nivel más alto de contaminación del aire con frecuencia enfrentan otras dificultades que impactan negativamente en la salud mental --como la pobreza, el crimen y el racismo --y carecen de acceso a recursos de salud mental.
Las comunidades de color suelen ser las más afectadas. Según el Reporte sobre el estado del Estado, de la de la Asociación Americana del Pulmón, por ejemplo, las personas de color en Pensilvania tenían un 61 % más de probabilidades de vivir en un condado con un grado de contaminación "deficiente". Esto está lejos de ser exclusivo de una sola región.
Al mismo tiempo, existe una falta de conciencia de que la contaminación del aire puede aumentar la gravedad de las enfermedades mentales y, por tanto, incrementar sustancialmente las cargas sociales y financieras en las comunidades que ya luchan contra estos otros retos sociales y económicos. Los sistemas de salud mental no suelen ser conscientes de la relación entre la contaminación y las enfermedades mentales, por lo que no la tienen en cuenta en los diagnósticos y pierden oportunidades de ayudar a las personas a proteger su salud mental.
Una niña camina cerca de su casa en la Nación Navajo en un área contaminada por la extracción de uranio en el pasado. Durante mucho tiempo, la comunidad ha expresado su preocupación por la afectación a la salud física y mental asociados con vivir cerca de desechos de uranio. (Crédito: Autumn Spanne)
En lo que respecta a la atención a la salud mental, los investigadores afirman que es necesario concienciar sobre estos vínculos y aumentar el acceso y la financiación de los servicios de salud mental en las comunidades desproporcionadamente afectadas por la contaminación. Otra prioridad es formar a los profesionales de la salud mental para que reconozcan los factores de riesgo ambiental de las enfermedades mentales.
Tal y como EHN destacó en nuestra serie, las agencias estatales y federales responsables de regular los contaminantes en nuestro aire y agua deben prestar atención a este campo emergente, considerar cómo estas sustancias afectan al cerebro de los niños y los adultos, y apoyar investigaciones adicionales que examinen la intersección entre la contaminación y la salud mental.
Los líderes políticos y los reguladores de todos los niveles también deberían reconocer las cargas desproporcionadas que soportan las comunidades de bajos ingresos y las personas de color, y tenerlo en cuenta en las decisiones sobre la aprobación y la regulación de los contaminantes para que la regulación y la aplicación sean equitativas.
El asesoramiento y la búsqueda de apoyo social uniéndose a otros para lograr cambios son formas de cuidar su salud mental. (Crédito: Edward Howell/ Unsplash)
A continuación se presentan formas de apoyar la salud mental y de impulsar soluciones a estos problemas, extraídas de Pollution’s Mental Toll (El Costo Mental de la Contaminación):
Cuida tu salud mental
Si necesita nuevas herramientas para apoyar su salud mental, no está solo. Hay recursos disponibles:
Encuentre un consejero cerca de usted
Actúa por un agua potable segura
Conozca qué contaminantes hay en su agua potable y póngase en contacto con la autoridad local del agua para solicitar mejoras.
Póngase en contacto con sus legisladores para hacerles saber que esta cuestión es importante para usted.
Conecte con los grupos nacionales que abogan por un agua potable más segura:
Tomar acción para un aire más limpio
Conéctese con estos grupos nacionales que abogan por un aire más limpio:
Asociación Americana del Pulmón
EarthJustice (Justicia por la Tierra)
Moms Clean Air Force (Fuerza de las Madres por el Aire Limpio)
Traducido del inglés al español por Katia Rodríguez
Fotografía del encabezado: Un chico a la ventana por Andrik Langfield/Unsplash
Desde que salió al mercado en 1974, el glifosato se ha utilizado para el control de las malas hierbas, como exfoliante para erradicar la vegetación no deseada y los cultivos ilegales, y como desecante de cultivos, una sustancia química que se aplica a los cultivos para secarlos más rápidamente antes de la cosecha.
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo. Como herbicida no selectivo, mata la mayoría de las plantas. Los científicos relacionan ahora el glifosato con una serie de problemas en la salud humana, desde el cáncer y enfermedades neurológicas hasta disrupciónendocrina y defectos de nacimiento. Pero aún se desconoce la totalidad de los efectos del glifosato sobre la salud.
En la agricultura y la silvicultura se utilizan diversas formulaciones de herbicidas a base de glifosato, como el Roundup de Monsanto. Desde mediados de la década de 1990, su uso global ha aumentado dramáticamente, gracias a la introducción de cultivos modificados genéticamente "Roundup Ready", como el maíz, la soja, el algodón y la alfalfa, que resisten los daños del herbicida. Hoy en día, el Roundup y otros herbicidas a base de glifosato también se utilizan con frecuencia en el césped, los jardines, los parques y los recintos escolares para controlar las malas hierbas.
El glifosato no solo ingresa al cuerpo cuando entramos en contacto directo con él, sino también cuando respiramos, comemos y bebemos. (Credit: summerbl4ck/flickr)
El uso generalizado del glifosato lo hace ubicuo en el medio ambiente. Los investigadores lo han encontrado en nuestros alimentos, el suelo, el aire, las aguas subterráneas, las aguas superficiales como los lagos y los ríos, e incluso en el agua de lluvia. Esto significa que el glifosato no sólo entra en nuestro cuerpo cuando entramos en contacto directo con él, sino también cuando lo respiramos, comemos y bebemos.
A medida que el uso mundial de glifosato ha aumentado durante los últimos 25 años aproximadamente, la exposición humana a los herbicidas a base de glifosato también ha aumentado significativamente. Un estudio del 2017 reveló que la exposición humana al glifosato aumentó más de un 500 % en dos décadas.
Las investigaciones emergentes sugieren que el glifosato podría estar asociado con embarazos más cortos, lo que puede ser perjudicial para la salud materna y aumentar el riesgo de mortalidad infantil y problemas de aprendizaje en los niños. (Crédito: Anna Carolina Vieira Santos/flickr)
Recientes estudios de salud están generando llamados para un mayor escrutinio de la toxicidad del glifosato. Las investigaciones ahora vinculan el glifosato con problemas de salud que incluyen el cáncer, problemas reproductivos, enfermedades neurológicas como la ELA, disrupción endocrina y defectos de nacimiento.
Los investigadores también están comenzando a explorar los impactos potenciales del glifosato en el embarazo. Hallazgos emergentes sugieren que el glifosato podría estar asociado con embarazos más cortos. Los embarazos más cortos pueden ser perjudiciales para la salud materna y aumentar el riesgo de mortalidad infantil y problemas de aprendizaje a medida que los niños se desarrollan.
En el 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato como probable carcinógeno humano. Sin embargo, la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. ha sostenido durante mucho tiempo que el glifosato no representa ningún riesgo para la salud humana cuando se usa de acuerdo con las instrucciones del fabricante, un hallazgo criticado por muchos científicos.
Aunque la mayor parte de las investigaciones sanitarias sobre el glifosato se centran hasta la fecha en el cáncer, hay muchas cosas que la ciencia aún no sabe sobre sus otros impactos potenciales en la salud humana. Se necesita mucha más investigación para comprender toda la gama de efectos, cómo pueden diferir en niños y adultos, y el alcance de los impactos ambientales del glifosato. Destacados investigadores de la salud ambiental, entre ellos el científico jefe de la EHN, Pete Myers, han pedido una mayor investigación y un mejor control del glifosato en el agua, los alimentos y el cuerpo humano.
Además, los científicos han expresado su preocupación por los demás ingredientes de los herbicidas a base de glifosato. Si bien el glifosato es el ingrediente activo, las empresas no tienen que revelar públicamente otros productos químicos patentados en estas formulaciones herbicidas. En consecuencia, los reguladores e investigadores no pueden estudiar a fondo estas sustancias químicas "inertes" para determinar sus efectos sobre la salud, tanto solas como en combinación con otras. Algunos científicos y activistas quieren reformar el sistema regulador para que las empresas no puedan mantener en secreto estas sustancias químicas.
Decenas de miles de demandas han sido presentadas por personas que afirman que el Roundup y otros herbicidas a base de glifosato les causaron cáncer. (Crédito: Mike Mozart/flickr)
La declaración de la Organización Mundial de la Salud del 2015 de que el glifosato probablemente causa cáncer abrió las puertas a los litigios. La empresa alemana Bayer A.G. compró Monsanto en el 2018, y se han presentado decenas de miles de demandas contra la empresa por parte de personas que afirman que Roundup y otros herbicidas a base de glifosato les causaron cáncer, especialmente linfoma no Hodgkin.
La mayoría de los demandantes en estos litigios trabajaban en empleos como la agricultura, el mantenimiento, el paisajismo y otras profesiones con un riesgo de exposición significativo, o utilizaban los productos a largo plazo en sus céspedes y jardines. Dicen que las empresas no advirtieron adecuadamente al público sobre los riesgos para la salud.
En el 2021, Bayer anunció que reemplazaría el glifosato en todos los productos de césped y jardín vendidos en los Estados Unidos para el 2023. La compañía dijo que la eliminación del glifosato de estos productos es "exclusivamente para gestionar el riesgo de litigio y no por ningún problema de seguridad", e indicó que no tiene planes de eliminar el glifosato de los productos del mercado profesional y agrícola en los EE. UU.
Un grupo que ha sido en gran medida excluido de las demandas por glifosato son los trabajadores agrícolas migrantes, que están en primera línea en lo que respecta a la exposición al glifosato. EHN descubrió que el miedo a las represalias y la falta de recursos legales y de estatus migratorio legal ha disminuido la capacidad de los trabajadores agrícolas migrantes para buscar justicia y compensación.
El glifosato es el pesticida más utilizado en los cultivos agrícolas de Estados Unidos, según un análisis del 2019 realizado por el Midwest Center for Investigative Reporting. El Medio Oeste, California y Texas representan alrededor de tres cuartas partes del uso de glifosato en la agricultura de los Estados Unidos, y solo el Medio Oeste comprende dos tercios del uso total.
La popularidad del glifosato se debe en parte a que es eficaz y relativamente barato. Las versiones de bajo costo procedentes de China y otros países con normativas ambientales y sanitarias relativamente laxas inundaron el mercado cuando las patentes del glifosato expiraron en la década del 1990, haciéndolo aún más barato. Esto ayuda a explicar por qué su uso ha aumentado tan drásticamente en las últimas dos décadas. Pero algunos gobiernos locales, estatales y nacionales se oponen a esta tendencia.
El glifosato se ha prohibido o se prohibirá pronto en al menos 10 países, entre ellos México, Alemania, Arabia Saudí y Vietnam, y al menos otros 15 han restringido su uso, según la Human Rights Watch. Algunas ciudades y condados, como Los Ángeles, Seattle, Miami, Baltimore, Austin y Portland, han tomado medidas para restringir o prohibir el glifosato, como lo han hecho algunos estados.
Elegir alimentos orgánicos es una forma de limitar la exposición al glifosato. (Crédito: Open Grid Scheduler / Grid Engine/flickr)
Por desgracia, el glifosato es difícil de evitar. No podemos dejar de respirar, comer o beber agua.
Sin embargo, evitar los alimentos transgénicos y comer más alimentos orgánicos cuando sea posible puede ayudar. Elegir métodos no tóxicos para el control de las malas hierbas en el césped y el jardín también limita la exposición. Unirse a otros para prohibir los productos a base de glifosato (y otros plaguicidas) en las escuelas, los parques y su comunidad en general son otras formas eficaces de reducir la exposición local.
Los campesinos de la región fronteriza entre Ecuador y Colombia expresan su preocupación por los impactos económicos y de salud de la fumigación aérea con glifosato. (Crédito: Cancillería del Ecuador)
Herbicide Awareness and Research Project (Universidad de California, San Diego)
En español:
International Pollutants Elimination Network (IPEN)
Red Universitaria de Ambiente y Salud
Campaña Internacional Sin Maíz No Hay País
Traducido del inglés al español por Katia Rodríguez
Fotografía del encabezado: Aspersión de una cosecha por Chafer Machinery/flickr.
Todos los años, mi hogar, Visalia, California, aparece en los primeros puestos de listas como " los peores lugares para vivir" o "los lugares menos educados del país".
El Valle Central de California, una de las regiones agrícolas más productivas del mundo, se enfrenta a graves problemas sociales, económicos y medioambientales, entre ellos la contaminación procedente de tres grandes industrias: la agrícola, la lechera y la petrolera.
La agricultura de California depende de la mano de obra latina e inmigrante. Desde su exclusión de la Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935, los trabajadores agrícolas y sus empleadores tienen una relación desequilibrada. Por ejemplo: hasta una ley del 2016, que entró en vigor en el 2019, los trabajadores agrícolas de California no calificaban para horas extras.
No debería sorprender que los trabajadores agrícolas de hoy continúen trabajando en condiciones de trabajo dañinas y peligrosas, incluida la exposición a los pesticidas. No se trata solo de quienes trabajan con los productos químicos: la dispersión de los pesticidas, cuando el pesticida en aerosol o en polvo se desplaza más allá del campo agrícola en el que se aplica, también puede ser peligroso para los trabajadores agrícolas, sus familias y las comunidades. Un estudio reciente encontró que
la exposición a carcinógenos específicos en los pesticidas entre mujeres embarazadas que vivían a 4000 metros de la aplicación estaba relacionada con tumores cerebrales en niños.
Pero el Valle también es el hogar de fervientes defensores de la justicia ambiental.
Las comunidades de color en el Valle son las iniciadoras de los movimientos locales de justicia ambiental antes de que el término existiera. Las luchas por la justicia ambiental comenzaron en el Valle ya en la década del 1960, con la firma de los primeros contratos sindicales de la Unión de Trabajadores Agrícolas (UFW, por sus siglas en inglés) para crear comités de salud dirigidos por los trabajadores, y con acuerdos contractuales para restringir el uso de ciertos pesticidas, incluido el DDT antes de su prohibición oficial.
La UFW es el sindicato de trabajadores agrícolas más antiguo de los EE. UU., establecido en Delano, California, en 1962, inicialmente como la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas. Comenzaron como parte del Movimiento de Trabajadores Agrícolas multirracial más amplio que inició la Huelga de la Uva de Delano y el boicot en las décadas de 1960 y 1970, uniendo las preocupaciones de los consumidores públicos sobre la exposición a pesticidas con la lucha de los trabajadores agrícolas por mejores condiciones en el lugar de trabajo.
Como sociólogo, he conocido y entrevistado a antiguos organizadores de la UFW. Para algunos, su trabajo por la justicia ambiental se extendió más allá de sus días en la UFW. Pensé que sus historias mostrarían el vínculo entre la UFW y la justicia ambiental. En cambio, me encontré con historias de vida complejas, y algunos antiguos organizadores rechazaron mis afirmaciones de que la UFW y la justicia ambiental estaban conectadas.
No debería sorprender que los antiguos organizadores y las comunidades de trabajadores agrícolas se muestren escépticos ante el ambientalismo. Las principales organizaciones ambientalistas tienen un historial de ponerse del lado de las organizaciones xenófobas para culpar a los inmigrantes de los problemas ambientales de Estados Unidos.
Sin embargo, los líderes de la UFW fueron probablemente los más grandes líderes de la justicia ambiental, sin llamarse a sí mismos así. Encontraron y adoptaron una definición del medio ambiente centrada en las personas.
Lupe Martínez, de 69 años, inicialmente voluntario de la UFW en 1960 y luego organizador en 1982, se jubiló recientemente como subdirector del Centro para la Pobreza Racial y el Medio Ambiente. Me reuní con él en su antigua oficina en Delano. Su despacho estaba cubierto de recuerdos de elecciones sindicales pasadas y de victorias más recientes en materia de justicia ambiental.
"El término justicia ambiental no llegó hasta más tarde. Cuando empezó el movimiento de los trabajadores agrícolas ya estaba sucediendo, pero no es como se llamaba", dijo Martínez.
Aprendí que tenía que dejar de lado mis ideas existentes sobre la justicia ambiental, para simplemente escuchar las historias de las personas.
Roberto Bustos, ex organizador de la UFW.
Gilbert Padilla, de 94 años, fue cofundador de United Farmworkers. Nos reunimos en su casa de Fresno y después dimos un pequeño paseo por Málaga, una comunidad no incorporada a las afueras de Fresno. Un lugar cercano del Superfondo, originalmente propiedad de Purity Oil Sales, contenía millones de galones de aceite usado y se ordenó su limpieza por primera vez en 1974. Las investigaciones posteriores encontraron arsénico, mercurio, plomo, benceno y otras sustancias químicas.
Padilla fue uno de los oradores en el primer evento del Día de la Tierra en 1970. Una década más tarde, después de dejar el sindicato, Padilla y su esposa Esther, una antigua miembro de la UFW que en ese momento trabajaba para la Clínica de Salud Sequoia, trabajaron para identificar y reubicar a los residentes lejos del sitio tóxico en Málaga que más tarde fue designado como un sitio Superfund. Se recurrió a reuniones en la Cámara, a encuestas de salud iniciadas por la comunidad (biomarcadores para medir el cáncer y los nacimientos de niños muertos y a poderosos aliados como el senador Art Torres para ejercer presión política.
A pesar del compromiso de Padilla de proteger a las comunidades de la contaminación, durante y después de sus días en la UFW, nunca se ha alineado con los ambientalistas o la justicia ambiental.
Cuando le pregunté a Gilbert si recordaba quién organizó el primer Día de la Tierra, si le invitó o si recordaba su discurso, respondió: "no, yo hablaba todos los días. En todas partes, en todas las iglesias que nos permitían hablar, hablábamos".
La respuesta de Padilla ilustra cómo los antiguos miembros de la UFW percibían el Día de la Tierra y el ambientalismo tradicional, como un momento estratégico y fugaz para el reclutamiento, no como un movimiento unificador para una participación sostenida.
Evento del Día de Muertos en el Centro Comunitario Americano de la Comisión Honorifica Mexicana en Porterville, California. (Crédito: Rodrigo Alatriste-Díaz)
Sentí una resistencia similar a conectar UFW y la justicia ambiental cuando entrevisté a Ben Maddock a principios del 2018 en su casa en Shafter, California. Los problemas de salud limitaban su movilidad, pero aún podía distinguir la figura imponente que imaginaba de él en sus historias, habiendo servido en la Marina, trabajado en la colocación de baldosas y como uno de los cuerpos de seguridad de César Chávez. Maddock fue organizador y ayudó a negociar y administrar contratos sindicales tan lejos como Florida.
En la mesa de la cocina con Maddock y su cónyuge, le pregunté sobre su época de sindicalista, los pesticidas y la etiqueta de ambientalista.
"Mi padre era un cultivador de naranjas. Pero usaba todos estos pesticidas para producir una cosecha. Yo soy un organizador". dijo Maddock. "Me gusta ver las cosas que están mal y cambiarlas. No sé, realmente creo [en el ambientalismo] mientras haya uso de pesticidas hay un peligro. Miro las cosas que hay en el mercado, y las que se venden como orgánicas parecen iguales a las que no lo son".
Su escepticismo sobre la agricultura orgánica no está fuera de lugar si se considera que los campos cercanos a su casa, incluidas las granjas orgánicas, utilizan aguas residuales recicladas de la extracción de petróleo para el riego. Me fui con la impresión de que Maddock tenía un desdén particular por los ambientalistas.
Descubrí que el compromiso de los organizadores de la UFW con la justicia social era mejorar la vida de los trabajadores agrícolas, ante todo. Su trabajo y sus ideas sobre la justicia social no podían reducirse a un solo tema como la pobreza, el medio ambiente o incluso los pesticidas.
Maddock falleció el pasado mes de julio. Nuestro amigo común, Chris Schneider, de 65 años, también ex organizador de la UFW y recientemente jubilado como Director Regional de la Junta de Relaciones Laborales Agrícolas de California, compartió una historia que leyó sobre Maddock en Facebook. La publicación describía la participación de Maddock como principal negociador del contrato de Coca Cola (Minute Maid) para los trabajadores negros, mexicanos y blancos de los cítricos en Florida. Ese acuerdo contractual final redujo los aumentos salariales a cambio de una prohibición permanente del pesticida Temik (Aldicarb), una neurotoxina, con síntomas agudos conocidos (náuseas, vómitos, diarrea, mareos y dolores de cabeza) que fue recientemente reintroducido y vuelto a prohibir en la producción de cítricos de la Florida.
Me equivoqué con Maddock. Desempeñó un papel importante en la justicia ambiental para las comunidades de trabajadores agrícolas, se diera cuenta o no.
Sandra García, de 62 años, cofundadora y codirectora de Campesinas Unidas del Valle de San Joaquín, y yo hablamos en su casa de Poplar, California. Sus padres fueron huelguistas de la UFW durante la huelga de Guimarra, una huelga laboral contra Guimarra Vineyards Corp., la mayor productora de uva de mesa de California y una de las primeras empresas en ir a la huelga, ser boicoteada y firmar un contrato sindical en 1970.
En la actualidad, García es miembro y líder de varias organizaciones de justicia ambiental en el Valle. Como antigua trabajadora agrícola, recuerda que antes de que los baños fueran obligatorios en los campos y cuando las cosechas eran demasiado cortas para proporcionar privacidad, las mujeres se apiñaban y sostenían objetos para proporcionar privacidad. Las madres tenían que hacer descansos y acompañar a sus hijas para que hicieran sus necesidades sanitarias en los campos para garantizar su privacidad y su seguridad frente a las agresiones sexuales.
García compartió conmigo una manualidad, un bolígrafo de plástico con una hermosa flor con hojas en su extremo hecha de tela y plástico reciclados. Me explicó que los miembros de Campesinas Unidas recogen adornos usados de las quinceañeras (una celebración parecida a los dulces 16) para reutilizarlos como bolígrafos y venderlos para la recaudación de fondos para la base.
Las experiencias de Sandra en el campo y las creativas estrategias de financiación de su organización muestran cómo las mujeres y la cultura influyen en las prácticas políticas de las trabajadoras agrícolas. Sandra describe su trabajo en curso:
“Para que ellas [las trabajadoras agrícolas] aprendan dónde están los recursos, cada comunidad tiene sus propios recursos, tenemos que conocer cada recurso, cómo utilizarlos para que su comunidad sea más segura para ellas, para sus hijos y su familia, queremos tener comunidades seguras…, no expulsar a la gente, no deportarla, tenemos que educar a las mujeres ya que son ellas quienes movilizan el hogar y también pueden movilizar a la comunidad”.
Para los defensores de la justicia ambiental, el medio ambiente no solo es inseguro debido a los productos químicos, sino que también está en juego su seguridad personal y física. Como ilustra la experiencia de Sandra, la agresión sexual en los campos y la criminalización de los trabajadores agrícolas inmigrantes son prioridades para las comunidades y su entorno.
Revisando el Movimiento de Trabajadores Agrícolas y su legado en materia de justicia ambiental es un recordatorio de la larga lucha por acabar con la explotación de los trabajadores agrícolas y su entorno.
El legado de justicia ambiental de la UFW en el Valle hoy se ve en las organizaciones que fueron construidas o influenciadas por antiguos organizadores y participantes. A medida que los antiguos organizadores se retiran, dejan una lista de organizaciones de justicia ambiental en el Valle que ayudaron a construir, como la Red de Justicia Ambiental de California Central o a la que contribuyeron, como el Centro sobre Raza, Pobreza y Medio Ambiente.
Este legado sigue vivo en los propios defensores. Conocí a Josefina Flores, de 89 años, en la Marcha por el Liderazgo Climático Real de 2015 en Oakland, California. Los participantes de la UFW como Josefina fueron golpeados, disparados y arrestados durante la Huelga de la Uva de Delano. Hoy en día, ex participantes como Flores y Ruth Martínez, ambas miembros del Centro sobre la Raza, la Pobreza y el Medio Ambiente, son una presencia común en las manifestaciones por la justicia ambiental en el Valle. Su persistencia y sus historias inspiran a la siguiente oleada de defensores.
Como investigadores, sólo cuando escuchemos las historias de personas que quizá no se consideren a sí mismos como " ambientalistas " y escuchemos cómo empezó su compromiso político, cómo se desarrolló y cómo se amplió, podremos entender la justicia ambiental en el Valle.
Rodrigo Alatriste-Díaz es investigador del Centro Comunitario y Laboral de la UC Merced, y actual becario de Agentes de Cambio (Agents of Change). Su investigación de tesis doctoral estudia cómo las relaciones raciales y de clase se manifiestan en las políticas de salud y medio ambiente en el Valle de San Joaquín de California. Puede contactarse con él en Twitter en @ralatristediaz.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agentes de Cambio en la Justicia Ambiental. Agentes de Cambio capacita a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos en la ciencia y el mundo académico para replantear soluciones para un planeta justo y saludable.
Fotografía del encabezado: Lupe Martínez
Todos tenemos el poder de provocar cambios, aunque no lo reconozcamos.
Pero a veces es difícil de ver. Las redes sociales nos inundan con los impactos viscerales del cambio climático. Desde los megaincendios globales en California que destruyeron comunidades enteras hasta las devastadoras inundaciones en Europa y China este verano, parece que la desesperanza climática nos rodea.
Pero ¿qué pasaría si, en lugar de compartir las noticias negativas sobre el medio ambiente, empezáramos a actuar? Para mí, la acción significó crear HOPE: Humanos por la Oposición a la Contaminación y las Emisiones (por sus siglas en inglés Humans for the Opposition of Pollution and Emissions), un grupo de defensa dedicado a promover la alfabetización científica y a educar a los agricultores en comunidades de bajos ingresos e históricamente desatendidas. Con el avance del cambio climático, los problemas de las inundaciones, la contaminación y la sequía pueden ser difíciles de manejar sin ayuda externa. HOPE ayuda a las comunidades a gestionar esas cargas para garantizar la seguridad alimentaria y del agua. HOPE fomenta la unión y combate las realidades a menudo paralizantes del cambio climático.
Hemos podido trabajar en el oeste de Massachusetts compartiendo material educativo con grupos de bajos ingresos y subrrepresentados que ayudan a transmitir la importancia de la acción para combatir el cambio climático en su comunidad. Organizamos grupos de discusión, seminarios web y reuniones de pequeños grupos para debatir sobre cómo conseguir que la comunidad esté "preparada para el clima". Gracias a ello, hemos podido desarrollar una agricultura climáticamente inteligente y fortalecer la biota local a través de jardines autóctonos.
Sin embargo, no es necesario crear una nueva organización para marcar la diferencia, sino que se puede empezar por los hábitos individuales. He aquí algunos pasos que me han resultado útiles para seguir siendo positivo y orientado a la acción en cuestiones medioambientales.
Los psicólogos han dado un nombre a nuestro sentimiento colectivo de fatalidad: la eco-ansiedad. Este título sugiere que nuestras respuestas emocionales colectivas a toda la angustia que rodea al cambio climático son respuestas razonables a la devastación.
Pero, ¿qué pasa cuando nos inunda la eco-ansiedad? Vemos un vídeo en Instagram de una parte del océano en llamas, o un informe sobre temperaturas récord en el noroeste del Pacífico y un aumento de las muertes. Pasamos a Twitter y vemos un vídeo de Jeff Bezos yendo al espacio mientras nos adentramos cada vez más en una crisis de hambre impulsada por el clima. ¡Y estos fueron ejemplos solo de julio!
No solemos ver el bien oculto. Tenemos que prestar atención a esas caras amables de TikTok que nos enseñan a reciclar la ropa, o a los científicos que comparten en YouTube lecciones sobre la limpieza de lagos y ríos. En Twitter podemos seguir a científicos que saben cómo reducir la demanda global de uso del agua. En YouTube podemos aprender a reducir nuestro uso de plástico.
Al desintoxicar los mensajes negativos de nuestras fuentes digitales, podemos despejar el camino en nuestras mentes para las noticias e intervenciones positivas. He estado seleccionando mis redes sociales en torno a creadores que comparten esperanza, positividad y acción. En Instagram, esto incluye a gente como soulful_seeds, climateopti-mistspodcast, blackinenviron, goodenergy_project y grounded.hope. También sigo a personas que no suelen aparecer en el debate sobre el cambio climático: mujeres de color, grupos indígenas y creadores de contenido LGBTQIA+.
También concentro mi tiempo fuera de redes en fomentar las relaciones físicas con la gente de la comunidad, lo que me ayuda a salir de esta burbuja digital. Puedo ver y comprender las experiencias vividas por mi comunidad y, al mismo tiempo, aprender las formas en que la gente están lidiando activamente con la crisis climática.
Common Good City Farm (Crédito: DCErica/flickr)
El cambio comienza con una sola persona, idea o acción. Todos podemos generar un cambio positivo dando pasos fuera de nuestra zona de confort y desafiándonos a nosotros mismos.
Durante el verano del 2020, examiné los datos que demostraban que las comunidades con mayor población de minorías, de bajos ingresos y con capacidad limitada de hablar inglés eran mucho más propensas a vivir en o cerca de suelo o agua contaminados en comunidades postindustrializadas como Lawrence, Massachusetts, y Holyoke, Massachusetts. Cuando hablé con los miembros de la comunidad, se sentían frustrados porque no se escuchaban sus preocupaciones. Compartieron anécdotas sobre enfermedades, asma y cáncer, y querían una solución a sus crecientes preocupaciones. La noticia me devastó, pero tenía poder como miembro de la comunidad, como científica y como defensora de la justicia medioambiental para hacer algo.
Fue entonces cuando inicié el grupo de defensa HOPE. Con recursos, financiación e incluso apoyo limitados, recluté a personas que tenían la misma visión: conseguir que todo el mundo viviera en una comunidad con aire, suelo y agua limpios, sin la preocupación de enfermedades relacionadas con el medio ambiente. Aunque todavía estamos en nuestras primeras etapas, estamos desarrollando planes para abogar por la remediación de contaminantes en nuestro suelo y agua. También estamos trabajando actualmente con una organización de agricultura urbana de base llamada Nuestras Raices, donde estamos construyendo un jardín urbano nativo que contribuirá a mejorar la biodiversidad y a reforzar la resistencia climática de la agricultura. En el 2021, hemos estado trabajando en el desarrollo de simulaciones informáticas que demuestran cómo se mueven los contaminantes en las aguas subterráneas y cómo afecta a la salud de los consumidores. Todo este trabajo nos lleva a colaborar con los responsables políticos, los representantes de los distritos y las empresas para ayudar a eliminar estos contaminantes.
Comenzar HOPE fue un profundo salto fuera de mi zona de confort. Antes de comenzar mi doctorado en el 2019, no tenía experiencia formal en ciencias ambientales o justicia climática. Casi un año después, cuando comencé HOPE, me di cuenta de que cualquiera puede ser un agente de cambio cuando está equipado con conocimiento, optimismo y una misión. Cuando formé la junta directiva de HOPE, recluté personas de todos los ámbitos: profesores jubilados, bibliotecarios, estudiantes de secundaria, activistas locales y estudiantes de posgrado. Todos los directores se sentían igual, como si fuera un terreno desconocido, pero una vez que se sintieron cómodos con la ciencia, sintieron que podían pasar a la acción.
"Saber lo que hay que hacer elimina el miedo". Esta fue una cita en la que pensé mucho en los primeros días de la puesta en marcha de HOPE. Siempre habrá personas que actúen como un faro de esperanza en nuestra vida cotidiana, en nuestras comunidades y en nuestras noticias. Da los pasos necesarios para convertirte en un faro de esperanza para los demás.
En el 2018, trabajé en un proyecto para abordar los problemas de calidad del agua en una pequeña ciudad de Massachusetts. La gente de allí estaba preocupada porque, tras las fuertes tormentas, los aceites y la basura se corrían desde los aparcamientos hasta el suministro de agua. El presupuesto del año fiscal se estaba agotando, y el río seguía incumpliendo las normas de agua de la Agencia de Protección Ambiental.
Me asignaron a este proyecto con tres hombres blancos, todos ingenieros pero todos bastante diferentes: uno era del equipo de fútbol, otro era un autoproclamado vaquero que conducía un tractor a la escuela y el otro era un cantante de ópera de Long Island. Como la única mujer de color, al principio me resultó difícil hablar y ser líder. No sabíamos si podíamos ser nosotros mismos frente al otro. Eventualmente, nos unimos por un amor mutuo por la comida y la risa. Todos los días alguien traía un sabroso bocadillo, y alguien más proporcionaba chistes y noticias alegres. Tomaba una hora extra al día, pero la construcción de la comunidad y la amistad no tenían precio. Aprendí que tu equipo comienza contigo, así que constrúyelo con amabilidad y alegría.
Nuestra confianza mutua nos permitió lanzar ideas que sonaban tontas. Podríamos estar equivocados el uno frente al otro porque ese vínculo estaba muy bien establecido.
Trabajábamos 40 horas a la semana tratando de encontrar soluciones para esta ciudad. Necesitábamos más personas para ayudar, y pensamos en pedirles a los residentes que colaboraran. Ahí fue donde obtuvimos nuestra idea final: reclutar a niños de primaria como mensajeros para contarles a sus padres y a todos sus conocidos sobre los problemas del agua.
Era algo así como la campaña de reducir, reutilizar y reciclar, salvo que nuestra mascota era un vaquero llamado Runoff Randy y los niños obtenían el título de "Rain Wrangler" si convencían a suficientes personas para que se ofrecieran como voluntarios para la limpieza del río. Evitamos la negatividad -como que el río estaba contaminado o que la ciudad se estaba quedando sin dinero- y nos centramos en la importancia de la esperanza. Conseguimos inspirar a niños de todas las edades, a sus familias y a otros voluntarios para que trabajaran juntos en un problema que hacía sufrir a todos.
El resultado de este proyecto fue una solución a largo plazo para una comunidad que necesitaba una solución a un problema de calidad del agua. También pudimos transmitir la metodología a otros equipos de proyectos que trabajan en otras ciudades de Massachusetts. Al final de este proyecto, me convencí de que, con la suficiente esperanza y confianza, todo el mundo puede unirse.
Tener esperanza puede parecer ingenuo. Pero el cambio puede surgir de la esperanza, y es más fácil de lo que crees. Tome por ejemplo, la organización que he creado. Desde que empezamos en el 2020, hemos recaudado más de 10.000 dólares para la investigación sobre la calidad del agua y el clima. Hemos unido a docenas de personas interesadas en trabajar por un aire y un suelo limpios. Incluso hemos hecho planes para una campaña de reciclaje de primavera, en la que quienes necesiten ropa de moda podrán recibirla gratis, donada por quienes desean reciclar. Lo más importante es que HOPE es un importante recordatorio de la importancia de una acción y una idea.
Difundir una buena idea para reducir la cantidad de basura en su comunidad podría comenzar solo con usted y su compañero de cuarto, una iniciativa que podría crecer en escala a medida que se extiende la esperanza. Una idea puede propagarse como un incendio, convirtiendo algo individual en algo comunitario. Entonces, tal vez incluso eso gane fuerza, extendiéndose por las redes sociales y por todo el mundo.
Plantar semillas de esperanza puede suceder a través de la educación, la investigación, la escritura e incluso su pensamiento. Los buenos pensamientos pueden convertirse en buenas acciones, lo que puede ayudar a reducir la contaminación y las emisiones a nivel local, lo que puede crecer a nivel regional y tal vez a nivel nacional. Una pequeña idea puede inspirar a un número ilimitado de otras.
Por lo menos, ten esperanza en tu capacidad para ser el cambio.
Cielo Sharkus es una ingeniera en justicia climática, becaria de la NSF y candidata al doctorado en la Universidad de Massachusetts Amherst. Su trabajo explora la relación entre la ingeniería medioambiental, la justicia climática y las políticas públicas. Ella desarrolla modelos computacionales que analizan las condiciones socioeconómicas y medioambientales que perjudican la resiliencia humana en un escenario de catástrofe (por ejemplo, una inundación o una crisis de calidad del agua), haciendo hincapié en las comunidades socialmente vulnerables y de justicia medioambiental. Se puede contactar con ella en LinkedIn o a través de su página web.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agentes de Cambio en la Justicia Ambiental (Agents of Change in Environmental Justice). Agentes de Cambio (Agents of Change) capacita a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos en la ciencia y la academia para replantear soluciones para un planeta justo y saludable.
Fotografía del encabezado: Callum Shaw/Unsplash
El aire es espeso, con un humo que nos quema los ojos y los pulmones.
Me seco las lágrimas involuntarias que salen de mis ojos, intentando ver mejor a Laura a través del aire brumoso. Su hija le tira de la camisa, suplicándole que le dé una merienda. La madre de Laura entra para ver quién soy; sus ojos están nublados por las cataratas.
Estoy en el Ecuador andino para estudiar formas de hacer el aire más limpio. Le pregunto por la fuente del humo: el fuego que inició Laura en su estufa de barro, una hendidura de cenizas en el suelo, para hacerme un café.
"¿Por qué utiliza la cocina tradicional y no la de gas?" le pregunto.
"No tenemos gas ahora, y la camioneta no viene hasta la próxima semana", responde.
Parece que la leña es la única opción hoy en día.
No es un hecho raro en todo el mundo, especialmente en las regiones rurales y pobres de los países de ingresos bajos y medios. Para un tercio del mundo, unos 2.7 miles de millones de personas, las cocinas llenas de humo son la norma. Los pobres de todo el mundo queman combustibles de biomasa como la leña, el carbón vegetal o el estiércol en fuegos abiertos para satisfacer las necesidades diarias de cocina y calefacción. El humo y la contaminación resultantes provocan problemas de salud, con una carga de morbilidad estimada en 1.9 millones de vidas perdidas prematuramente cada año, y una pérdida económica estimada en 700 miles de millones de dólares por las vidas perdidas, los gastos sanitarios y la reducción de la productividad. Sin embargo, aunque la sustitución de estos combustibles de biomasa contaminantes por combustibles limpios, como el gas y la electricidad, promete un aire más limpio y una vida más sana, en estas partes del mundo los costos de los combustibles limpios impiden que las comunidades realicen plenamente el cambio.
Mientras que la biomasa suele recogerse fácil y gratuitamente de los bosques cercanos, los bordes de los bosques o las tierras de cultivo, el gas y la electricidad requieren un pago. Para los pobres de todo el mundo, las cuentas son sencillas: no hay suficiente dinero para utilizar combustibles limpios, así que queman la biomasa disponible gratuitamente tal y como ellos y sus antepasados han hecho durante miles de años.
La pobreza y la marginación les impiden utilizar opciones más limpias y sanas, lo que tiene consecuencias mortales. Sin embargo, un trabajo reciente realizado por mí equipo y por otros demuestra que cuando el gas se hace asequible y está disponible, la gente cocina con él extensamente y el resultado puede ser un aire más limpio y una vida más sana.
Soy un científico de la salud ambiental que trata de entender cómo reducir la contaminación del aire en los hogares mediante la promoción de tecnologías limpias para cocinar, y cómo diseñar políticas relacionadas que mejoren la salud humana. Me enfoco en entender lo que se interpone en el camino hacia entornos más limpios y saludables.
Echemos un vistazo a la India, el segundo país más grande del mundo y plagado de contaminación atmosférica y salud inadecuado. En el 2011, solo el 11% de los hogares rurales utilizaba principalmente gas licuado de petróleo (GLP), un popular combustible de combustión limpia, para cocinar; el resto quemaba biomasa. Desde entonces, más de 100 millones de hogares pobres recibieron una estufa de GLP, en gran parte gracias a las iniciativas gubernamentales que las hicieron más accesibles física y económicamente. Hoy en día, más del 90% de los hogares rurales tienen una estufa de GLP. Pero, para la mayoría de los hogares pobres y rurales, el costo del GLP sigue siendo prohibitivo: una sola recarga del cilindro puede costar hasta el 10% de su presupuesto mensual.
La historia es la misma en otros países de ingresos bajos y medios. El costo de los combustibles limpios es demasiado alto para que los hogares los utilicen regularmente para todas sus necesidades energéticas. Pero lo que no se sabe es si esos hogares utilizarían combustibles limpios para toda su cocina si fueran más asequibles.
Esto convierte a Ecuador en un caso único de estudio. En la década de 1970, el gobierno de Ecuador empezó a conceder subvenciones para reducir los costos del GLP como parte de una amplia reforma de apoyo social. En la actualidad, las subvenciones reducen el costo del GLP en aproximadamente un 80%, de unos 15 a 3 dólares por cilindro de 15 kilogramos. El impacto ha sido grande. En la década de 1970, el 80% de los hogares cocinaban principalmente con leña. Hoy, más del 90% cocinan principalmente con GLP.
En el 2019, mi equipo de investigación preguntó a 800 cocineros primarios de cuatro provincias del Ecuador costero y andino sobre sus experiencias y preferencias a la hora de cocinar. Casi todos dijeron que utilizaban el GLP para cocinar y que lo habían hecho durante 20 y 30 años. Dijeron que utilizaban el GLP todos los días, varias veces al día, para todo tipo de comidas.
Sin embargo, aunque todo el mundo utilizaba el gas de forma generalizada, aproximadamente la mitad de los hogares rurales y una quinta parte de los hogares semirurales seguían utilizando leña de vez en cuando.
Una de las razones era el reto de conseguir una recarga del cilindro de gas. A diferencia de lo que ocurre en los países más ricos, donde el gas llega directamente a la cocina, en Ecuador y en muchos otros países el gas para cocinar viene en un cilindro, muy parecido al tanque de propano que se utiliza a menudo para las parrillas de gas de patio. En nuestras encuestas, uno de cada tres participantes sólo podía rellenar el gas una vez cada dos semanas o incluso con menos frecuencia. Además, mientras que la mayoría de los hogares recibían los nuevos depósitos de gas directamente en su puerta, uno de cada cuatro tenía que hacer viajes de ida y vuelta de entre cuatro y ocho kilómetros, a menudo a pie, para conseguir recarga.
La dificultad de conseguir recargas de GLP hace que los hogares tengan que utilizar leña como combustible suplementario, ya sea para cuando se les acabe el GLP o, más comúnmente, como medio de racionar su GLP. La gente quiere usar el GLP y no quiere pasar un día sin poder usarlo. Por eso, la gente pospone el uso del GLP, sobre todo para las comidas copiosas, y vuelve a recurrir a la leña en su lugar.
La Organización Mundial de la Salud tiene un objetivo de exposición a las partículas finas de menos de 35 microgramos por metro cúbico de aire para los países que están pasando de la biomasa a una cocina más limpia. De los 157 cocineros principales de Ecuador, descubrimos que casi el 90% de ellos tenían una exposición inferior a ese objetivo, lo que indica que el gas de cocina barato, cuando se utiliza de forma sustancial, da lugar a exposiciones relativamente bajas. Pero también encontramos una fuerte asociación entre el uso de cocinas de leña y la exposición a la contaminación del aire a corto plazo. Esto indica que no basta con fomentar el uso del gas. También debemos centrarnos en eliminar, o casi eliminar, cocinar con biomasa como la leña.
Briquetas de biomasa. (Crédito: Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Polonia / flickr)
Cuando la gente toma "la decisión saludable" (o no), como usar letrinas, o comer alimentos más sanos, o comprar tecnologías que protegen la salud, como los purificadores de aire, siempre hay una razón: mi investigación busca esas explicaciones.
Las investigaciones suelen citar la falta de comprensión o de motivación como razón por la que la gente no toma la decisión saludable. Pero la pobreza, la falta de accesibilidad o la inadecuación para satisfacer sus necesidades hacen que la opción más saludable nunca haya sido una opción plausible.
Para Laura y su familia en la zona rural de Ecuador, su estufa de leña produce un humo que se ha acumulado en estalactitas de hollín solidificado en su techo. Ese mismo humo también daña sus pulmones. A pesar de reconocer estos efectos nocivos, Laura se siente estancada en sus prácticas culinarias, deseando poder usar exclusivamente gas pero sintiéndose incapaz; unas veces por el dinero y otras porque no hay gas que comprar.
La pandemia del COVID-19 está exacerbando el problema, provocando que cientos de millones de personas pierdan ingresos y se hundan aún más en la pobreza, e interrumpiendo las cadenas de suministro en todas partes, incluso en las zonas rurales de Ecuador, donde se detuvo el suministro de gas durante los cierres. Por lo tanto, es probable que más personas se vean empujadas a tomar esas "decisiones insalubres", tanto en el mundo como en EE.UU. Esto incluye renunciar a las necesidades básicas, pedir préstamos de alto interés para pagar las facturas, o depender de fuentes de energía que producen riesgo, como los combustibles de biomasa contaminantes, y utilizar hornos de gas para la calefacción.
En lugar de culpar a los cocineros, tenemos que hacer que la cocina de gas o eléctrica (la opción saludable) sea asequible y esté disponible. Tenemos que valorar los problemas sistémicos que impiden a la gente hacer la elección saludable. Podemos hacer que la opción saludable sea la más fácil: hacer que los combustibles limpios para cocinar sean baratos, reducir los costos de la electricidad, garantizar una calefacción o refrigeración adecuadas y asegurar que haya alimentos saludables asequibles en todos los barrios.
Tenemos los recursos para levantar a la gente y -tomando prestada una frase del difunto Kirk Smith- "hacer que la gente esté sana antes de ser rica".
Carlos Gould es investigador postdoctoral en la Universidad de Stanford. Puede ser contactado en Twitter en @gould_cf.
Este ensayo fue producido a través de la beca Agentes de Cambio en Justicia Ambiental (Agents of Change in Environmental Justice). Agentes de Cambio (Agents of Change) empodera a los líderes emergentes con antecedentes históricamente excluidos en la ciencia y la academia para replantear soluciones para un planeta justo y saludable.
Cocina interior en Etiopía. (Crédito: Rod Waddington / flickr)
En el 2014, comencé mi doctorado con la intención de estudiar los efectos de las altas temperaturas sobre la salud y la vulnerabilidad de diferentes poblaciones a esos efectos.
Pero el miembro de la facultad con el que iba a colaborar dejó mi institución. Terminó siendo una bendición disfrazada, porque otro miembro de la facultad se ofreció a trabajar conmigo en una investigación que me resultaba desconocida: la contaminación del aire en los hogares de Ghana, en África Occidental. Acepté con cautela y eso me convirtió en el investigador que soy hoy.
El acceso a la energía y la desigualdad son cuestiones importantes, polémicas y poco estudiadas en el ámbito de la salud pública. El acceso a la energía doméstica es fundamental para la salud humana: nuestros hogares necesitan energía para todo, desde cocinar hasta mantenernos calientes durante el invierno y frescos durante el verano. Pero no todo el mundo tiene acceso a fuentes de combustible saludables, lo que ha creado una crisis de "pobreza energética", en la que la falta de acceso a fuentes de energía modernas hace que tres mil millones de personas en todo el mundo recurran a la madera, el estiércol, el carbón vegetal u otros combustibles sólidos para cocinar y calentarse.
La pobreza energética se observa a menudo en los países de ingresos bajos y medios, pero las desigualdades energéticas existen también en los países de ingresos altos. Los veranos cada vez más calurosos obligan a millones de personas en EE.UU. - mayoritariamente de bajos ingresos y personas de color- a tomar decisiones difíciles sobre cómo mantenerse fresco o poner comida en la mesa. Ya sea en Ghana o en el Bronx, existen los recursos para proteger a las comunidades de los daños a la salud, pero los más afectados por estas desigualdades energéticas en los hogares siguen siendo los pobres y los marginados.
Cuando la gente quema combustibles sólidos, se expone a una combinación tóxica de partículas y gases que se asocia a 1,6 millones de muertes prematuras al año. ¿La solución? Ampliar el acceso a combustibles limpios como el gas licuado de petróleo (GLP).
Si lees esta última frase y pensaste "espera, ¿acaba de decir un investigador del clima y la salud que debemos aumentar el uso de los combustibles fósiles?" entonces, le invito a seguir leyendo y también a aprender cómo este tema se relaciona con la justicia.
Los hogares pobres en energía existen en todo el mundo, pero se concentran en los países de ingresos bajos y medios del África subsahariana, Asia y Sudamérica. Muchos de estos países tienen economías nacionales pobres, pero también presentan marcadas diferencias entre ricos y pobres.
Algunos países están tratando el uso de combustibles sólidos. India ha creado subvenciones para las familias pobres con el fin de aumentar el acceso a combustibles más limpios para cocinar; Ghana y Camerún están cambiando la infraestructura y la normativa del gas licuado de petróleo para mejorar la accesibilidad y la seguridad, como por ejemplo, cambiando quién es el propietario de las cilindros de gas. Por ejemplo, en Ghana, las cilindros han sido propiedad del consumidor, pero ahora esos cilindros serán propiedad de la empresa; y en lugar de rellenar su cilindro lo cambiaría por uno nuevo, lo que significa que los distribuidores se encargan de mantener y reparar los cilindros por seguridad.
En términos generales, a las personas con las que he interactuado en Ghana les gusta usar estufas de GLP, aunque el costo es un problema constante ya que el gobierno ya no lo subsidia. En un estudio del que soy coautor, los participantes discutieron sus impresiones sobre el uso de una estufa de gas licuado de petróleo.
Un participante explicó: "Es realmente útil. Realmente tengo tiempo. Puedo poner la comida al fuego y, si quiero lavar, también puedo hacerlo. Si fuera la muchia {estufa tradicional} no tendría tiempo para hacer todo eso. Si pones la comida, tienes que estar empujando la leña al fuego y avivarla. También hay humo. Con todo esto, ¿se puede hacer algo más mientras se cocina? No, no se puede".
Las evidencias demuestran que la transición de los combustibles sólidos al gas licuado de petróleo mitigará el calentamiento global en el futuro. La ciencia es complicada, pero se reduce a dos aspectos principales: 1) el uso de combustibles sólidos provoca la deforestación en muchos países porque los árboles que de otro modo capturarían el carbono se utilizan como combustible, y 2) el dióxido de carbono no es el único compuesto de efecto invernadero del que debemos preocuparnos. Por ejemplo, la combustión de combustibles sólidos produce una cantidad considerable de aerosoles (contaminación atmosférica por partículas), que pueden absorber más energía solar en la parte baja de la atmósfera y contribuir al calentamiento.
Pero hay incertidumbre, tanto en la ciencia (cuán grande sería el efecto), y cómo se implementarán estas políticas. Entonces, ¿merece la pena abandonar los combustibles sólidos aunque las alternativas sean los combustibles fósiles? La respuesta corta: sí. Los seres humanos de todo el mundo están experimentando malos resultados en materia de salud por el uso de combustibles sólidos.
Los pobres del mundo no son responsables del cambio climático; el 50% de las personas más pobres de nuestro planeta sólo han contribuido colectivamente al 7% de las emisiones mundiales acumuladas de gases de efecto invernadero desde 1990. Por lo tanto, reducir el uso de combustibles sólidos no va a provocar una enorme reducción de los gases de efecto invernadero, pero esto podría salvar vidas.
La quema de combustibles sólidos expone a las personas a partículas nocivas: la reducción de esa combustión evitaría infecciones de las vías respiratorias bajas en 440,000 bebés y una serie de otras enfermedades como el cáncer de pulmón, los derrames cerebrales y las cardiopatías en cientos de miles de adultos cada año. Estos efectos sobre la salud y las muertes son evitables, y la sociedad dispone de los recursos necesarios para llevar a cabo estas transiciones hacia alternativas más limpias.
Pero esos recursos están repartidos de forma desigual. A nivel mundial, la desigualdad de ingresos está disminuyendo, pero no es así en muchos países, concretamente en Ghana, según Oxfam y un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La economía ghanesa es la segunda de África Occidental y, a pesar del crecimiento económico, la desigualdad de ingresos ha aumentado. Oxfam escribe "...uno de los hombres más ricos de Ghana gana más en un mes que lo que podría ganar una de las mujeres más pobres en 1,000 años".
Entonces, si bien la pobreza absoluta puede estar disminuyendo, esto no resuelve los problemas de ingresos y de acceso a los que se enfrentan las familias de bajos ingresos cuando quieren alternativas más limpias para cocinar. La distancia que la mayoría de la gente tiene que recorrer para repostar su gas licuado de petróleo y el alto costo de ese gas (en relación con sus ingresos) son obstáculos importantes para el uso sostenido de un combustible limpio.
Estos obstáculos al acceso a la energía asequible no son exclusivos de Ghana- los problemas pueden parecer diferentes, pero la injusticia energética persiste también aquí en los EE.UU.
Mujer enciende su estufa para preparar el almuerzo, en el pueblo de Zorro, Burkina Faso. (Crédito: Ollivier Girard / CIFOR)
Ya estaba en los máximos 80 grados (° F) en un día de finales de primavera en la ciudad de Nueva York hace algunos años. Había cenado con amigos y estábamos afuera charlando. Unos jóvenes adultos al otro lado de la calle comenzaron una discusión que terminó en una pelea que se extendió a la calle. Recuerdo que una latina de edad avanzada que estaba en un escalón cerca de mí dijo “llegó el verano”. A menudo, la investigación se pone al día con el conocimiento cultural intuitivo.
En la actualidad, hay investigaciones sustanciales que demuestran que la exposición a las altas temperaturas está relacionada con una serie de enfermedades y con la muerte prematura, así como con niveles elevados de violencia y un menor rendimiento educativo en los niños.
Las investigaciones muestran que las personas pobres y los negros, los indígenas y las personas de color (BIPOC) experimentan veranos más calurosos en EE.UU. Esto puede deberse en parte a la sobrerrepresentación de las comunidades BIPOC en los estados más meridionales que tienen climas más cálidos. Sin embargo, hay investigaciones que demuestran que las comunidades BIPOC son más calurosas incluso dentro de las geografías compactas. Esto se debe probablemente a que las comunidades BIPOC tienen mayores cantidades de superficies impermeables (asfalto y hormigón) y menos espacios verdes que las comunidades blancas vecinas.
En otro trabajo, los colaboradores y yo demostramos que los negros son más propensos a gastar una gran proporción de sus ingresos en gastos de electricidad y calefacción en comparación con las comunidades blancas. Esta es una receta para la inseguridad energética: una combinación de demanda de energía, limitaciones financieras personales y comportamiento en respuesta a esas limitaciones. Es posible que hayas oído hablar del dilema "calentar o comer", que la gente ha utilizado para describir cómo, durante el invierno, la gente hace concesiones entre la comida y el calor. Pero con el cambio climático, tenemos que hablar de un dilema análogo: "insolación o quiebra". ¿La gente está renunciando a otras necesidades, como el enfriamiento, durante el verano, cuando realmente puede necesitarlo? Esto también es una injusticia energética.
Muchos países están trabajando para prevenir los resultados adversos para la salud en relación con la pobreza, y la pobreza energética en concreto. En Estados Unidos, hay estados que también dan prioridad a la salud en lo que respecta a las protecciones energéticas estacionales. Un total de 44 estados cuentan con protecciones contra el frío, lo que significa que los cortes de suministro están regulados para proteger a las poblaciones vulnerables durante el invierno. Son muchos menos los estados que cuentan con protecciones para el verano, que es una medida cada vez más importante con el cambio climático. Los recursos existen para proteger y apoyar a las personas incluso cuando sus finanzas personales impiden el uso de tecnologías que favorecen la salud.
Cuando era niño, mis propios problemas de salud inesperados llevaron a mis padres a la crisis financiera. No podían hacer frente a las facturas médicas y los cobradores empezaron a llamar. Mucha gente experimenta este tipo de problemas financieros que a menudo se extienden a otras áreas de sus finanzas, como los servicios públicos. Tuvimos la suerte de que no nos cortaran los servicios, pero a menudo pienso en las innumerables personas que han tenido este tipo de experiencias cuando hace mucho frío o mucho calor.
Las protecciones de los servicios públicos existen a nivel estatal, pero ponen de manifiesto que la eficacia de la refrigeración en verano no sólo se basa en poseer un aire acondicionado, sino en tener la suficiente seguridad energética para hacerlo funcionar. Ante estos problemas, los defensores de la justicia medioambiental dicen que hay que ampliar el acceso a los aires acondicionados y subvencionar el uso de la electricidad en verano con el Programa de Asistencia Energética a los Hogares con Bajos Ingresos, que históricamente se ha utilizado para financiar las necesidades de calefacción en invierno. Para mí, esta es una solución de sentido común.
Ola de calor en Brooklyn, junio de 2021. (Crédito: Marco / flickr)
Como investigador, he cerrado el círculo. Después de terminar mi doctorado, volví a la epidemiología de la temperatura y las disparidades térmicas como mi principal foco de investigación. Pero ahora tengo una apreciación de cómo la desigualdad energética, aunque se manifieste de forma muy diferente, es una preocupación en todo el mundo.
La energía doméstica es fundamental para la salud humana en Ghana, Estados Unidos y cualquier otra parte del planeta; y una sociedad equitativa es aquella que no permite que la gente enferme o muera por no poder pagar las necesidades básicas de energía doméstica. Sin embargo, la pobreza estructural y el racismo crean grandes obstáculos para que las comunidades pobres y marginadas puedan acceder, pagar y mantener un uso saludable de la energía en Ghana y Estados Unidos, a pesar de que las economías son radicalmente diferentes.
Los investigadores y los responsables políticos interesados en la equidad sanitaria medioambiental global deben considerar seriamente la importancia de la justicia energética para proteger a las poblaciones pobres y marginadas. Esto implica identificar las poblaciones más afectadas por la injusticia energética, identificar y estudiar las posibles intervenciones, examinar esas intervenciones por parte de los afectados y poner esa investigación en manos de quienes pueden actuar.
La lucha contra la pobreza energética y la inseguridad energética son elementos fundamentales para lograr la equidad en la salud ambiental de miles de millones de personas en todo el mundo.
El Dr. Daniel Carrión es becario postdoctoral en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, y pronto comenzará a ocupar un puesto como Profesor Asistente de Ciencias de la Salud Ambiental en la Escuela de Salud Pública de Yale. Estudia las desigualdades climáticas, energéticas y de salud a nivel mundial y nacional, con un enfoque en la salud de los niños. Síguelo en Twitter en @dcarrionenviro.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agentes de Cambio en la Justicia Ambiental (Agents of Change in Environmental Justice). Agentes de Cambio (Agents of Change) capacita a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos en la ciencia y la academia para replantear soluciones para un planeta justo y saludable.
Fotografía del encabezado: Cocina en interiores en Ghana. (Crédito: Ben Gray / flickr).
Durante más de dos décadas, mi madre ha trabajado en salones de uñas mal ventilados donde inhala vapores tóxicos que le han causado nuevos problemas de salud.
Del mismo modo, mi padre trabaja como obrero con salario bajo en un antiguo almacén donde el humo y el polvo contaminan el aire.
Como muchos, mis padres comprometen su salud para ganarse la vida.
En el 2015, un trabajador de 30 años estaba restaurando una bañera utilizando un decapante con un 85% a 90% de cloruro de metileno. Mantuvo la puerta del baño cerrada para que los vapores no se extendieran al resto de la casa. Dos horas más tarde, lo encontraron inconsciente, desplomado sobre la bañera. Lo llevaron a la sala de emergencias en pleno paro cardíaco. Al no responder a las medidas de salvamento, fue declarado muerto. Era padre de tres niños pequeños.
El cloruro de metileno (también conocido como diclorometano) es un producto químico tóxico del que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar. Recientemente publiqué la última serie de casos de muertes por esta sustancia química en JAMA Internal Medicine. Descubrí 85 narrativas inquietantemente similares entre 1980 y 2018, más de las que había reconocido la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Casi nueve de cada diez muertes eran trabajadores que solo intentaban hacer su trabajo. Desde 1985, los centros de envenenamiento de todo el país han recibido más de 37,000 llamadas sobre exposiciones al cloruro de metileno.
Cada año se producen aproximadamente 260 millones de libras de cloruro de metileno para uso humano en productos como decapantes, limpiadores, desengrasantes, adhesivos y selladores. Entre las actividades cotidianas en las que intervienen los decapantes de cloruro de metileno figuran el restaurandor de bañeras viejas, suelos, muebles, bicicletas y coches. También se utiliza para fabricar fotografías, productos farmacéuticos e incluso los populares granos de café descafeinado.
La EPA sabe que el cloruro de metileno es peligroso y mortal; sin embargo, las regulaciones sobre este químico, y miles de ellos, siguen siendo un parche y dejan a los trabajadores expuestos y en riesgo
Como estudiante de medicina y profesional de la salud pública, creo que las personas como mis padres no deberían tener que elegir entre trabajar y estar sanos. Las protecciones contra las sustancias químicas en Estados Unidos, especialmente en el lugar de trabajo, son inadecuadas. Y lo que es peor, no disponemos de la infraestructura necesaria para hacer un seguimiento de la magnitud de las intoxicaciones químicas, y mucho menos para resolverlas.
La muerte prematura del trabajador en 2015 es un caso ejemplar del efecto más fatal del cloruro de metileno: su capacidad para disminuir tu capacidad de respirar y mantenerse consciente.
En los años1800s, el cloruro de metileno se utilizaba como anestésico, pero los médicos descontinuaron la práctica tras comprobar que la anestesia podía conducir a la muerte. Una vez que entra en el torrente sanguíneo, el cloruro de metileno se metaboliza en el hígado y se descompone en monóxido de carbono -una sustancia química venenosa asfixiante- y formaldehído, un carcinógeno. Se metaboliza así durante horas después de la exposición. El cloruro de metileno también provoca ataques cardíacos y arritmias de aparición temprana en individuos vulnerables, lo que lleva a la muerte cardíaca súbita por la falta de oxígeno en los órganos vitales. Descubrimos que, en más del 60% de las autopsias, los trabajadores que murieron a causa del cloruro de metileno tenían indicios de enfermedad arterial coronaria, poseían corazones más grandes y pesados y tenían, por término medio, sobrepeso.
La exposición crónica al cloruro de metileno es bastante insidiosa - está clasificada como un probable carcinógeno humano y se asocia a raros cánceres de hígado y vesícula biliar, y a linfomas. Incluso la EPA reconoció que el cloruro de metileno es "probablemente cancerígeno en humanos por todas las vías de exposición".
Todas las muertes de nuestro estudio se produjeron en entornos con ventilación insuficiente y equipo de protección personal (EPP) inadecuado. Los vapores de cloruro de metileno son más pesados y densos que el aire, lo que hace que se sitúen cerca del nivel del suelo. Por lo tanto, ventilar un espacio de forma segura y adecuada se convierte en un reto: simplemente abrir las ventanas y utilizar ventiladores en la habitación es insuficiente. Cuando se trabaja en presencia de una alta exposición al cloruro de metileno, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA por sus siglas en inglés) exige un respirador de cara completa, a demanda de presión y con suministro de aire. El espacio tiene que estar muy ventilado con ventilación local y fuentes de aire fresco. Los guantes deben ser de polietileno/alcohol vinílico, ya que los guantes de látex, nitrilo, vinilo y neopreno no son resistentes al producto químico.
Antes de nuestro estudio, durante los últimos días de la administración de Obama en el 2017, la EPA concluyó que el uso de cloruro de metileno en la eliminación de pinturas y revestimientos suponía un riesgo irrazonable para los seres humanos. Propusieron la prohibición de su uso tanto en entornos comerciales como de consumo. Sin embargo, esta propuesta fue archivada cuando la administración de Trump asumió el poder al día siguiente. Mientras tanto, la Unión Europea prohibió los decapantes de cloruro de metileno para todos los consumidores y la mayoría de las aplicaciones comerciales en el 2012.
Las actividades cotidianas que involucran a los decapantes de pintura con cloruro de metileno incluyeron el reacabado de bañeras, pisos, muebles, bicicletas y automóviles viejos. (Crédito: Ciudad Año / flickr)
En su ensayo, la becaria de Agentes de Cambio (Agents of Change), Michelle Gin, escribió: "Cuando los consumidores expresan lo que quieren -opciones más seguras y saludables- los minoristas trabajarán con los distribuidores y fabricantes para satisfacer esa demanda." De hecho, un movimiento de base incentivado por las muertes de consumidores de alto perfil llevó a minoristas importantes como Lowe's, Home Depot e incluso Amazon a dejar de vender decapantes de cloruro de metileno en el 2018. En respuesta al creciente descontento de los consumidores, la EPA emitió una prohibición formal solo para el uso personal de los decapantes de cloruro de metileno en el 2019. Esta norma final es una victoria para el consumidor cotidiano que compra desprevenidamente decapantes de pintura que contienen esta sustancia química tóxica, pero sigue dejando intencionadamente desprotegidos a los trabajadores, una injusticia que la EPA debe rectificar.
Hace 35 años, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (NIOSH PPE por sus siglas en inglés) estimó que más de un millón de trabajadores estaban expuestos al cloruro de metileno. Hace siete años, la EPA admitió que al menos 230.000 trabajadores estaban expuestos directamente al cloruro de metileno de los decapantes. Estas cifras están subestimadas. No tienen en cuenta otros productos de cloruro de metileno y excluyen a los transeúntes desprevenidos que están expuestos indirectamente. Las infracciones de los requisitos de la OSHA en el lugar de trabajo, también persisten sin ser abordadas, y las más comunes incluyen la falta de monitorización de la exposición, la formación de los trabajadores sobre los peligros y las prácticas de trabajo seguras, y los EPI (PPE por sus siglas en inglés) adecuados. En su informe del 2010, la OSHA registró 7.220 infracciones totales desde el año 2000 durante 1.046 inspecciones en casi 300 industrias.
En el 2020, la EPA publicó una evaluación final de riesgos, en la que concluía que la exposición al cloruro de metileno creaba "riesgos irrazonables" para los trabajadores, los no usuarios profesionales, los consumidores e incluso los transeúntes en 47 de las 53 condiciones de uso. Sin embargo, en enero del 2021, la EPA retiró parte de la norma propuesta en el 2017 que habría protegido a los trabajadores. Existen alternativas seguras y eficaces. Entonces, ¿por qué la EPA continúa con este trato desigual a los trabajadores y la perpetuación de las intoxicaciones prevenibles?
Incluso los consumidores, para los que ahora están prohibidos los decapantes de pintura con cloruro de metileno, no están completamente protegidos bajo la última regla. Aún pueden estar expuestos mediante el uso de otros productos que contienen cloruro de metileno ampliamente disponibles, incluidos selladores y adhesivos. De hecho, documentamos muertes por estos productos. Al examinar el último informe anual del 2019 de los centros de envenenamiento de todo el país, se revelan casi 200 envenenamientos por estos otros productos.
La saga en curso del cloruro de metileno es una ilustración significativa de un problema más extenso y de larga data: las deficiencias de nuestros sistemas de vigilancia y notificación de salud pública. Si EE. UU. tuviera un sistema inteligente y eficiente para identificar y prevenir peligros, nuestro estudio no habría sido necesario. A pesar de seleccionar 10 fuentes de datos, es probable que las cifras no se informen porque no existe un sistema nacional de vigilancia para la exposición a sustancias químicas. Las muertes por cloruro de metileno pueden atribuirse erróneamente a "causas naturales" y la información de exposición crítica puede omitirse en los informes.
El liderazgo nacional actual debe invertir en la capacidad de nuestros sistemas estatales y federales para coordinar, rastrear y notificar rápidamente las enfermedades químicas relacionadas con los consumidores y el trabajo utilizando múltiples fuentes de datos, incluidos los registros de enfermedades y los registros médicos de los hospitals. Nuestra normativa debe garantizar que no sigamos sufriendo el conocido y ya descrito juego del "golpear al topo" con la industria química. Este fenómeno se refiere a cuando un compuesto tóxico como el cloruro de metileno es simplemente sustituido por otra sustancia peligrosa como el xileno, el etilbenceno y el tolueno. Estas "lamentables sustituciones" están ahora ampliamente disponibles en una ferretería cerca de usted, amenazando cualquier protección pasada que la prohibición de la EPA proporcionara a los consumidores.
Como médico y profesional de la salud, e hija de trabajadores con salarios bajos, creo que todos merecemos vivir una vida más saludable, ya sea en casa, en el trabajo o en el lugar de juego. La salud, después de todo, es un derecho humano.
El cuento de la precaución del cloruro de metileno y la experiencia personal de mis padres con las exposiciones nocivas no son más que un pequeño ejemplo de los miles de productos químicos nocivos a los que nos exponemos fácilmente.
Un principio básico de la salud pública es la prevención, y como sociedad podemos hacerlo mejor.
Annie Hoang es estudiante de medicina en la Universidad de California en San Francisco, y actualmente miembro de Agents of Change. Se la puede contactar en Twitter en @iamanniehoang.
Este artículo fue elaborado a través de la beca Agentes de Cambio en Justicia Ambiental. Agents of Change empodera a los líderes emergentes con antecedentes históricamente excluidos en la ciencia y la academia para reinventar soluciones para un planeta justo y saludable.
Fotografía del encabezado: Decapado de pintura en las áreas del cuadrante del Big Ben y la Torre Elizabeth. (Crédito: Parlamento del Reino Unido / flickr)
Como puertorriqueña, sé que muchas de nuestras comunidades todavía están sufriendo la devastación causada por el huracán María del 20 de septiembre del 2017.
Los titulares posteriores a la tormenta destacaron el aumento del moho y los repuntes de asma. Pero las dificultades para respirar en Puerto Rico no son nuevas: la isla puede, literalmente, dejarte sin aliento.
Los puertorriqueños están desproporcionadamente afectados por el asma: los niveles de asma en adultos son 1.3 veces superiores a los de EE.UU., y los niños puertorriqueños tienen el doble de probabilidades de padecerla en comparación con los niños estadounidenses. El asma, una enfermedad compleja en la que influyen tanto factores genéticos como ambientales, no sólo afecta a las rutinas diarias de las personas, sino que también cuesta a la economía estadounidense más de 80 billones de dólares al año debido a los gastos médicos, las ausencias al trabajo o la escuela, la pérdida de productividad y los gastos de transporte.
Esta problemática del asma es especialmente desafiante en Puerto Rico, donde el índice de pobreza supera el 40% -- los estudios a gran escala para abordar las causas del asma pueden costar millones de dólares. Además, el país sigue siendo blanco de tormentas tropicales lo que permite el crecimiento de hongos y enfermedades respiratorias. Esto se ve agravado por la falta de planificación, suministros y fondos para los desastres en las inadecuadas respuestas del gobierno estadounidense tras los desastres.
Entonces, ¿por qué los niveles de asma son mucho más altos en Puerto Rico? Uno de los responsables ocultos son las esporas de los hongos.
Las esporas de los hongos son para los hongos lo que las semillas para las plantas: permiten su reproducción. También tienen un impacto considerable en la salud pulmonar. Como las esporas de los hongos son microscópicas y se desplazan por el aire, pueden penetrar en las vías respiratorias superiores e inferiores, provocando síntomas de alergia y asma. Un estudio reciente descubrió que el aumento de las concentraciones de esporas de hongos se asociaba a un mayor número de reclamaciones de seguros de pacientes externos, hospitales y servicios de emergencias en Puerto Rico. Debido a su ubicación tropical en el Caribe, a los altos niveles de humedad y a las frecuentes inundaciones, Puerto Rico tiene concentraciones de esporas de hongos extremadamente altas: hasta 110.000 esporas por metro cúbico de aire, más del doble de la cantidad considerada "muy alta", según la escala de la Oficina Nacional de Alergias de Estados Unidos.
Pero los hongos siguen siendo subestimados como detonantes del asma en Puerto Rico. La exposición es difícil de medir y la evaluación del impacto de los hongos en el asma requiere estudios amplios y costosos. Además, el asma es una enfermedad compleja y, con mayor frecuencia, los estudios se centran en la genética, las infecciones virales y la contaminación, en lugar de la exposición a los hongos.
Además, las especies de hongos más comunes en el aire exterior de Puerto Rico no se incluyen en las pruebas comunes de alérgenos. La producción de extractos de hongos de alta calidad es difícil debido a los desafíos de la fabricación y la estandarización, lo que hace que los hongos sean ignorados en los paneles comerciales de extractos de alérgenos.
Durante la sección de alergias de mi curso de inmunología de posgrado, el profesor, un inmunólogo alergólogo, preguntó a los estudiantes: "¿Cuál es el alérgeno más común en Puerto Rico?" Estábamos recién salidos de nuestro curso de micología (el estudio de los hongos) donde el profesor nos dijo que los hongos eran el alérgeno más común, así que todos respondimos: "¡HONGOS!"
El profesor de inmunología nos dijo que estábamos equivocados y que eran los ácaros del polvo. Fue confuso que dos expertos me dieran respuestas diferentes. Pero como los hongos suelen quedar fuera de las evaluaciones de las alergias, cosas como los ácaros del polvo parecen ser el mayor problema de los alérgenos. Y aunque los estudios demuestran el potencial alergénico de las partículas de hongos en el aire del país, dada la falta de pruebas formales de alergia, los inmunólogos alergólogos de Puerto Rico continúan resistiéndose a dar más importancia a los hongos.
Los miembros de la Guardia Nacional de Puerto Rico están ayudando a las comunidades mientras los puertorriqueños intentan llegar a sus hogares en el área inundada después del paso del huracán María. (Crédito: Sargento José Ahiram Díaz-Ramos / Guardia Nacional)
He trabajado en varios estudios evaluando las concentraciones de esporas de hongos en el aire después del huracán María en comunidades de bajos ingresos en Puerto Rico. Recolecté muestras de aire en los hogares de las personas y escuché cómo compartían sus historias y experiencias durante y después del huracán. La carga en estas comunidades fue inmensa. Las casas dañadas en zonas propensas a las inundaciones siguieron inundadas meses después del huracán debido a las fuertes lluvias. Recuerdo una casa en la que todos los muebles y electrodomésticos se colocaron encima de bloques para salvarlos. En varias casas, las marcas de agua en las paredes mostraban la extensión de la inundación y el visible crecimiento del moho. Hasta el día de hoy, todavía tenemos casas con lonas azules sobre sus techos.
Este desastre también afectó la salud mental de las personas, desencadenando estrés y ansiedad ante la idea de que se produjeran más lluvias intensas. El efecto del huracán María en la salud mental de los puertorriqueños se refleja en los abarrotados supermercados y gasolineras, donde el agua embotellada y los alimentos enlatados siempre se agotan inmediatamente después de una advertencia de tormenta tropical.
El COVID-19 también ha forzado a todo el mundo a pasar más tiempo en interiores, lo que acentúa la necesidad de mejorar la calidad del aire interior. Es crucial incluir los hongos en esas evaluaciones. La mayoría de los hogares puertorriqueños tienen ventilación natural, lo que significa que las esporas de los hongos del exterior pueden entrar fácilmente por las ventanas y puertas
Aunque Puerto Rico ha sido impactado por tormentas tropicales y huracanes en el pasado, los efectos de estos eventos catastróficos en las comunidades fúngicas del aire en interiores siguen estando pobremente representados. Estoy trabajando para abordar estas brechas examinando los niveles de hongos en el aire en interiores como consecuencia de los daños causados por el agua y las viviendas inundadas por el huracán María en San Juan, Puerto Rico. Mis colegas y yo también estamos estudiando cómo responde el sistema inmunológico a la exposición a las esporas de hongos comunes que se encuentran en estos hogares. Estos datos ayudarán a arrojar información sobre las implicaciones para la salud humana de los eventos de inundaciones en Puerto Rico y otras zonas propensas a las inundaciones.
Con educación, los pacientes con asma pueden tomar el control sobre su enfermedad. Primero, los pacientes asmáticos deben identificar si las esporas de hongos son uno de sus detonantes. Para las personas en San Juan, la aplicación TOTAAL - (Tropical Outdoor Triggers of Asthma and Allergies / Detonantes Tropicales del Asma y las Alergias al Aire Libre) puede ayudar al comparar sus síntomas de asma con los niveles diarios de esporas de hongos en la ciudad.
Fuera de la capital, dado que las concentraciones de esporas de hongos siguen un patrón estacional con niveles máximos durante los meses lluviosos de septiembre a noviembre, los calendarios de esporas de hongos pueden ayudar a evaluar si los pacientes son alérgicos. Los niveles de esporas de hongos también siguen un ritmo circadiano, aumentando a primeras horas de la mañana, por lo que se recomienda utilizar un purificador de aire con filtros de partículas de alta eficiencia (HEPA) durante esas horas para disminuir la exposición mientras se duerme. Y dado que los niveles de esporas de hongos aumentan después de las precipitaciones, la gente debería evitar salir después de la lluvia.
La educación y la concienciación comienzan a nivel comunitario. Organizando actividades educativas (como enseñar a los pacientes a reconocer los detonantes de sus síntomas y demostraciones prácticas de lo que son los hongos en el aire) en las comunidades afectadas, y transformando los datos en acción mediante el desarrollo de directrices durante los esfuerzos de recuperación después de las inundaciones que incluyan entrenamiento en prevención y remediación de hongos para los líderes de la comunidad, podemos empoderar a los pacientes para que tomen su salud en sus propias manos
Pero Puerto Rico también necesita colaboración. Necesitamos ayuda de los Estados Unidos y del gobierno local para brindar una mejor respuesta de emergencia después de desastres naturales, y ayuda en forma de reparaciones de viviendas y purificadores de aire como parte de los esfuerzos de recuperación.
Puerto Rico es un territorio no incorporado de EE.UU., pero nuestro entorno, condiciones, necesidades, vulnerabilidades y circunstancias son diferentes a las de EE.UU. Nuestra mayor prevalencia de asma, las condiciones ambientales tropicales y húmedas, las constantes inundaciones y las altas concentraciones de hongos en el aire son sólo algunas diferencias críticas.
Cuatro años después del huracán María, Puerto Rico aún está lejos de recuperarse. Necesitamos la aprobación y liberación de fondos federales iguales y rápidos para comenzar los esfuerzos de reconstrucción, especialmente para la red eléctrica. Necesitamos una evaluación actualizada de la planificación de desastres de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) para Puerto Rico. Necesitamos ser tratados con seriedad, sin discriminación y con el mismo respeto que los ciudadanos estadounidenses que viven en los 50 estados de EE. UU. Estas acciones tendrán un impacto positivo en la respuesta y recuperación después del desastre, no solo para la salud respiratoria sino también para el bienestar general de los puertorriqueños.
Lorraine N. Vélez-Torres es candidata al doctorado en Microbiología y Zoología Médica en la Universidad de Puerto Rico - Recinto de Ciencias Médicas. Está realizando una investigación sobre la concentración, composición e inmunotoxicidad de los hongos tras el huracán María en San Juan, Puerto Rico. Puede contactarse con ella en lorraine.velez1@upr.edu; en Twitter @LorenaNicola28, o en LinkedIn.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agentes de Cambio en la Justicia Ambiental. Agentes de Cambio empodera a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos en la ciencia y la academia para replantear soluciones para un planeta justo y saludable.
Fotografía del encabezado: Guardacostas entregan suministros de FEMA a las áreas de Puerto Rico afectadas por el huracán María. (Crédito: Noticias de la Guardia Costera / flickr)
Una investigación sobre las repercusiones en la salud mental de la contaminación del aire y el agua en el oeste de Pensilvania encontró pruebas alarmantes de que los residentes de toda la región probablemente están sufriendo cambios en sus cerebros debido a la contaminación del entorno.
El reportaje también descubrió la creciente brecha en la atención a la salud mental, ya que cada vez hay más personas traumatizadas por el empeoramiento del cambio climático.
Estas son las historias:
Historia 2: Cómo el agua contaminada contribuye a las enfermedades mentales
Historia 3: ¿Te sientes ansioso por el cambio climático? Los expertos dicen que no estás solo
Historia 4: Cómo afrontar la inminente crisis de ansiedad climática
Historia 5: Buscando soluciones: Contaminación y salud mental en el oeste de Pensilvania
La colaboración entre Environmental Health News y The Allegheny Front reveló:
Esta serie descubrió una inquietante relación entre la contaminación común del aire y el agua, el cambio climático y la salud mental de las personas, pero también reveló que tenemos que hacer más para que la gente no sufra de esta manera.
Destacamos los principales estudios en los EE.UU. y otros países que examinan la exposición ambiental y la salud mental, pero el campo es emergente y los datos son escasos. Las agencias estatales y federales responsables de regular los tóxicos en nuestro aire y agua no tienen en cuenta cómo influye esta contaminación en nuestro cerebro. Esto tiene que cambiar.
Esta investigación debería impulsar más investigaciones científicas regionales y nacionales sobre la interrelación del medio ambiente y nuestra salud mental.
Los organismos reguladores deberían prestar atención a este campo en crecimiento y tener en cuenta el cerebro de los niños y los adultos a la hora de tomar medidas contra los contaminadores.
Nadie debería sufrir una enfermedad mental por el lugar donde vive o por la ansiedad y el estrés derivados de la crisis climática. Esta serie arroja luz sobre un impacto subestimado de los agravios medioambientales y esperamos que fomente las conversaciones y la acción sobre la salud mental.
Environmental Health News es una organización- galardonada no partidista dedicada a impulsar la ciencia en el debate público y la política. The Allegheny Front es un galardonado- medio de comunicación público centrado en noticias medioambientales relevantes para el oeste de Pensilvania. La serie ha sido posible gracias a los fondos de Pittsburgh Media Partnership.
Siga las repercusiones de esta investigación en Twitter con el hashtag #EHNmentalhealth
Fotografía del encabezado: Melanie Meade afuera de su casa en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)
Una nueva investigación revela que el aire contaminado está vinculado a los problemas de salud mental, dejando a los niños del oeste de Pensilvania y a las comunidades de justicia ambiental en alto riesgo.
PITTSBURGH-Melanie Meade se ha convertido en el rostro de la defensa del aire limpio en su comunidad, que se encuentra a la sombra de uno de las zonas industriales más contaminantes del oeste de Pensilvania.
Durante ocho años ella ha participado en reuniones comunitarias, mítines y conferencias de prensa, y ha aparecido en las noticias locales sobre la epidemia de asma infantil y las altas tasas de cáncer de su comunidad. Su mensaje a los responsables políticos y a U.S. Steel, que opera la zona industrial, Clairton Coke Works, es sencillo: Merecemos tener acceso a un aire limpio y saludable.
Es una labor de amor, pero ha tenido un costo emocional.
"Cuando me enteré de que Clairton -un pueblo de sólo tres millas cuadradas- tenía asma infantil en más del doble de la tasa nacional, pensé que en cuanto otras personas lo supieran gritarían y llamarían a Oprah por teléfono y las cosas tendrían que cambiar", dijo Meade a EHN. "No ha sido así".
En cambio, Meade dice que a menudo siente que sus apasionadas súplicas son respondidas con un gesto de indiferencia, lo que ha contribuido a su ansiedad y depresión.
"Te hace sentir derrotada", dijo. "Te preguntas, ¿debería haber dedicado más tiempo a mi propia familia y a mis hijos en lugar de luchar para tratar de resolver estos problemas?".
Meade no es la primera activista que se siente descorazonada por la lentitud de los avances. Pero recientes descubrimientos científicos apuntan a otro factor de riesgo: La exposición a la contaminación del aire provoca cambios en el cerebro que aumentan el riesgo de padecer enfermedades mentales.
Y a pesar de los grandes avances de las últimas décadas, esto deja a millones de personas en Estados Unidos en riesgo, ya que aproximadamente cuatro de cada 10 residentes de Estados Unidos viven en condados con contaminación del aire poco saludable, según el informe State of the Air del 2021 de la American Lung Association (Asociación Americana del Pulmón). El informe analizó el ozono y la contaminación por partículas a corto y largo plazo, y las personas de color tenían un 61% más de probabilidades de vivir en un condado con una calificación deficiente en una de las categorías de contaminación.
El oeste de Pensilvania tiene una de las peores calidades de aire del país:
● El condado de Allegheny (que abarca a Clairton y Pittsburgh) solo ha logrado el cumplimiento total con los estándares federales de calidad del aire una vez en toda su historia: en el 2020, cuando los cierres relacionados con COVID-19 redujeron las emisiones;
● A pesar de esa reducción en las emisiones, los residentes aún experimentaron un promedio de un día a la semana de aire poco saludable en el 2020;
● La región recibe constantemente calificaciones de "F" por la calidad del aire por parte de la Asociación Americana del Pulmón;
● El condado de Allegheny está en el 2% superior de todos los condados de EE. UU. en cuanto a riesgo de cáncer por contaminación del aire;
● Las escuelas primarias locales cercanas a las instalaciones contaminantes experimentan tasas de asma infantil tan altas como 30%, más del triple del promedio nacional del 8% y del promedio estatal del 10%;
● El cambio climático está provocando fenómenos meteorológicos extremos en la región que aumentarán el riesgo de exposición a la contaminación del aire.
● La contaminación del aire no es solo un problema urbano; muchas zonas rurales del oeste de Pensilvania también experimentan la contaminación del aire por la industria del petróleo y el gas.
Además de los problemas de contaminación del aire, la región también experimenta una carga sustancial de enfermedades mentales. Nuevas investigaciones indican que la exposición a la contaminación del aire en la infancia puede afectar a nuestra salud mental en la edad adulta, y relacionan los picos de contaminación del aire con un mayor número de visitas a urgencias por enfermedades mentales entre los niños. Mientras tanto, las comunidades del oeste de Pensilvania con el mayor nivel de contaminación del aire a menudo se enfrentan a otras dificultades que afectan negativamente a la salud mental -como la pobreza, la delincuencia y el racismo- y carecen de acceso a los recursos de salud mental.
"Los científicos solían suponer que la contaminación del aire afectaba principalmente a los pulmones", dijo a EHN Aaron Reuben, investigador y candidato a doctorado en psicología clínica de la Universidad de Duke. "Con el tiempo aprendimos que también impacta en el corazón. Ahora nos hemos dado cuenta de que la contaminación del aire impacta en todos los sistemas de órganos que hemos analizado, incluido el cerebro."
Vista de U.S. Steel Edgar Thompson Works desde Eighth Street y Halket Street en Braddock, PA. (Crédito: Njaimeh Njie)
En abril, Reuben publicó un estudio pionero sobre la contaminación del aire y la salud mental que llevaba más de dos décadas elaborando.
Se descubrió que cuanta más contaminación del aire se exponía a las personas en su infancia, más probabilidades había de que padecieran enfermedades mentales al cumplir los 18 años - edad en la que suelen aparecer los primeros síntomas.
En lugar de centrarse en un diagnóstico específico, como en la mayoría de los estudios anteriores, los investigadores examinaron las respuestas de los participantes en el estudio a preguntas detalladas de la encuesta sobre muchos síntomas, como la dependencia del alcohol, el cannabis y el tabaco; el comportamiento antisocial; los trastornos alimentarios; la depresión; la ansiedad; el estrés postraumático; y los delirios y alucinaciones.
"La evaluación de los síntomas nos da más información sobre cuántos síntomas diferentes tienen las personas y en qué nivel de gravedad", dijo Reuben.
"La idea de que hay un trastorno específico que la gente padece como un interruptor de encendido o apagado está realmente desfasada", añadió. "La enfermedad mental no es binaria. No estamos simplemente deprimidos o no deprimidos. Todos andamos con síntomas de angustia mental que nos resultan más o menos molestos en función de lo que ocurra en nuestras vidas y de nuestra capacidad para regular esa angustia."
El estudio de Reuben utilizó datos sobre dos contaminantes del aire vinculados a la alteración de la salud cerebral en estudios anteriores: Las PM2,5 (partículas contaminantes microscópicas generadas durante los procesos industriales y la combustión de combustibles fósiles y madera) y los óxidos de nitrógeno (contaminantes asociados a la quema de combustibles fósiles de las centrales eléctricas, las emisiones de los vehículos y algunos emplazamientos industriales). Sólo la exposición a los óxidos de nitrógeno mostró evidencias claras de empeoramiento de la salud mental, pero Reuben dijo que es probable que otras sustancias químicas de la contaminación del aire tengan efectos similares.
"Cuanto más estudiamos los contaminantes del aire adicionales, menos seguro estoy de que haya alguna clase que no dañe el cerebro", dijo.
Aunque su investigación no demuestra que la contaminación del aire provoque enfermedades mentales, Reuben dijo que sí indica que la exposición a la contaminación del aire puede aumentar moderadamente la gravedad de las enfermedades mentales y aumentar sustancialmente la carga social y financiera de las enfermedades mentales en las comunidades.
Estos resultados tienen importantes implicaciones para el oeste de Pensilvania.
Entre el 2018 y el 2020, el 40% de los adultos en el condado de Allegheny informaron haber tenido uno o más días en los que su salud mental "no era buena", según datos estatales. Esa cifra fue aún más alta -53%- entre las personas de 18 a 44 años. Estas cifras fueron más altas en el condado de Allegheny que en la mitad de los otros condados de Pensilvania, y ligeramente más altas que los promedios estatales.
Se calcula que el 13% de los adultos del condado de Allegheny dijeron que su salud mental no fue buena durante 14 o más días en el último mes. Esa cifra era ligeramente superior en la ciudad de Pittsburgh, con un 15%, y aún más en Clairton, con un 18%. Esto sitúa a Clairton en el peor 25% de las ciudades estadounidenses en cuanto al porcentaje de adultos que experimentan 14 o más días de mala salud mental cada mes.
Pensilvania se encuentra entre los 10 primeros estados de EE.UU. en cuanto a gasto en salud mental. Los funcionarios del condado de Allegheny han dicho que esperan asegurar 25 millones de dólares en fondos federales de la ayuda del COVID-19 para destinarlos a los servicios de salud mental, drogas y alcohol, lo que elevaría la cantidad total presupuestada para esos servicios para el 2021 a 500 millones de dólares.
El estudio de Reuben era relativamente pequeño, pero muchos otros estudios realizados en todo el mundo han demostrado la relación entre la exposición a la contaminación del aire y los problemas cognitivos (incluyendo la demencia y la enfermedad de Alzheimer) y las enfermedades mentales.
Vista de Clairton Coke Works en Clairton, PA. (Crédito: Njaimeh Njie)
Un estudio publicado a principios de este mes descubrió un marcador genético de la depresión que hace que las personas sean más susceptibles a la depresión desencadenada por la contaminación del aire, lo que supone la primera vez que los científicos demuestran una relación directa entre la exposición a la contaminación del aire y el funcionamiento del cerebro a nivel neurológico.
Un estudio masivo del 2019 analizó los datos de salud mental de 151 millones de personas en Estados Unidos y de 1,4 millones de personas en Dinamarca y encontró que los períodos prolongados de mayor contaminación del aire en las zonas urbanas estaban relacionados con un aumento del 16% en los casos de trastorno bipolar y un aumento del 6% en los diagnósticos de depresión.
"Vimos asociaciones significativas entre la calidad del aire y las enfermedades mentales, incluso después de controlar otros factores que podrían causar enfermedades mentales", dijo a EHN Andrey Rzhetsky, coautor del estudio y profesor de medicina en la Universidad de Chicago. "Personalmente me sorprendió lo fuerte que era la señal".
Los investigadores disponían de datos más detallados sobre el grupo de Dinamarca, dijo Rzhetsky, y la relación entre la contaminación del aire y las enfermedades mentales para ese grupo era aún más fuerte: La exposición a la contaminación del aire estaba relacionada con un aumento del 31% en trastorno bipolar, un aumento del 104% en esquizofrenia, un aumento del 210% en trastorno de la personalidad y un aumento del 68% en depresión mayor.
Además de ser mucho más amplio, el estudio de Rzhetsky se diferenciaba del de Reuben en que analizaba los diagnósticos oficiales de enfermedad mental en lugar de los síntomas y tenía en cuenta los efectos de 87 contaminantes del aire diferentes. Esto hace que sea difícil comparar los dos estudios, dijo Rzhetsky, pero pensó que el estudio de Reuben estaba "muy bien diseñado". Ambos estudios tienen limitaciones similares, como basarse en la modelización de datos para calcular la exposición de las personas a los contaminantes del aire.
Los científicos siguen tratando de averiguar qué ocurre exactamente en los cerebros expuestos a la contaminación del aire que afecta a la salud mental y la cognición, pero muchos piensan que está relacionado con la inflamación que provoca la contaminación del aire. La inflamación crónica en el cerebro puede dañar las neuronas que intervienen en las respuestas reguladoras del cerebro y del sistema nervioso, lo que a su vez puede afectar a la salud mental.
"Los estudios en modelos con animales han demostrado que hay tres vías diferentes por las que los contaminantes del aire pueden llegar al cerebro y causar inflamación", dijo Rzhetsky. "Una es a través de los pulmones, entrando en la barrera hematoencefálica. Otra es a través de las neuronas olfativas que conectan la nariz con el cerebro, y la tercera es a través del estómago y el sistema digestivo".
Cuando los contaminantes entran en el cerebro a través de estas vías, explicó, "se crea una inflamación persistente en el cerebro que puede causar síntomas en los animales que simulan cosas como la depresión o la enfermedad bipolar".
Niños jugando en un evento anual "Trunk or Treat" en Braddock Avenue y Library Street, en Braddock, PA. (Crédito: Njaimeh Njie)
Las investigaciones sugieren que la exposición, incluso a breves alzas de contaminación del aire, aumenta las visitas a la sala de emergencias (ER) por crisis de salud mental en los niños.
Cole Brokamp, profesor asistente de pediatría en el Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati y la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati, fue el autor principal del primer estudio que analizó la exposición a corto plazo a la contaminación del aire y los efectos en la salud mental de los niños. Ese estudio del 2019 encontró que los niños expuestos a grandes cantidades de contaminación del aire tenían más probabilidades de terminar en la sala de emergencias por un problema de salud mental unos días después que los niños con menor exposición.
Brokamp analizó cinco años de datos de la sala de emergencias de más de 6,800 niños menores de 18 años que acudieron al Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati por problemas psiquiátricos que incluía ansiedad, depresión, trastorno bipolar, tendencias suicidas, trastornos de la personalidad y esquizofrenia.
Los investigadores estimaron la exposición de los niños a las PM2,5 de los tres días anteriores a su visita a la sala de emergencias y determinaron que cada aumento de la exposición a las PM2,5 de 10 microgramos por metro cúbico estaba relacionado con un gran aumento de las visitas a la sala de emergencias, a pesar de que todas las exposiciones diarias se mantuvieron por debajo de las normas de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
Brokamp señaló que unos pocos estudios han investigado el vínculo entre la salud mental de los niños y la exposición a la contaminación del aire, pero sus hallazgos probablemente representan la punta del iceberg.
"Nuestro estudio sólo captó a los niños con enfermedades mentales lo suficientemente graves como para provocar una visita a la sala de emergencias", declaró Brokamp a EHN. "También tenemos que pensar en cómo puede afectar o no a las personas que tienen una depresión o ansiedad más leves. Puede que nunca acudan a la sala de emergencias, pero eso no hace que sus problemas de salud mental sean menos importantes."
Nadie ha estudiado aún si existe un vínculo entre la contaminación del aire y las visitas a urgencias por enfermedades mentales en el oeste de Pensilvania. EHN se puso en contacto con el Departamento de Salud de Pensilvania, el Departamento de Salud del Condado de Allegheny y los dos sistemas hospitalarios más grandes del oeste de Pensilvania (Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh y Allegheny Health Network) para solicitar datos sobre las visitas de niños a la sala de emergencias por enfermedades mentales, y ninguna pudo proporcionar esos datos. Pero las alzas sustanciales en la contaminación del aire son frecuentes en la región.
El nivel medio de exposición diaria estimada de PM2.5 en el estudio de Brokamp que condujo a un aumento de las visitas a la sala de emergencias de salud mental para los niños fue de 10.5 microgramos por metro cúbico de aire. Según un análisis de EHN de los datos de la EPA, uno o más de los monitores de aire en el condado de Allegheny registraron promedios diarios de PM2.5 superiores a 10.5 μg/m3 durante unos cuatro meses en el 2020 (129 días)- y el 2020 fue uno de los mejores años de la historia reciente en la calidad del aire en la región.
"Estamos preocupados por los resultados de este estudio y este análisis del aire de Pittsburgh", dijo a EHN Patrick Campbell, director ejecutivo de la organización por la defensa del aire limpio con sede en Pittsburgh, Grupo contra el Esmog y la Contaminación (GASP). "Esperamos que nuestros funcionarios de salud pública se lo tomen en serio".
El estudio de Brokamp forma parte de un conjunto creciente de investigaciones que indican que la exposición a la contaminación del aire es dañina para la salud humana a niveles muy por debajo a los límites legales actuales.
La norma federal de 24 horas para las PM2.5 es de 35 microgramos por metro cúbico de aire. El Departamento de Salud del Condado de Allegheny, que supervisa la calidad del aire en la región, aún no ha publicado su informe anual de calidad del aire para el 2020, pero en el 2019 uno de los monitores de aire del condado (el más cercano a Clairton) registró niveles de PM2.5 en 24 horas que superaron esa norma en nueve días. El nivel más alto registrado fue de 66.4 microgramos de PM2.5 por metro cúbico de aire, casi el doble del nivel actualmente permitido por la ley en EE.UU. Se espera que la EPA endurezca los estándares de PM2.5 en el 2022.
Chris Togneri, el oficial de información de salud pública del Departamento de Salud del condado de Allegheny, dijo que la agencia ha tomado medidas significativas para mejorar la calidad del aire en la región en los últimos años.
"El Departamento de Salud cree que todos merecen un aire saludable", dijo Togneri a EHN, señalando que el Programa de Calidad del Aire de la agencia, que incluye alrededor de 50 empleados, "opera una de las redes de monitoreo de aire más densas de la nación", que consiste en 16 sitios de monitoreo de aire aprobados por la EPA que se analizan regularmente para determinar si los monitores deben ser añadidos o reubicados.
También señaló las mejoras recientes en el sistema de alerta de la calidad del aire y en el panel de control de la calidad del aire de la agencia, con el fin de que la información sobre la calidad del aire sea más accesible para el público en general.
"En general", dijo, "los esfuerzos del Departamento de Salud han dado como resultado algunas de las mayores mejoras en la calidad del aire en los Estados Unidos".
La contaminación del aire no respeta las fronteras geopolíticas, por lo que los efectos de la contaminación del aire en la salud mental son relevantes para todos los habitantes del oeste de Pensilvania. Pero muchas de las comunidades que experimentan los niveles más altos y los picos más frecuentes de contaminación del aire también experimentan otros factores de estrés de la comunidad como la pobreza, la delincuencia y el racismo.
En el estudio de Brokamp, los niños de vecindarios con altos niveles de pobreza eran los más propensos a sufrir una crisis de enfermedad mental tras los picos de contaminación del aire. Dijo que esto podría deberse a que la pobreza y el crimen causan estrés, lo que resulta en una inflamación que puede dañar el cerebro y el sistema inmunológico, lo que podría empeorar los impactos similares de la exposición a la contaminación del aire.
En el oeste de Pensilvania abundan los ejemplos de lo que algunos investigadores denominan "códigos postales tóxicos"- regiones en las que una combinación de injusticia ambiental, racismo y pobreza crea impactos negativos sustanciales en la salud.
Por ejemplo, el Valle del Monongahela (comúnmente conocido como el "Valle del Mon"), un antiguo corredor siderúrgico de municipios desde el extremo sur de Pittsburgh hasta la frontera con Virginia Occidental, incluyendo Braddock, Duquesne, Clairton, McKeesport, Charleroi, Monessen y Uniontown, ve regularmente alzas extremas de contaminación del aire que dan lugar a uno de los aires más sucios del país.
Los municipios de Mon Valley tienen índices de pobreza que oscilan entre el 16% - 40%, significativamente más altos que el índice de pobreza del condado de Allegheny, que es del 11%, y el índice de pobreza del estado, que es del 12%. Varias de estas comunidades también tienen porcentajes sustancialmente más altos de residentes negros en comparación con el estado o la región en su conjunto: El condado de Allegheny tiene un 13% de población negra y Pensilvania un 12%, en comparación con Duquesne, que tiene un 57% de población negra; Braddock, que tiene un 67% de población negra; y Clairton, que tiene un 38% de población negra.
Johnstown, una antigua ciudad siderúrgica a unos 65 kilómetros al este de Pittsburgh, que tiene un porcentaje de residentes negros ligeramente superior a la media estatal (15%) y una tasa de pobreza del 38%, tuvo el mismo número de días de aire insalubre que Pittsburgh en el 2020 a pesar de tener una población quince veces menor (19.569 y 300.286, respectivamente).
Y es probable que la exposición a la contaminación del aire en estas comunidades agrave los efectos sobre la salud mental de una forma que los investigadores y los funcionarios de salud pública no reconocen plenamente.
Maggi Barton, portavoz del Departamento de Salud de Pensilvania, declaró a EHN: "La División de Epidemiología de Salud Ambiental del DOH no ha investigado la relación entre la contaminación del aire y la salud mental."
Togneri dijo a EHN que los programas de salud mental del condado de Allegheny están gestionados por el Departamento de Servicios Humanos, que es una agencia independiente, y que aunque esa agencia evalúa algunas causas subyacentes de las enfermedades mentales, no tienen acceso a los datos de las personas con seguro privado, lo que limita lo que pueden investigar.
También señaló que el Departamento de Salud ha promulgado una nueva legislación destinada específicamente a mejorar la calidad del aire en el valle de Mon, que se convirtió en ley en septiembre. En ella se exige a 18 industrias contaminantes locales que afectan a la calidad del aire en Mon Valley (incluida la Clairton Coke Works) que reduzcan sus emisiones cuando se prevean condiciones meteorológicas que atrapen los contaminantes cerca del suelo.
Campbell, conjuntamente con GASP, dijo sobre la legislación: "No es una regulación perfecta, pero estamos viendo modestas mejoras tanto en términos de calidad del aire como en la forma en que los funcionarios de salud están comunicando los días de calidad de aire pobre... y cualquier mejora es una buena noticia, incluso si no se está moviendo tan rápido como nos gustaría que fuera".
"La gente se muestra reacia a pedir ayuda solo una vez, y mucho menos a tener que pedir ayuda para llegar allí también", dijo Melanie Meade, defensora del aire limpio de Clairton. (Crédito: Njaimeh Njie)
Las comunidades empobrecidas suelen carecer de recursos de salud mental. Pensilvania tiene aproximadamente 220 proveedores de salud mental por cada 100.000 personas- lo que la sitúa en la mitad inferior de los estados de EE.UU. en cuanto al acceso a la atención de salud mental. El condado de Allegheny tiene una tasa mejor, con 349 proveedores por cada 100.000 personas, pero esos recursos no están distribuidos de manera uniforme ni son igualmente accesibles.
En Clairton, donde el 23% de los residentes viven por debajo del umbral de pobreza, el hospital más cercano está a unas cuatro millas de distancia, pero muchos residentes no tienen coche y el transporte público es notoriamente lento y poco fiable.
"Clairton no tiene ningún apoyo inmediato [de salud mental] aquí, así que tienes que tener transporte fuera de aquí para conseguir la ayuda que necesitas", dijo Meade, la defensora por el aire limpio de Clairton. "La gente se muestra reacia a pedir ayuda una sola vez, y mucho menos a tener que pedir también ayuda para llegar hasta allí también".
Nadie ha estudiado los posibles vínculos entre la contaminación del aire y las enfermedades mentales en Clairton, pero los estudios han demostrado que casi se duplican las exacerbaciones del asma en la zona tras los eventos de contaminación del aire aguda, lo que revela un claro vínculo entre la contaminación del aire local y la salud de los residentes. Es probable que estas fluctuaciones de la contaminación atmosférica afecten también a la salud mental a corto y largo plazo en Clairton.
Meade creció en Clairton, pero vivía en Carolina del Norte cuando su padre murió por complicaciones relacionadas con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en el 2013. Volvió a Clairton para planificar su funeral y acabó quedándose. A los seis meses, su madre también murió. Su hermano había muerto unos años antes, y el peso de esas pérdidas la golpearon todas a la vez.
Sentía que se ahogaba en la pena. Estaba deprimida y ansiosa. Viajó al otro lado de la ciudad para buscar ayuda en una clínica de salud mental, pero no sintió que encontrara una atención culturalmente competente.
"No sentía que las personas con las que hablaba se preocuparan por mí", dijo. "Sentí que sólo trataban de darme una curita rápida en lugar de tratar de entender realmente mi perspectiva... y sentí que me etiquetaron como una 'mujer negra enojada' cuando los cuestioné".
Meade encontró otras formas de cuidar su salud mental, como compartir sus sentimientos con otros activistas comunitarios y líderes espirituales. Sin embargo, sigue deseando que la atención a la salud mental sea más accesible en su comunidad.
“Con una industria de miles de billones de dólares aquí causando toda esta contaminación, deberíamos tener instalaciones de salud mental disponibles para todos”, dijo. "No deberíamos tener que esperar el transporte público o pedir un aventón o dinero para los boletos de autobús".
Fotografía del encabezado: Melanie Meade afuera de su casa en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)
En una semana promedio, NaTisha Washington escucha de personas mayores que se ven obligadas a elegir entre mantener el agua corriente o pagar las facturas médicas, de madres que temen preparar la fórmula de su bebé con agua del grifo por miedo a la contaminación, y de políticos locales frustrados por las barreras para mejorar la calidad del agua.
“Muchas de estas comunidades han estado luchando para lidiar con el COVID-19 y la pérdida de empleo y todas las acciones recientes de derechos civiles y problemas de discriminación, sin tener acceso al agua potable en casa”, dijo a EHN, Washington, una organizadora de justicia ambiental de One PA, un grupo de defensa de la comunidad sin fines de lucro.
Gran parte del trabajo de Washington se relaciona con el acceso al agua potable en las comunidades de bajos ingresos del oeste de Pensilvania. Los problemas que ella ve se dividen principalmente en dos categorías: agua potable que está contaminada con plomo y otros químicos tóxicos, y la amenaza de cortes debido a la falta de pago de las facturas del agua.
Ambos problemas, dijo, generan impactos en la salud mental como el estrés y la ansiedad.
No es difícil imaginar cómo el temor a que el agua no sea segura para beber o a que te la corten podría contribuir al estrés, la ansiedad o la depresión. Pero las nuevas investigaciones científicas también sugieren que un contaminante común del agua potable -el plomo- tiene un impacto en la salud mental.
Los niños están expuestos al plomo a través de la pintura con plomo, el suelo contaminado y el agua potable contaminada, que sigue siendo una principal fuente de exposición al plomo. Ningún nivel de exposición al plomo es seguro para los niños, y los niveles de plomo en la sangre inferiores a los que se consideran oficialmente como "envenenamiento" siguen siendo nocivos para los cerebros en desarrollo.
"Hace tiempo que sabemos que la exposición al plomo en las primeras etapas de la vida causa problemas relacionados con el rendimiento del aprendizaje y déficits cognitivos en los niños, pero ahora que se ha hecho un seguimiento de muchos [grupos de niños] expuestos al plomo hasta la edad adulta, también estamos viendo que más adelante tienen más probabilidades de padecer depresión grave, esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos", explicó a EHN Tomás R. Guilarte, profesor, investigador y director del programa Brain Behavior & the Environment (Cerebro, Conducta y Medio Ambiente) de la Facultad de Salud Pública y Trabajo Social Robert Stempel de la Universidad Internacional de Florida.
"No hay duda de que incluso a niveles bajos de exposición hay asociaciones con trastornos del neurodesarrollo y psiquiátricos", añadió.
Estos resultados tienen importantes implicaciones en Estados Unidos y en el extranjero. Aunque las prohibiciones del plomo en la pintura y la gasolina han tenido un impacto positivo, aproximadamente uno de cada tres niños de todo el mundo sigue expuesto a niveles nocivos de plomo. "No se trata de un problema trivial", dijo Guilarte.
En una encuesta realizada a más de un millón de niños en los EE. UU., los investigadores reportaron a principios de este año que más de la mitad de los niños tienen niveles detectables de plomo en la sangre. La exposición fue peor para los niños de color: alrededor del 58% de los niños de códigos postales de mayoría negra y el 56% de los niños de códigos postales de mayoría hispana tenían niveles detectables de plomo, en comparación con el 49% de los niños de códigos postales de mayoría blanca.
Además, alrededor de 186 millones de personas en los EE.UU. -aproximadamente el 56% de la población - bebieron agua de sistemas de agua potable con niveles de plomo superiores a 1 parte por billón (el nivel establecido por la Academia Americana de Pediatría para proteger a los niños del plomo en las fuentes de agua de las escuelas) entre el 2018 y el 2020, según un informe del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.
El oeste de Pensilvania está particularmente en riesgo:
● El porcentaje de niños de Pensilvania con niveles elevados de plomo en la sangre es más del doble que la tasa nacional;
● Los niveles de plomo en la sangre en el condado de Allegheny están disminuyendo en general, pero no de forma equitativa: El porcentaje de niños de color con niveles elevados confirmados en la sangre es seis veces mayor que el porcentaje de niños blancos con niveles elevados de plomo en sangre;
● En el 2019, se detectó plomo en el 80% de los sistemas de agua del condado de Allegheny;
● Entre los distritos escolares de 10 condados del oeste de Pensilvania que analizaron el agua potable para detectar plomo en el 2019, el 71% reportó de la contaminación por plomo, pero menos de la mitad tomó medidas para eliminarla;
En octubre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) redujeron el umbral de los niveles de plomo en la sangre considerados "superiores al promedio" de 5 microgramos por decilitro a 3.5 microgramos por decilitro.
El porcentaje de niños de Pensilvania con niveles elevados de plomo en sangre es más del doble que la tasa nacional. (Crédito: Nenad Stojkovic / flickr)
Este cambio significará que muchos más niños del condado de Allegheny y de todo el país serán considerados con niveles de plomo en la sangre que requieren intervención. Actualmente, cuando se detecta que un niño tiene un nivel de plomo en la sangre superior al umbral anterior de los CDC de 5 microgramos por decilitro en el condado de Allegheny, el Departamento de Salud del condado de Allegheny ofrece una investigación gratuita en el hogar para analizar muestras de agua, polvo y suelo en busca de plomo.
Chris Togneri, el oficial de información de salud pública del departamento de salud, le dijo a EHN que la agencia aún está revisando el umbral revisado de los CDC para considerar la actualización de esa política.
Además de la exposición al plomo y los problemas de agua potable, el oeste de Pensilvania también sufre una carga considerable de enfermedades mentales.
Entre el 2018 y el 2020, el 40% de los adultos en el condado de Allegheny informaron haber tenido uno o más días en los que su salud mental "no era buena", según datos estatales, una cifra que es más alta en el condado de Allegheny que en la mitad de los otros condados de Pensilvania, y ligeramente más alta que los promedios estatales. Se estima que el 13% de los adultos en el condado de Allegheny dijo que su salud mental no era buena durante 14 o más días al mes.
Una encuesta realizada por el Departamento de Salud del Condado de Allegheny entre el 2015 y el 2016 indica que el problema es aún más grave entre los residentes no blancos: El 48% de los residentes negros y el 47% de los residents hispanos dijeron que su salud mental "no era buena" durante uno o más días al mes, en comparación con el 42% de los residentes blancos.
Togneri dijo que el Departamento de Salud del condado de Allegheny trabaja para enfrentar las disparidades en la exposición al plomo a través de un índice que clasifica las zonas censales donde los niños son más vulnerables a la exposición al plomo en función de factores como la raza, el nivel de pobreza y la edad de la vivienda.
"Realizamos una mayor cobertura en las zonas que se identifican como de mayor riesgo", dijo. "Como ocurre en todos los departamentos, más recursos permitirían un mayor alcance".
En Pittsburgh, el número de pacientes pediátricos que buscan tratamiento de salud mental ha aumentado un 30% desde la primavera de 2020. Mientras tanto, Pensilvania está presentando una escasez en todo el estado de trabajadores de la salud mental, y en Pittsburgh los terapeutas están renunciando en masa a su trabajo debido al agotamiento.
Vista de Braddock, PA y del río Monongahela, desde el puente Rankin. El valle de Mon es visible al fondo, incluido el parque Kennywood, que se extiende hacia Duquesne y Clairton, PA. (Crédito: Njaimeh Njie)
Guilarte ha estado estudiando la exposición al plomo desde la década de 1980, cuando el envenenamiento por plomo entre los niños era excesivo.
El fue el autor principal de una revisión bibliográfica de 2021 en la que se analizaron decenas de estudios en humanos y animales y se encontraron cada vez más pruebas de que la exposición al plomo en la infancia es un factor de riesgo de trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivo-compulsivos, y de trastornos del neurodesarrollo como el TDAH (ADHD por sus siglas en inglés), el autismo y el síndrome de Tourette.
El mayor de estos estudios analizó a más de 1.5 millones de personas en EE.UU. y Europa y encontró que las personas que tenían una mayor exposición al plomo en la infancia eran más propensas a tener rasgos de personalidad negativos como menor conciencia, menor complacencia y mayor neuroticismo en la edad adulta (todo lo cual contribuye a la enfermedad mental).
"La exposición al plomo afecta a un receptor de proteínas en el cerebro conocido como receptor NMDA, que es de importancia crítica para el desarrollo del cerebro, el aprendizaje y la función cognitiva", dijo Guilarte, y añadió que el funcionamiento incorrecto del receptor NMDA también se observa en los cerebros de personas con ciertas enfermedades mentales (como la esquizofrenia). El receptor NMDA influye en el desarrollo de las neuronas inhibidoras que ayudan a mantener el equilibrio del cerebro. Cuando está dañado por la exposición al plomo, crea muy pocas de esas neuronas.
"En un cerebro sano hay neuronas excitadoras e inhibidoras que operan en un equilibrio exquisito", explicó Guilarte, "pero si eso se interrumpe y tienes demasiadas de una u otra, el cerebro se descontrola".
Durante décadas, los científicos sólo tenían en cuenta las repercusiones de estos cambios en los cerebros de los niños mientras eran niños, pero las nuevas investigaciones sugieren que algunos síntomas de los daños causados por el plomo no aparecen hasta la edad adulta o incluso hasta la mediana edad.
Una mujer camina por Grant Avenue, en la intersección de Fifth Street en Duquesne, PA. (Crédito: Njaimeh Njie)
Aaron Reuben, investigador de la Universidad de Duke, dirigió el estudio más largo jamás realizado sobre la exposición al plomo en los primeros años de vida y los resultados de salud mental en la edad adulta. Hizo un seguimiento de 579 personas en Nueva Zelanda desde que tenían 3 años hasta que cumplieron los 38 años, y encontró que las personas que estaban expuestas a niveles más altos de plomo cuando eran niños tenían más probabilidades de experimentar síntomas de enfermedades mentales en la edad adulta, incluyendo comportamiento antisocial, trastornos de la alimentación, depresión, ansiedad, estrés postraumático, abuso de sustancias, delirios y alucinaciones.
" Debido a que hemos seguido a estos niños durante tanto tiempo, también podemos observar dónde se encuentran de adultos en comparación con el lugar que ocupaban sus padres cuando comenzó el estudio", dijo Reuben a EHN. "Hemos comprobado que los niños con niveles bajos de exposición al plomo tienden a estar un poco mejor que sus padres en general en términos de posición socioeconómica, pero en el caso de los niños que se encuentran en el extremo superior de la exposición al plomo, parecen haber descendido en la escala en comparación con sus padres y tienen una menor movilidad social."
El nivel medio de plomo en la sangre de los niños del estudio fue de 11 microgramos por decilitro. Ese nivel es más alto que el que experimentan la mayoría de los niños hoy en día, pero sigue ocurriendo: en el condado de Allegheny, al menos 582 pruebas mostraron niveles de plomo en la sangre superiores a 10 microgramos por decilitro en niños menores de seis años entre el 2016 y el 2020, y en todo EE.UU. tanto como 243.749 niños tienen actualmente niveles de plomo en la sangre superiores a 10 microgramos por decilitro.
Y lo que es más significativo, ese nivel de exposición al plomo es representativo de las exposiciones experimentadas por toda una generación.
"Los niveles de exposición que analizamos son los típicos de los niños nacidos en los años 70 en la mayoría de los lugares del mundo, cuando el plomo todavía se agregaba en forma generalizada a la pintura y la gasolina", dijo Reuben. "He calculado que hay unos cien millones de personas de entre 40 y 50 años que viven en Estados Unidos y que tuvieron una alta exposición al plomo cuando eran niños".
El oeste de Pensilvania tiene una gran población de residentes en esa franja de edad.
En los condados de Allegheny, Butler, Washington y Westmoreland -los cuatro más poblados del oeste de Pensilvania- hay alrededor de 371.656 personas de entre 40 y 54 años que probablemente experimentaron altos niveles de exposición al plomo cuando eran niños.
En el 2016, 18 ciudades de Pensilvania, entre ellas Pittsburgh, Altoona, Johnstown y Erie, tenían niveles de exposición al plomo más altos entre los niños que los observados en Flint (Michigan) en el momento más alto de su crisis del plomo.
Además, informes recientes sobre la crisis del plomo en Pittsburgh revelaron que los niveles de plomo en el agua de la Autoridad de Agua y Alcantarillado de Pittsburgh [PWSA] aumentaron constantemente desde el 1999 hasta el 2016, y que debido a las pruebas inconsistentes, el agua de la región podría haber tenido niveles peligrosamente altos de contaminación por plomo por años antes de que se detectara durante la "crisis del plomo" de la ciudad. El condado no ordenó la detección universal de plomo en la sangre para los niños hasta el 2018, por lo que es difícil evaluar qué tan extendida fue la exposición al plomo durante ese período de tiempo.
Incluso hoy en día, a pesar del programa universal de detección de plomo del condado, alrededor del 35% de los niños de la región no se someten a pruebas de exposición al plomo. En muchas partes del país, el porcentaje de niños que se someten a pruebas de detección de plomo disminuyó drásticamente el año pasado, probablemente debido a la pandemia del COVID-19.
"No sabemos bien dónde están esos niños ni por qué está sucediendo eso", dijo a EHN Michelle Naccrati-Chapkis, directora ejecutiva de la organización de defensa de la salud sin fines de lucro Women for a Healthy Environment.
El límite federal legal para el plomo en los sistemas públicos de agua es de 15 partes por billón (ppb), y los niveles de plomo de PWSA fueron más altos que eso desde al menos el 2013-2016. En todo el país, alrededor de siete millones de personas fueron servidas por sistemas de agua potable que superaron el umbral de 15 ppb entre el 2018 y el 2020, según el informe del NRDC.
La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) ha establecido un objetivo de salud no obligatorio para el plomo en el agua potable pública de cero. En el 2019, la agencia propuso revisiones a la Regla del Plomo y el Cobre que reducirían el nivel de acción de 15 ppb a 10 ppb y crearían requisitos más estrictos para reemplazar las líneas de servicio de plomo, pero esas revisiones aún no se han aprobado.
En todo el país, la pandemia de COVID-19 se ha cobrado un enorme precio en la salud mental. En octubre, la Academia Americana de Pediatría, la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente y la Asociación Nacional de Hospitales Infantiles declararon una emergencia nacional en materia de salud mental infantil.
"Necesitamos más recursos y capacidad en materia de salud mental, especialmente para aquellos que sufren crisis mentales extremas", dijo a EHN Marita Garrett, alcaldesa de Wilkinsburg, un pequeño municipio situado a unos 13 kilómetros del centro de Pittsburgh.
Wilkinsburg es una de las muchas comunidades que rodean a Pittsburgh que ha tenido continuos problemas con la exposición infantil al plomo.
En octubre, la ciudad de Pittsburgh anunció una nueva ordenanza sobre el plomo que requerirá la realización de pruebas para detectar la presencia de plomo en la pintura y el polvo de plomo en las viviendas de alquiler construidas antes de 1978 (cuando se prohibió la pintura con plomo) implementando planes de seguridad contra el plomo en las reparaciones y demoliciones de edificios que puedan contener pintura con plomo, e instalando filtros de agua potable en las plantas de agua propiedad de la ciudad.
Pero en el condado de Allegheny hay 130 municipios autónomos -más que en cualquier otro condado del estado- y la ordenanza de Pittsburgh no se aplicará a ellos. Muchos de ellos, incluido Wilkinsburg, cuentan con organismos públicos que carecen de fondos y personal suficientes. Garrett señaló que hay que reemplazar en Wilkinsburg, las antiguas tuberías del agua que contienen plomo, pero es costoso.
Naccrati-Chapkis dijo que Lead Safe Allegheny, una coalición local de agencias gubernamentales y organizaciones sin fines de lucro, espera ayudar a otros municipios del condado a utilizar la ordenanza sobre el plomo de Pittsburgh como modelo para aprobar la suya propia.
Mientras tanto, las comunidades con exposición al plomo en la infancia también son propensas a experimentar otros problemas que pueden tener un impacto desproporcionado en la salud mental de las personas, como la pobreza, el racismo, la violencia y otras exposiciones ambientales dañinas, incluida la contaminación del aire.
Wilkinsburg, por ejemplo, es una comunidad mayoritariamente no-blanca que experimenta altos niveles de contaminación del aire debido a la U.S. Steel’s Edgar Thomson Mill y tiene una tasa de pobreza de más del 24%.
En este tipo de comunidades, dijo Guilarte, "es casi como la tormenta perfecta para que estos niños tengan problemas de desarrollo". Señaló que el envenenamiento por plomo está relacionado con mayores índices de delincuencia y violencia, y que es probable que las enfermedades mentales desempeñen un papel importante.
Las comunidades con altos niveles de pobreza tienen más probabilidades de tener plomo en el agua, pero las investigaciones también han demostrado que, independientemente del nivel de ingresos, los niños negros en Estados Unidos tienen entre dos y tres veces más probabilidades que los niños blancos e hispanos de sufrir envenenamiento por plomo, un efecto persistente de las prácticas racistas, como las cláusulas de exclusión, y un claro resultado de la injusticia medioambiental.
"Esto es una pura consecuencia de nuestra historia de racismo sistémico y de un sistema de castas racializado en Estados Unidos que todavía hoy no se ha abordado adecuadamente", dijo Reuben.
Crédito: AlleghenyCounty.us
Algunos de los casos nacionales más notorios de contaminación generalizada por plomo en el agua potable se han producido en la mayoría de las comunidades negras, incluyendo Flint, Michigan; Newark, Nueva Jersey; East Chicago, Indiana; y Benton Harbor, Michigan, que se está desarrollando en este momento.
En el oeste de Pensilvania abundan los ejemplos de "códigos postales tóxicos", regiones en las que la combinación de injusticia medioambiental, pobreza y violencia genera importantes efectos negativos en la salud.
Por ejemplo, el Valle del Monongahela (comúnmente conocido como el "Valle del Mon"), un antiguo corredor siderúrgico de municipios desde el extremo sur de Pittsburgh hasta la frontera con Virginia Occidental, que alberga un gran número de comunidades de justicia ambiental (tramos censales con una tasa de pobreza de al menos el 20% y/o una población no blanca de al menos el 30%) y que también se enfrenta a un riesgo desproporcionado de exposición al plomo.
Duquesne es una ciudad de Mon Valley situada a unos 16 kilómetros al sureste de Pittsburgh que tiene un 70% de población no blanca (en comparación con el conjunto del condado de Allegheny, que es un 80% de blancos). En junio, durante una de las 10 discusiones virtuales sobre la Norma del Plomo y el Cobre entre representantes de la EPA y ciudades de todo el país, la alcaldesa de Duquesne, Nickole Nesby, dijo a la agencia que, en promedio, los niños sometidos a pruebas de niveles de plomo en la sangre en Duquesne tienen una promedio de 7 microgramos por decilitro.
"Esos niños van a necesitar servicios médicos", dijo Nesby a EHN, señalando el alto índice de pobreza de la ciudad y destacando que el 33% de los escolares de la ciudad tienen problemas de aprendizaje. A nivel estatal, alrededor del 17% de los niños tienen problemas de aprendizaje. "Ni siquiera tenemos un centro médico en Duquesne. Necesitamos atención médica y necesitamos investigación médica".
Además de los problemas con el plomo, el agua potable de Duquesne contiene niveles de contaminantes no regulados relacionados con el cáncer con índices hasta 400 veces más altos que los límites de salud recomendados.
Duquesne compra su agua a la Autoridad Municipal del Condado de Westmoreland, pero Nesby comentó que los contaminantes entran en el agua una vez que fluye a través de la vieja infraestructura de Duquesne, cuya reparación costaría millones de dólares que la ciudad no tiene. Nesby espera utilizar algunos fondos de ayuda de COVID para este fin. Recientemente viajó a Washington D.C. para hablar de las necesidades de su ciudad en materia de infraestructuras ante la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
"Nuestro departamento de aguas está descontrolado", dijo. "Necesitamos ayuda".
Un informe del 2018 del Departamento de Salud del condado de Allegheny identificó los tramos censales del condado con los niveles más altos de riesgo de exposición al plomo, basándose en factores como el porcentaje de viviendas construidas antes del 1950 (cuando la pintura con plomo y las tuberías de agua con plomo eran más comunes) y que porcentaje de la población es menor de 5 años. Muchas de esas zonas censales se encuentran en Mon Valley.
Estos impactos superpuestos también pueden tener efectos físicos que repercuten en la salud mental.
"Hay pruebas de que una exposición nociva modifica el cerebro de tal manera que puede magnificar los efectos de otra exposición nociva posterior", afirma Reuben, que también ha estudiado las repercusiones de la contaminación atmosférica en las enfermedades mentales. "Así que no se trata de un efecto aditivo -uno más uno es igual a dos- sino de un efecto sinérgico, en el que si recibes un golpe por la exposición al plomo y otro por la contaminación atmosférica, se combinan para crear tres o cuatro golpes".
Fotografía del encabezado: NaTisha Wasington conversando con Melanie Meade en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)