- PFAS on our shelves and in our bodies
- Fractured
- Exposed: BPA science
- Agents of Change
- Cutting edge of science
- Climate catastrophe in the South
- Cancer risk in Pittsburgh
- PFAS contamination
- Breathless: Childhood asthma
- Peak Pig: The soul of rural America
- Sacred Water
- Winged Warnings
- Pollution, Poverty, People of Color
EHN en Español
EHN TE RECOMIENDA
Últimas noticias del mundo
Experta en minería Aleida Azamar expresa preocupación por los retos de la nacionalización del litio en México.
La ONU dice que el mundo se queda sin opciones ante la bomba de tiempo climática.
Más noticias de EHN
Cuando le digo a la gente que estudio la relación entre la justicia energética y la vida silvestre, casi siempre aparece una mueca de confusión en sus rostros. “Qué tiene que ver la energía con los animales silvestres y la justicia?”, me preguntan.
Mi respuesta siempre es la misma: piensa en cómo los roedores y otras pestes se meten a tu casa. Ventanas rotas, huecos bajo las puertas, cimientos en ruinas, poco a nula aislamiento: las mismas características que hacen difícil calentar o enfriar un hogar de manera eficiente. Las comunidades minoritarias en Estados Unidos, les digo, no suelen contar con el dinero necesario para mejorar sus hogares, lo que conlleva que sufran para pagar las facturas de servicios públicos cada mes. Un hogar derruido también significa que los residentes están expuestos de manera desproporcionada a roedores y otras pestes, así como a los patógenos que estas traen –desde el Hantavirus y la Leptospirosis hasta el Tifus.
Los gestos de confusión pronto se transforman en frustración. ¿Cómo es posible que algo tan obvio pase desapercibido? ¿qué crisis de salud pública nos espera? Y, más importante, ¿pueden las familias que viven en hogares poco eficientes energéticamente protegerse a sí mismas?
Como un ecólogo con experiencia en el sector de energía y vivienda, he visto cómo permitir que proliferen las plagas en los hogares donde el uso de la energía es ineficiente pone aún más en peligro la salud de personas ya marginadas. Los edificios demasiado calurosos o demasiado fríos que exponen a las personas a las enfermedades transmitidas por roedores pueden estar relacionados con una salud precaria, y las familias a menudo tienen que elegir entre renunciar a alimentos y medicinas o pagar elevadas facturas de energía para seguir viviendo en ese entorno enfermizo.
A pesar de la creciente evidencia que sugiere esta conexión, los investigadores en ecología y energía aún no han empezado a colaborar para estudiar cómo se manifiestan estos vínculos entre la eficiencia energética de los hogares, los animales silvestres y la salud humana. La actual forma de pensar, dividida en compartimientos aislados, estanca nuestra comprensión de estas cuestiones y nos impide diseñar soluciones complejas adecuadas para hacerle frente a las infestaciones de roedores.
Este ensayo también está disponible en inglés
¿Por qué un ecologista está hablando sobre energía y salud?
Empecé a hacerme estas preguntas a finales de 2019. Hasta ese momento, solo me había visto como un ecólogo. Después de luchar por entrar en esa comunidad científica, me convertí en un ecólogo urbano en el Laboratorio de Ecología Aplicada de Vida Silvestre de la Universidad de Michigan (AWE, por sus iniciales en inglés). Realicé estudios sobre la fauna salvaje y análisis de dietas y, aunque disfrutaba mi trabajo, sentía profundamente que no estaba viviendo plenamente una creencia fundamental: que la ciencia “no es sólo ciencia”. Creo que es un deber cívico oponerse a la injusticia, y continuamente me preguntaba cómo se cruzaba la ecología con las desigualdades sociales y cómo podía reducirlas. Insatisfecho con las respuestas que encontré dentro del campo, me uní al Laboratorio de Justicia Energética de la Universidad de Michigan (UEJL, por sus iniciales en inglés), que se especializa en la búsqueda de soluciones para las preocupaciones globales sobre la energía. Allí comenzó mi viaje por los hogares de la gente.
Entré en viviendas de Detroit y, mientras medía la contaminación del aire en su interior, preguntaba a los residentes por su salud y las estrategias que utilizaban para hacer frente a la ineficiencia energética, con el fin de evaluar su calidad de vida. Mientras iba tejiendo una relación con estas personas, empezaron a contarme historias de animales silvestres en sus casas, incluyendo ratones y mapaches. Como ecólogo, me intrigaba cómo un hogar ineficiente puede impulsar la transmisión de enfermedades asociadas a estos animales.
Fue entonces cuando comenzó mi búsqueda. Para mi sorpresa, la única información que existe sobre el tema es la Encuesta Americana de la Vivienda (AHS, por sus iniciales en inglés), que descubrió que las personas que vivían en casas con grietas en las paredes interiores tenían cuatro veces más probabilidades de informar de avistamientos de roedores. Más tarde, busqué obsesivamente por cualquier tipo de recurso que uniera estas dos cuestiones: desde blogs de exterminadores de plagas y folletos de Parques Nacionales, hasta algunos trabajos académicos sobre los lugares de madriguera de mapaches y zorros en zonas urbanas. Pero no encontré nada concreto. Me sorprendió que un tema propicio para la colaboración interdisciplinar no fuera un tema de debate importante entre mis colegas.
¿Cómo se volvió esto un problema?
Crédito: Erik Mclean/Unsplash
La inacción frente a las invasiones de roedores y su relación con la justicia energética en las viviendas empieza por el modo en que las ciudades elaboran sus políticas de infraestructuras, energía y vida salvaje. La mayoría de hogares urbanos empiezan mal construidos o se vuelven ineficientes a medida que envejecen y los materiales de construcción se vuelven más fáciles de penetrar para los roedores. No es una sorpresa que casas viejas y en ruinas sean un sinónimo de grandes ciudades, ni que los roedores al parecer hayan evolucionado para sacar ventaja de esas fallas. Cuando roedores oportunistas en busca de un lugar cálido para anidar lejos de los depredadores se refugian en el interior de las viviendas, un solo animal puede convertirse rápidamente en una infestación. Una rata puede colarse por un hueco del tamaño de una moneda de 25 centavos de dólar, aunque a menudo los potenciales puntos de entrada de los huecos de los cimientos y las rejillas de ventilación son mucho más grandes, lo que facilita el acceso. Una vez que roedores como las ratas marrones están dentro, pueden causar aún más daño masticando cables (lo que puede causar incendios), contaminando los alimentos y transmitiendo alérgenos y virus. La incapacidad de Estados Unidos de arreglar su infraestructura, así como las políticas públicas que premian la construcción de viviendas nuevas y baratas, no hacen sino agravar el problema de mantener a los roedores fuera de los hogares.
El hecho de que roedores urbanos como la rata parda y el ratón doméstico no se consideren animales de caza agrava el problema. Debido a esta clasificación arbitraria, los roedores urbanos casi siempre caen en la jurisdicción de los programas de control de vectores, un esquema que no siempre funciona. A menudo se utilizan cebos tóxicos llamados rodenticidas, a pesar de su escaso éxito matando roedores y del riesgo significativo que representan para los animales que se alimentan de roedores que han ingerido la carnada. Los esfuerzos de las ciudades para reducir las poblaciones de roedores en espacios públicos y privados serán inutiles a menos que incorporen programas de manejo de pestes que incluyan la remoción de basuras y el sellado de infraestructura en donde suelen esconderse los roedores.
Aunque entomólogos y exterminadores llevan pregonando un control integrado de ese estilo como el modelo a seguir desde 1944, el gobierno federal aún tiene que reconocerlo como una estrategia eficaz contra las plagas en las ciudades. Por desgracia, es poco probable que esto ocurra, ya que los recientes recortes presupuestarios y los cambios organizativos han dificultado la obtención de fondos para el control integrado de plagas.
A medida que los edificios decaen y se transforman en refugios perfectos para las plagas, se transforman, además, en hogares lejos de ideales para los seres humanos desde un punto de vista de la eficiencia energética – casi un tercio de los hogares estadounidenses gasta más del 10% de sus ingresos en calentar y enfriar sus viviendas. Si bien las familias pueden recibir apoyos económicos por parte del gobierno, deben vivir en altos niveles de pobreza para calificar, y el programa cuenta con fondos limitados, un alcance reducido y largos tiempos de espera. Asimismo, no existe la obligación de informar sobre la eficiencia energética de un edificio, ni mandatos para adaptar las viviendas a niveles de eficiencia aceptables. Como consecuencia, es probable que muchos residentes, incluidos arrendatarios, vivan y paguen por viviendas inadecuadas que pueden poner en peligro su salud sin tener posibilidad alguna de reclamar.
¿Qué podemos hacer?
Si queremos reducir la presencia de invasores salvajes en nuestros hogares, debemos unir a arquitectos, planeadores urbanos, funcionarios de servicios de salud, académicos en el tema de la energía, economistas y ecólogos. Juntos podemos empezar por entender cuántas plagas (y qué enfermedades transmiten) se cuelan dentro de hogares cada año. Ese podría ser el punto de partida para que las instituciones del nivel estatal y federal puedan destinar más dinero para hacer las reformas profundas que necesitan las viviendas, desde los cimientos hasta el tejado. Con demasiada frecuencia, los programas bienintencionados no acondicionan a fondo las viviendas por falta de financiación, lo que significa que las casas apenas son eficientes y hacen poco por excluir las plagas.
La modernización de tantos hogares es una tarea monumental, pero debe suceder si de verdad queremos ver barrios y hogares realmente justos y saludables. Las y los planeadores urbanos también deben evaluar cómo se relaciona la presencia de plagas en hogares con los espacios verdes, evaluando, por ejemplo, si las instalaciones de los parques como los arbustos frutales atraen a coyotes y zorros, que también se alimentan de roedores, o dónde ubicar papeleras cerradas que mantengan a raya a los roedores.
Es poco probable que las ciudades erradiquen a las ratas y ratones urbanos. Son animales engañosamente inteligentes, fecundos procreadores y, con dietas generalistas, pueden vivir comiendo casi lo que sea. Sin embargo, ya es hora de que dejemos de normalizar su presencia en las ciudades, así como debemos dejar de pretender que solucionar los problemas de precarización de la vivienda es cuestión de dar dinero a las personas vulnerables para que paguen los servicios públicos.
El hogar debería ser un santuario. No obstante, para muchos residentes de bajos recursos, su hogar puede ser una pesadilla que los enferma, les cuesta dinero y disminuye su calidad de vida. Los hogares ineficientes atormentan al cuerpo humano. Un futuro ambientalmente justo es uno en el que todos los hogares, sin importar sus ingresos o raza, son cómodos y están libres de pestes, ofreciendo tranquilidad al mantener a salvo a los seres queridos.
Gabriel Gadsden es un estudiante de segundo año de doctorado en ciencias ambientales de la Escuela de Medio Ambiente de la Universidad de Yale. Nació en Carolina del Norte, y está interesado en la conexión entre la justicia energética, la ecología urbana y la salud. Su tesis se enfoca en cómo las desigualdades en el acceso a viviendas energéticamente eficientes afectan la exposición a enfermedades y alergias relacionadas con los roedores en Filadelfia. Más allá de su disertación, trabaja para expandir los paradigmas de distintas disciplinas, incluyendola utilización más amplia de varias iniciativas de justicia medioambiental en ecología, desafiando las percepciones de ciertos paisajes y diversificando la participación del público en la ciencia. Sus cuentas de Twitter: @NcredblyDopeSci y LinkedIn: @Gabriel I. Gadsden.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agents of Change in Environmental Justice. Agents of Change capacita a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos de la ciencia y el mundo académico para reimaginar soluciones para un planeta justo y saludable.
Movilizando contra los pesticidas
Nota del editor: Mucho antes de que se acuñara la frase justicia ambiental, los trabajadores agrícolas en todo los EE. UU. marchaban, se congregaban y se organizaban para defender los derechos de los trabajadores esenciales que ayudan a proveer comida a nuestras mesas – incluyendo el derecho a protecciones contra pesticidas.
Tras las décadas, los esfuerzos de estos activistas han inspirado a generaciones de activistas posteriores. Hoy en día, organizaciones nuevas están avanzando a partir de formas tradicionales de acción (como las marchas, los boicots y las sentadas), incluyendo conexiones con científicos y miembros comunitarios, para llenar las brechas en investigaciones sobre la exposición a pesticidas. A la vez, organizaciones establecidas como el sindicato la Unión de Campesinos buscan modos innovadores de llegar a los trabajadores de primera línea con información en tiempo real sobre los riesgos de salud y seguridad laboral como la exposición a pesticidas, al COVID, al humo de los incendios forestales y a calor extremo.
La periodista Zaydee Sanchez viajó por los valles de San Joaquín y Salinas en California y habló con cuatro personas cuyas trayectorias al activismo son diferentes una de la otra. Juntas, sus historias ilustran las complejidades de organizar dentro de comunidades enfrentando desafíos como diferencias lingüísticas, el estatus inmigratorio, y el racismo sistémico – y nos explican que les mantienen motivados.
Este es el tercer reportaje de “A la Deriva”,una serie de tres reportajes sobre el uso de pesticidas en California de Environmental Health News y palabra, una plataforma multimedia de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos. La serie expone cómo las comunidades de color y los trabajadores agrícolas están expuestos de manera desproporcionada a algunos de los químicos más peligrosos aprobados para uso agrícola.
To read in English, click here.
Americo Prado: el socorrista
Americo Prado es un líder del Programa de Alivio a Emergencias de la Unión de Campesinos en Bakersfield, California.
Foto de Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Las paredes de las nuevas oficinas de la Unión de Campesinos (UFW, por sus siglas en inglés) en Bakersfield, California son blancas y desnudas. Indicios del olor a pintura nueva flotan de cuarto a cuarto. Americo Prado todavía no ha tenido tiempo de decorar su espacio; durante la mayoría de la pandemia él ha estado trabajando desde su casa. Prado, un hombre alto de 27 años, es un supervisor del programa de alivio de emergencias de la UFW en California, y es apreciado por la comunidad como un líder cariñoso de este proyecto que empezó en 2020.
El programa de servicios nacional está dividido en un esfuerzo de campo que ayuda a los trabajadores a acceder a las vacunas contra el COVID, a equipos de protección personal, y a servicios como bancos de alimentos. Prado supervisa la otra mitad del programa, un centro de llamadas gratuitas que de lunes a viernes responde a todo tipo de preguntas, desde sobre derechos de los trabajadores a orientaciones sobre leyes inmigratorias.
Pero muchas veces lo que les preocupa a los que llaman es la exposición a pesticidas.
“La gente nos ha llamado constantemente sobre los pesticidas, o por exposición directa o indirecta”, dice Prado. “A veces hay campesinos que están trabajando de sección a sección, y sin saberlo entran a una sección que apenas ha sido tratada con pesticidas. Han llegado un cuarto del camino y se empiezan a sentir los síntomas de exposición a pesticidas, sus ojos que le lloran o se le salen erupciones. En esas instancias, nos movilizamos”.
Cuando se trata de reportes de pesticidas, Prado y su equipo trabajan con prisa. Prado sabe que su trabajo es mantener a la comunidad segura. “Primeramente aseguramos que los trabajadores están seguros. Si tenemos que llamar al 911 para que obtengan ayuda, ofrecemos servicio de traducciones. La salud es lo primero”, dice Prado.
El estatus legal de la gente puede hacer que teman llamar al 911. La historia de abogar por los derechos de los trabajadores agrícolas de la UFW ayuda a que el sindicato provea una alternativa más segura.
Después de una llamada, Prado y su equipo (que son cuatro en California) coleccionan los datos. Se hace un reporte de incidente para las investigaciones de reguladores de agricultura y pesticidas locales, estatales o hasta federales. Y, si hace falta, el equipo de Prado manda a un organizador de la UFW a representar, o proteger, a la persona que llamó.
“Tuvimos un ejemplo donde un trabajador era indocumentado, y su supervisor le colgaba eso sobre su cabeza, y le hizo botar pesticidas en un río cercano”, dice Prado. “Entonces, en ese caso movilizamos a la EPA (la Agencia de Protección Ambiental). Hemos visto un poco de todo”.
Prado nota que las líneas del centro reciben llamadas constantemente de trabajadores agrícolas con reportes y consultas frecuentes sobre la exposición a pesticidas. Sin embargo, él está convencido de que muchos más trabajadores temen hacer reportes sobre el asunto. “Hay mucha gente viviendo cheque a cheque”, dice Prado. “Preferirían mantenerse en silencio y tratar de auto-medicarse en vez de reportarlo porque no quieren perder el trabajo. No quieren caer en la lista negra. Tristemente, es algo que suele pasar.”
Represalias como reducciones de salario o ser puestos en las listas negras de los granjeros y los contratistas de trabajo es una preocupación de muchos trabajadores agrícolas. “Intentamos informarles a los trabajadores que ‘Oiga, usted sí tiene derechos’”, dice Prado. “Nuestro lema es que queremos brindar esa actitud de sí se puede para que el trabajador tome acción”.
La pasión que Prado tiene por trabajar en UFW comenzó con sus padres. Su mamá, originalmente de Tijuana, y su papá, del estado mexicano de Michoacán, trabajaban en los campos cerca de Oxnard, en la costa hacia el norte de Los Ángeles. “Mi mamá siempre quería que tuviéramos una educación americana que nos daría acceso a oportunidades de trabajo o estilo de vida mejores”.
Cuando era niño, la familia de Prado se mudó a Bakersfield, a unas 145 millas hacia el noreste de Oxnard. En California State University, Bakersfield, Prado sacó su licenciatura en historia. Después de sus estudios universitarios, mientras trabajaba en una mueblería, Prado encontró un anuncio para un trabajo en la Fundación UFW. “Yo dije, mira, esta es una organización sin fines de lucro. Yo me pude ver haciendo este trabajo y aportando algo a mi comunidad. Y inmediatamente pensé en mis padres y en mi familia”, dice Prado.
Silvia Zamora: poder comunitario
Silvia Zamora se protege del aire polucionado usando cubiertas faciales. Después de mudarse de Silicon Valley a Cantua Creek, Zamora dice que apenas está empezando a aprender sobre el impacto de los pesticidas en los seres humanos, y se siente agradecida por el involucramiento de la comunidad.
Foto de Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Cuando Silvia Zamora recién se había mudado a Cantua Creek, un pueblito a 45 minutos hacia el suroeste de Fresno, en el valle agrícola de San Joaquín, California, todos en su familia se quedaron enamorados del nuevo entorno. El pueblo rural, con sus huertos de almendra y pistacho y un sinfín de campos con filas verdes, abraza al arroyo Cantua Creek, un tributario de Fresno Slough que fluye por el lado oeste del pueblo. Sus atardeceres, con colores cálidos encima de campos bucólicos, dejan a visitantes y nuevos residentes asombrados.
Viniendo de Silicon Valley, Zamora nunca había visto tanta naturaleza. Y ella tampoco sabía mucho sobre los pesticidas. “Pasaba la avioneta fumigando y mi hijo emocionado porque todo esto era nuevo para nosotros”, dice Zamora. “Pasaba por encima de las casas, mi hijo estaba acostado arriba del techo, filmando y tomando fotos”.
La avioneta a que Zamora refiere se usa para fumigar a los campos agrícolas con pesticidas. Su casa está al otro lado de la cerca de un huerto de almendros y unos campos que con las estaciones cambian entre siembras de ajo y algodón. Zamora es una jardinera apasionada y amante de los animales, y ella pasa la mayoría de su tiempo en su patio cuidando a su jardín de verduras y a sus pollos y conejos.
Al principio, dice Zamora, ella no comprendía del todo los efectos dañinos de los químicos. Ella se acuerda del momento cuando eso cambió: Un día después de que habían fumigado a las siembras de ajo cercanas, ella notó que tres de sus conejitos se habían muerto. Unas horas más tarde, encontró muertos a los conejos adultos también.
“Recuerdo que fui a hablar con mi vecina y contarle lo que había pasado”, dice Zamora. “Empecé a atar los cabos: A los conejos les gustaba vagar por los campos y comer las raíces de los vegetales. Pensé a mi misma, apenas ayer fumigaron y hacía mucho viento”.
Zamora perdió 12 conejos.
“Dije ‘sí esto son los conejos, ¿qué está pasando con nosotros?’ Entonces yo dije no, pues aquí es donde hay que estar y alzar la voz”, dice Zamora.
Residentes de Cantua Creek, California, (de izquierda a derecha) Silvia Zamora, Blanca Gomez y Julia Margarita Alonso participaron en un estudio de monitoreo del aire conducido por la University of California, Davis, en el verano de 2022.
Foto de Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
La ocasión de abogar llegó cuando la organización Central California Environmental Justice Network (La Red de Justicia Ambiental del Centro de California) empezó a educar a los residentes de Cantua Creek sobre los efectos dañinos de la exposición a pesticidas. Esto presentó una oportunidad para Zamora y otros residentes de Cantua Creek: hacían falta monitores para un estudio diseñado por investigadores de la University of California, Davis, sobre la calidad del aire. El estudio reclutaba participantes de tres condados del valle de San Joaquín, y se enfoca en un mejor entendimiento del movimiento de los pesticidas desde los campos agrícolas a las comunidades cercanas.
A los participantes les dieron instrucciones de durante ocho horas al día llevar mochilas pequeñas que contenían bombas que chupaban aire en tubos de muestreo. Los participantes usaban las mochilas mientras cocinaban, limpiaban y trabajaban en el jardín.
“Es muy agradable ver que hay gente que se preocupa por estas comunidades”, dice Zamora sobre el estudio. Todavía los investigadores están analizando los resultados, pero Zamora espera que sus esfuerzos saquen a la luz en qué modo las familias están expuestas a pesticidas durante el transcurso de sus vidas cotidianas.
“Esto es importante para todos y pues como nosotros de alguna forma ya vamos saliendo (por envejecernos). Pero vienen muchas generaciones y si no hacemos nada ahorita esas generaciones apenas hay niños que nacen enfermitos. Es muy doloroso ver”.
Linda Martinez: la luchadora
Linda Martinez ha sido una coordinadora del programa de la Unión de Campesinos por alrededor de cuatro años. Su pasión por ayudar a la comunidad de trabajadores agrícolas está arraigada en su amor por su abuela Herlinda, por quien fue nombrada.
Foto de Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
El animado evento comunitario en el centro comunitario Leo Cantu Community Center en San Joaquín, California, está lleno de residentes locales conversando con los organizadores. El enfoque del evento es brindar servicios comunitarios gratuitos a la gente, y los visitantes aprenden sobre pruebas de COVID, servicios legales y sobre los derechos de los trabajadores agrícolas, entre otras cosas. Una mesa larga está cubierta con un cartel de tela roja con las palabras United Farm Workers (Unión de Campesinos). Mientras los residentes se acercan a su mesa Linda Martinez, la coordinadora del sindicato en Fresno, se sienta con una mirada de anticipación, vestida con una blusa negra y pintalabios rojo enchilado.
Antes de ser organizadora, Martinez pasó años trabajando directamente con los trabajadores agrícolas y sus familias. Todavía su enfoque de trabajo es de cerca y muy personal; dice que ve a su abuela en cada trabajador agrícola a quien ayuda.
Martinez se crió en un tráiler, viviendo con su abuela, Herlinda Martinez, en Huron, California, un pueblito a 50 minutos hacia el suroeste de Fresno. Herlinda era trabajadora agrícola, y aunque solo hablaba español, era luchadora, y sabía bien cuáles eran sus derechos. Martinez recuerda que cuando ella tenía seis años, tuvo que traducir las peticiones de su abuela a los mayordomos de la granja cuando ella sospechaba que le habían quitado algo de su cheque. “Ella me decía ‘Linda, dile bien y cuéntale bien el dinero, porque aquí me hace falta un dólar”, dice Martinez. Ella se llama como su abuela y dice que la fuerza y la disposición de su abuela de luchar le llevó a advocar.
“Yo también soy peleonera y me encanta. Me encanta porque ya no tengo miedo. Estoy aprendiendo por educarme profesionalmente. Yo puedo llegar ahí y defenderlos (a los trabajadores). Si me dejan, yo voy ahí y hablo y lo reporto” ella dice.
Muchas veces el día laboral de Martinez incluye eventos organizados alrededor de temas como los derechos de los inmigrantes, campañas de donación de sangre y bancos de alimentos.
Ella también es la organizadora local que el centro de llamadas de la UFW envía cuando alguien necesita ayuda en persona. Los temas de las llamadas varían, pero cuando una se trata de posible exposición a pesticidas, Martinez se mueve rápidamente: Primero ella se asegura de que la persona esté segura, y después ella busca los letreros obligatorios que deben avisar a los trabajadores de las aplicaciones de pesticidas.
Su trabajo implica recolectar detalles para su reporte al comisario agrícola local o al California Department of Pesticide Regulation (Departamento de Regulación de Pesticidas). Ella conoce bien los letreros. “Amarillo significa que como hace dos, tres días ya (fumigaron)”, dice Martinez. “Si están rojos definitivamente ni te metas al campo”.
Los avisos visuales son críticos para los trabajadores indígenas de México que ni leen ni hablan el inglés ni el español. Se estima que en el estado de California hay 165.000 trabajadores agrícolas indígenas de México laborando en los campos: más de la mitad hablan mixteco y otro 30% hablan zapoteco. Martinez se ha enfrentado a barreras de idioma ella misma: Cuando no tiene un traductor a su lado ella tiene que depender de los letreros e inclinaciones de cabeza para guiar a los individuos. “Si tú de verdad quieres ayudar a una persona, no importa el lenguaje. No importa la cultura”, ella dice. “Si de verdad intentas, puedes transmitir tu mensaje”.Victor Julian Torres: la nueva generación
Victor Torres ha estado abogando para que los jóvenes de su pueblo, Greenfield, California, se involucren en la reforma de los pesticidas. Él y su hermano, Santiago, educan a sus amigos sobre los efectos dañinos de los pesticidas. “Somos el futuro”, dice Torres.
Foto de Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Victor Julian Torres, un estudiante de 11º grado en la preparatoria Greenfield High School en Greenfield, California, ha sido miembro de la coalición Safe Ag Safe Schools (SASS o Agricultura Segura Escuelas Seguras) desde que estaba en el 6º grado. La coalición consiste en más de 30 organizaciones enfocadas en proteger de pesticidas peligrosos a los niños escolares en el condado de Monterey, un condado de California repleto de granjas. Torres, un adolescente delgado de actitud acogedora, se enfrentó a un incidente de vida o muerte, lo que le impulsó al activismo educando a los jóvenes de su región sobre los efectos dañinos de la exposición a pesticidas cerca de las escuelas.
Greenfield queda aproximadamente 40 minutos hacia el sureste de Salinas, en el corazón de un valle lleno de viñedos y campos de vegetales con destino a supermercados en todo el país. Un reporte publicado en 2014 por el California Department of Health (Departamento de Salud) encontró que el condado de Monterey tenía el número más alto de escuelas cercanas a la concentración más alta de uso de pesticidas en todo el estado. El campus de Vista Verde Middle School en Greenfield, donde Torres asistió al 6º grado, está rodeado de viñedos al oeste y al sur.
Temprano en la mañana del 9 de febrero de 2017, un día que Torres recuerda como un día escolar normal, él estaba en su aula, con la puerta abierta, cuando le empezó a ser difícil respirar.
“Empecé a sentir un olor fétido y poco tiempo después me empezó a faltar el aire”, dice. “Era muy raro porque nada malo había pasado ese día, todo iba bien, y después de pronto me está siendo difícil respirar. Me tomó totalmente desprevenido. Fue muy surreal”.
Un médico diagnosticó un ataque de asma. Torres sabía que era asmático, pero nunca había tenido un ataque severo. Él no estaba consciente de lo que estaba pasando con su cuerpo, ni tampoco lo que le estaba haciendo jadear por falta de aire. Torres no estaba solo en su confusión. Su profesor intentó darle agua para ver si él tal vez estaba deshidratado. Pero eso no ayudó, entonces mandó a Torres a la enfermería de la escuela. De ahí llamaron al abuelo de Torres, quien vivía enfrente de la escuela. Estando en la casa del abuelo, tuvieron que llamar a una ambulancia.
Después de esta experiencia traumática, Torres decidió unirse a SASS. Él y Santiago, su hermano menor, empezaron a hablar con otros jóvenes en la comunidad. Los amigos de Santiago fueron inspirados y se unieron a los hermanos en el movimiento.
Para Torres, un momento cumbre en su activismo fue en 2019, cuando SASS y sus socios de la coalición abogaron por la prohibición del pesticida organofosforado clorpirifos, que ha sido asociado con bajo peso al nacer y problemas del desarrollo en los niños. “Después de mucha comunicación a Sacramento intentando llamar la atención de la EPA (Agencia de Protección Ambiental), el gobernador, y asistiendo a un abandono del edificio de la EPA en Sacramento durante un aguacero, logramos que se prohibiera (el clorpirifos)”, dice Torres. “Era un gran hito para mi pero me siento que el trabajo todavía no se ha terminado”.
En octubre del 2019, el Department of Pesticide Regulation (Departamento de Regulación de Pesticidas) de California anunció la prohibición de clorpirifos en la agricultura. La EPA (Agencia de Protección Ambiental) de los E.E. U.U. prohibió el uso de clorpirifos en productos alimenticios en 2021.
Torres continúa animando a sus pares a involucrarse en las organizaciones comunitarias. “La juventud es muy ruidosa y necesitamos mantenernos involucrados porque somos la siguiente generación” dice.
Zaydee Sanchez es cronista visual, fotógrafa documental y escritora mexicana-estadounidense. Inspirada en su crianza en California en el valle agrícola de San Joaquín, en el pueblo de Tulare, su trabajo está arraigado en abordar las complejidades de la migración. Con un enfoque en los trabajadores, el género y el desplazamiento, ella busca que su trabajo sea significativo e impactante.
Nota del editor: Este es el segundo reportaje de "A la Deriva”, una serie de tres reportajes sobre el uso de pesticidas en California de Environmental Health News y palabra, una plataforma multimedia de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos. La serie expone cómo las comunidades de color y los trabajadores agrícolas están expuestos de manera desproporcionada a algunos de los químicos más peligrosos aprobados para uso agrícola.
Click here to read this story in English.
BAKERSFIELD, Calif. — En la cocina de su casa rodante, Flor Alvarado escucha atentamente una reunión virtual y toma notas mientras Alexa y Alison, sus gemelas de siete años, juegan tranquilamente en la sala. Alvarado vive en Bakersfield, en el extremo más al sur del sofocante valle de San Joaquín, en California, donde no es raro que las temperaturas alcancen los tres dígitos fahrenheit. El aire acondicionado zumba tratando de mantener la casa fresca mientras la voz de una activista comunitaria resuena en la pantalla del teléfono de Alvarado. Mira a sus hijas: es casi la hora de cenar.
Alvarado se unió a este grupo para apoyar a las trabajadoras agrícolas y prepararlas para asumir cargos de liderazgo comunitario. Es la primera de varias organizaciones a las que se ha unido desde 2019, pocos años después de que naciera la activista que lleva dentro.
Antes del valle de San Joaquín, Alvarado y su familia vivían en Oxnard, a una hora y media en coche del noroeste de Los Angeles, en el condado de Ventura, en donde vastos campos de fresas llenan los llanos cercanos a la costa. Allí fue donde Alvarado cambió de trayectoria y se unió a las filas del activismo, después de que un incidente pusiera en peligro su vida y trastocara sus días como trabajadora agrícola y madre.
En una mañana de diciembre de 2014, mientras trabajaba en uno de los campos de fresas de Oxnard, Alvarado sufrió lo que ella cree fue una reacción aguda a una fresa que se comió y que estaba cubierta de residuos de pesticidas. Tenía tres meses de embarazo. Poco después de comerse la fresa, Alvarado notó sangrado vaginal y corrió a un baño portátil. Asustada y confundida, decidió irse a casa, pero el sangrado no se detenía. Luego empezaron a aparecer sarpullidos.
Las fresas son uno de los principales cultivos de Oxnard, donde se celebra anualmente el Festival de la Fresa de California. Las fresas no-orgánicas son sometidas con frecuencia a tratamientos con pesticidas, lo que supone un riesgo para los trabajadores agrícolas y los residentes cercanos.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Alvarado manejó hasta el hospital, donde un doctor le dijo que corría el riesgo de perder a sus hijas. Fue entonces cuando se enteró de que estaba esperando gemelas. El médico le recomendó que dejara de trabajar.
Más tarde, los compañeros de trabajo de Alvarado le dijeron que el campo que ella había estado cosechando esa mañana había sido tratado con pesticidas durante el fin de semana. Le dijeron que otros trabajadores también se habían enfermado ese mismo día.
La historia de Alvarado resuena entre las multitudes de trabajadores agrícolas, familias, y comunidades de California a menudo expuestas a pesticidas con un conocimiento limitado de dónde, cuándo, y qué sustancias químicas tóxicas se han utilizado.
Pero ahora Alvarado se ha unido a los implacables activistas que han luchado por la reforma de los estándares de seguridad de los pesticidas y quienes recientemente obtuvieron una victoria histórica: décadas de trabajo de la Californianos por la Reforma de Pesticidas (CPR, por sus siglas en inglés) y sus más de 200 organizaciones asociadas lograron la aprobación de normas más estrictas y, a partir de 2024, el estado exigirá la notificación previa de qué pesticidas se aplicarán en los campos y cuándo.
Hoy en día en California se envían notificaciones públicas para alertar a las comunidades sobre asuntos como secuestros de niños, incendios forestales, y condiciones meteorológicas adversas. Pero a pesar de las décadas de investigaciones que han relacionado a los pesticidas con problemas de salud, el público no recibe advertencias sobre cuándo se aplicará un pesticida tóxico.
Eso cambiará ahora que el Gobernador Gavin Newsom ha destinado $10 millones para que el Departamento de Regulación de los Pesticidas de California (DPR por sus siglas en inglés) crea un sistema de notificación estatal. El público tendrá acceso a una plataforma en línea para informarse sobre las aplicaciones futuras en una zona determinada de cientos de los pesticidas más peligrosos. El activismo comunitario fue clave para garantizar la financiación del programa en el presupuesto de 2021, dijo la vocera del DPR Leia Bailey.
Si bien California no es el primer estado en requerir que se notifique con antelación la aplicación de pesticidas, su sistema pretende ser el más completo y accesible. Además de brindarle información al público para proteger su salud, los activistas esperan que el sistema genere una mayor conciencia sobre la exposición a los pesticidas y aumente la presión pública para mejorar la normativa sobre estas sustancias en California y a nivel nacional.
El sistema de notificaciones será también una poderosa herramienta para los investigadores y funcionarios de salud pública para que monitoreen enfermedades y estudien sus posibles vínculos con los pesticidas, y, además, podría servir de modelo para otros estados, dijo Pamela Lein, profesora de neurotoxicología en la Universidad de California, Davis.
“Estas notificaciones pueden ser increíblemente importantes y útiles para que los científicos intenten encontrar la asociación entre la exposición (a pesticidas) y efectos adversos para la salud”, comentó Lein.
Disponer de esos datos permitirá a los investigadores y funcionarios de salud pública distinguir más fácilmente los pesticidas de otras fuentes de contaminación.
Lein compara la notificación de pesticidas con la época en que las autoridades sanitarias empezaron a hacer campaña sobre los efectos nocivos para la salud de fumar cigarrillos. “Cuando escuchas hablar sobre esto a las personas en las cuales confías para que cuiden tu salud, es más probable que la comunidad … empiece a involucrarse en protegerse a sí misma”, dijo.
Los campos de pruebas son cuatro comunidades en los condados de Ventura, Riverside, Stanislaus, y Santa Cruz, donde el año pasado se probaron diferentes versiones de un sistema de notificación.
“Estamos trabajando con los comisionados agrícolas de varios condados del estado en los pilotos voluntarios para probar diferentes elementos del diseño del sistema”, dijo Karen Morrison, subdirectora jefe en funciones del DPR. Morrison dijo que un análisis de la efectividad de los proyectos piloto informará el diseño del sistema estatal.
No obstante, en talleres públicos convocados por el DPR en noviembre de 2022, los residentes y activistas expresaron preocupación respecto a la accesibilidad de la plataforma. Temen que el sistema no proporcione las horas y lugares específicos en los que se aplicarán los pesticidas.
Mientras el estado toma nota de los comentarios del público, un componente ya decidido del sistema de notificación es que solo incluirá pesticidas de uso restringido, es decir, aquellos considerados más peligrosos para la salud pública y el medio ambiente.
“Hay muchos pesticidas peligrosos que no están restringidos”, afirma Jane Sellen, codirectora de CPR. “Cualquier pesticida tarda mucho tiempo en aparecer en esa lista. Existe el principio de ‘considerarlo seguro hasta que se demuestre lo contrario’, y toma décadas demostrar lo contrario. Pero tomaremos (el sistema de notificación) como punto de partida”.
Ventura County’s annual $2 billion agricultural industry produces a variety of crops, including beans, strawberries, citrus, onions and celery.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Un cartel en español al lado de los campos agrícolas de Oxnard alerta a los conductores para que reduzcan la velocidad cuando hay niños cerca a la vía. Pero las comunidades no reciben ninguna advertencia previa sobre las aplicaciones de plaguicidas y sus daños potenciales para la niñez y otras personas.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
De trabajadora agrícola a activista
Prevenir que otras familias se vean expuestas a pesticidas es lo que motiva a Alvarado, quien empezó a trabajar en los campos de Oxnard con su mamá y hermano cuando tenía 14 años.
Originaria de la ciudad de Pachuca, en México, su familia vivió una vida de trabajo migrante, siguiendo las temporadas de cosecha de fresas, tomates, y chiles y trabajando después en viveros de diversos cultivos. Alvarado dijo que la reacción adversa que tuvo en 2014, cuando estaba embarazada, no fue su primera exposición aguda.
“Yo empecé a trabajar desde muy chica … Yo no tenía conocimiento absolutamente de nada”, dice. “Echaban como un tipo de polvo blanco … ese polvito se quedaba en la mata (planta) y yo notaba que en ocasiones yo no llevaba guantes y eso me picaba las manos, me salían como ronchas…Y mi mamá siempre decía que era por los pesticidas, o era el químico o el polvo, pero me decía: ‘ponte guantes y ya’. Pero yo notaba que era algo extraño”.
Alvarado está convencida que la exposición aguda que sufrió en 2014, así como los años que ha pasado en campos fumigados, afectó el desarrollo de sus hijas. Recuerda que tras el nacimiento de las gemelas, tuvo que hacer visitas sin fin al hospital, pues siempre estaban enfermas. A medida que sus hijas crecían, notó retrasos en ciertas etapas del desarrollo como caminar y hablar.
Entre las madres que trabajaban en el campo, empezaron a compartir que "pues igual que mi niño tiene aprendizaje lento y que mi niño está igual que el tuyo”, cuenta.
Las habitaciones de Alexa (izq.) y Alison (der.) están pintadas de rosado, su color favorito. Su mamá, Flor Alvarado, cree que una exposición aguda a pesticidas durante su embarazo, de la mano de años de trabajo en campos tratados con pesticidas, afectaron el desarrollo de las niñas.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
En ese momento, Alvarado entendía muy poco sobre los efectos en la salud que tiene la exposición a pesticidas, y tampoco había recibido entrenamiento alguno al respecto.
A veces rociaban las plantas donde estaban trabajando, dice. “Yo le decía al mayordomo y él decía que era solamente agua para lavar las plantas o era para que quitara el polvo… Pero nunca nos decían qué era, pero olía muy feo y nosotros sabíamos que era spray y pues no nos daban ningún equipo de protección, nada, simplemente nosotros nos cubríamos con lo que podíamos”.
En California, la ley obliga a los empleadores a entrenar a los campesinos que trabajan en campos tratados con pesticidas. El entrenamiento debe darles información sobre los efectos de los pesticidas y cómo protegerse.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) también requiere que a nivel nacional los empleadores le den materiales de entrenamiento sobre pesticidas a los trabajadores agrícolas según el llamado Estándar para la Protección del Trabajador (WPS) Programa de Pesticidas (WPS, por sus siglas en inglés) de la EPA. El WPS se actualizó en 2015, exigiendo que los trabajadoras agrícolas reciban formación anualmente en lugar de cada cinco años.
Pero Alvarado dijo que no recibió entrenamiento alguno hasta 2019. “La junta no tardaba más de cinco minutos”, recordó. “Te daban una hoja que firmaras que se te estaba dando ese entrenamiento”.
Por la época en la que recibió su primer entrenamiento, Alvarado decidió involucrarse en la lucha por la reforma de las leyes de pesticidas.
Exposición a los pesticidas: el conocimiento es poder
Los plaguicidas se han relacionado desde hace tiempo con problemas crónicos de salud como el cáncer, los partos prematuros, el autismo, y daños en el cerebro y el sistema nervioso. Con ingresos de unos $51 mil millones, California es el principal estado agrícola de Estados Unidos. Es, además, líder en la aplicación de pesticidas, con más de 200 millones de libras (unos 90 millones de kilos) usadas cada año.
Muchos en agricultura industrial dicen que los pesticidas son esenciales para prevenir las pérdidas de cosechas debido a insectos, enfermedades, y malezas. No obstante, los trabajadores agrícolas y líderes sindicales y expertos en salud llevan décadas advirtiendo sobre las consecuencias de exponerse a pesticidas – sobre todo para los migrantes latinos e indígenas quienes dominan las filas del trabajo agrícola. Se calcula que cada año entre 500,000 y 800,000 trabajadores agrícolas laboran en los campos de California, y 83% de ellos se identifican como hispanos o latinos. Un estudio publicado en 2022 en la revista científica BMC Public Health descubrió que todo el uso de pesticidas en el estado se produce en el 60% de los códigos postales de California que albergan los mayores porcentajes de personas de color.
Alvarado y sus hijas se mudaron hace poco de Oxnard a Bakersfield, en el Valle de San Joaquín. Una de las ventajas de su nuevo hogar es el parque infantil comunitario.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Los expertos en salud pública afirman que un sistema de notificación previa ayudaría a los trabajadores y residentes a protegerse.
“Si los funcionarios de salud pública alertaran que se va a fumigar con los pesticidas x, y, z en este sector o en esta comunidad en estas fechas, urgiríamos a todo el mundo que se encontrara a cierta distancia del lugar de aplicación para que redujeran a un mínimo el tiempo que pasen afuera”, dijo Lein. “Les pediríamos que se aseguren de cerrar bien sus ventanas. Que si salen al aire libre, usen una mascarilla y laven bien su ropa (al regresar a sus casas). Y que si tienen desordenes respiratorios sean particularmente cuidadosos”.
Alvarado cree que el sistema ayudaría, además, a que las y los trabajadores entiendan sus derechos. “Uno como campesino obedece al patrón, pero si tú escuchas otra opinión, tú dices: ‘Yo no lo puedo hacer. Hay leyes que me protegen’”.
Lein dice que el sistema de notificaciones previas tiene el potencial de reducir los daños en la salud por exposición a los pesticidas – particularmente efectos agudos como los que experimentó Alvarado. “Creo que tenemos una oportunidad real de ver una reducción de los efectos adversos para la salud asociados a las exposiciones agudas”.
Un cambio conseguido con mucho esfuerzo
La lucha por un nuevo sistema de notificación empezó en 1996, cuando se fundó CPR. Lo que unió a los activistas bajo la bandera de CPR fue la derrota en 1990 de la propuesta de ley 128 de California, conocida como “Big Green”.
La medida “Big Green” proponía eliminar docenas de pesticidas, pero los votantes del estado la rechazaron. Esa derrota llevó a la fundación de CPR.
“Nos dimos cuenta de que teníamos que reunir a todo el mundo y centrarnos en los pesticidas”, dijo Sellen.
Luego llegaron los triunfos, incluyendo la aprobación de políticas estatales como las zonas de separación escolar en 2017, que prohíben aplicar pesticidas durante el día a menos de 400 metros de escuelas y guarderías. En 2019, California practicamente prohibió cualquier uso agrícola de los químicos tóxicos llamados clorpirifos, que fueron creados primero por los Nazis como un arma de guerra. Numerosas investigaciones han relacionado los clorpirifos con daños cerebrales y defectos congénitos en los niños. De la mano de estas victorias, renació la idea de un sistema de notificación de plaguicidas.
Gustavo Aguirre Jr., ex director del condado de Kern de la Red de Justicia Medioambiental de California Central, abogó por un sistema local de notificación de pesticidas en Shafter, una pequeña comunidad agrícola cercana a Bakersfield.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
La primera prueba de un protocolo de notificaciones se llevaría a cabo en Shafter, una pequeña ciudad con una mayoría de habitantes latinos ubicada al noroeste de Bakersfield. Rodeada por campos de algodón y granjas de pistachos y almendras, la ciudad está entre la carretera interestatal 5 y la autopista 99, en la tierras bajas del valle Central de California.
En 2017, el estado aprobó una ley histórica, la AB617, que busca reducir la contaminación en el aire en comunidades vulnerables y financia la participación de estas comunidades en las soluciones. Los residentes y grupos ambientalistas locales como el Central California Environmental Justice Network (CCEJN, por sus siglas en inglés) presionaron exitosamente para que el estado incluyera a Shafter, que sufre de contaminación atmosférica por el alto tráfico vehícular y las industrias agrícola, de gas, y de petróleo.
Los organizadores de base en Shafter lucharon con fuerza por un sistema de notificación de pesticidas, y la Junta de Recursos del Aire de California (CARB, por sus siglas en inglés) destinó $250,000 para construirlo.
“Esa fue una gran, gran victoria”, dijo Sellen. “Entonces, el comisario de agricultura del condado de Kern, Glenn Fankhauser, simplemente se negó”.
‘No creo que vaya a resolver ningún problema de exposición a los pesticidas’.
En California, los comisionados de agricultura, quienes son nombrados por los funcionarios de cada condado pero trabajan bajo el mando de los reguladores de pesticidas estatales, son los responsables de hacer cumplir las leyes estatales del sector agrícola. Monitorear el uso de pesticidas representa el 60% de su carga de trabajo.
“Tenemos una autoridad jurídica muy complicada sobre los comisionados agrícolas”, dijo Sellen. Los organizadores de Shafter presionaron a Fankhauser para que implementara el sistema local de notificación de pesticidas, pero no lo consiguieron.
EHN y palabra se sentaron con Fankhauser en su oficina en Bakersfield para preguntarle sobre las notificaciones de aplicación de pesticidas.
Si bien Fankhauser reconoció que el “derecho del público a saber” es un argumento válido a favor de un sistema de notificación, dijo que no lo ve como una herramienta efectiva para proteger la salud de la comunidad. “No creo que vaya a resolver ningún problema de exposición a los pesticidas”.
A pesar de la oposición de Fankhauser a un sistema de notificación local, Sellen dijo que Shafter “abrió el camino a una forma de hacerlo realidad” y la continua presión de CPR y sus socios condujo finalmente a la financiación de un sistema a nivel estatal.
“Creo que cuando Shafter falló, eso puso mucha presión política … para crear un sistema a nivel estatal”, dijo Sellen. “El estado iba a tener que ejercer el liderazgo y eso iba a requerir mucho capital político”.
Fankhauser también se opuso al sistema estatal, pero dijo que ahora que el estado ha decidido continuar con la implementación, no tiene ningún problema en acatarlo. Sin embargo, Shafter no será un sitio piloto para el sistema estatal.
La derrota en Shafter golpeó a los miembros de la comunidad que habían luchado por el sistema de notificación, dijo el ex director del CCEJN en el condado de Kern, Gustavo Aguirre, Jr. “Básicamente, el estado vino y dijo: ‘Felicitaciones, gracias a ustedes tenemos un (sistema de) notificación a nivel estatal. Pero vamos a hacer esto fuera del valle. Y entonces, una vez que se implemente en todo el estado, ahí sí los beneficiará a ustedes’. Esta es la injusticia a la que desgraciadamente están acostumbradas estas comunidades”.
Junto al condado de Kern, otros funcionarios del valle de San Joaquín en Tulare, Fresno, San Joaquín, y Madera también se negaron a participar en el proyecto piloto. Estos están entre los nueve condados que juntos comprenden la región agrícola más productiva a nivel mundial – y también la que tiene un mayor uso de pesticidas.
El condado de Stanislaus, conocido por su viñedos y extensos huertos de almendros, es el único condado en el valle que participará del proyecto piloto, pero no sin controversias.
Una cosecha de preocupaciones comunitarias
Los cultivos agrícolas bordean el barrio de Nyeland Acres, en Oxnard, California. La comunidad participa en un proyecto piloto que servirá de base para el diseño del sistema estatal de notificación de pesticidas.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
El proyecto de Stanislaus se está llevando a cabo en Grayson, un pequeño pueblo de poco más de 1,500 personas – casi todos hispanos – unas 15 millas (24 kilómetros) al suroeste de Modesto. Grayson esta rodeado de granjas, con el río San Joaquín corriendo al oeste y la autopista 33 al este.
Bianca Lopez, la co-fundadora de la organización Valley Improvement Projects for Social and Environmental Justice (Proyectos de Mejora del Valle para la Justicia Social y Ambiental), dijo que agradece que el comisionado agrícola del condado de Stanislaus, Kamaljit K. Bagri, se ofreciera como voluntario para el proyecto piloto. Pero, Lopez dijo, “si vamos a hacer un piloto, hagámoslo bien”.
Miembros de la comunidad dijeron que han subrayado la importancia de incluir los sitios exactos en donde se aplicarán pesticidas. También quieren una plataforma en línea que sea fácil de navegar en la que las comunidades puedan encontrar el nombre del pesticida, los efectos negativos conocidos o presuntos sobre la salud, y los horarios previstos de aplicación. Esperan que la versión final de la plataforma pueda funcionar en varios idiomas, reflejando así a las comunidades de habla hispana y lenguas indígenas. Lopez dijo que los habitantes de Grayson piensan que la página web piloto, que requiere registrarse y crear un usuario con contraseña, es complicado y les decepciona que no proporcione la ubicación exacta de las aplicaciones de pesticidas. “Básicamente me está diciendo lo que yo ya sé. Que estamos siendo fumigados, a todas horas del día. No nos dio ninguna información adicional sobre la verdadera ubicación de las aplicaciones”.
Problemas similares han afectado al proyecto piloto de notificación del condado de Ventura, que se lanzó en la primavera pasada en el vecindario de Oxnard llamado Nyeland Acres. Esta comunidad, mayormente latina, limita al este con la autopista 101 Ventura, al norte con viveros, y al sur con campos de frutas y verduras. Los habitantes han estado reacios a registrarse para participar en el proyecto de notificación piloto, dijo Teresa Gómez, organizadora comunitaria de CPR, porque no presenta la ubicación exacta de las aplicaciones de pesticidas.
Añadió que el sistema para inscribirse pide información que no todo el mundo se siente cómodo compartiendo. Porque un 75% de los trabajadores agrícolas en California son indocumentados, muchos temen repercusiones si comparten información personal.
Cuando se le preguntó a Karen Morrison, la subdirectora jefe en funciones del DPR, porqué las ubicaciones exactas de fumigación no estaban siendo incluidas en los proyectos piloto, dijo que está al tanto de las preocupaciones de la comunidad y que el estado está “teniendo en cuenta esa información conforme avanza en el diseño del sistema a nivel estatal”.
Por algo se empieza
Alexa dibuja con su peluche de pájaro favorito posado en su hombro. La niña de siete años sufre pérdida de audición, pero no ha podido someterse a cirugía debido a demoras por la pandemia.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
Voluntarios como Flor Alvarado también se preocupan por lo que quedará fuera del eventual sistema estatal de notificación. Pero eso no detendrá su activismo.
En su casa rodante en Bakersfield, cuando la reunión de voluntarios llega a su fin, la luz del sol de verano se cuela entre las cortinas. Su hija Alexa señala un delantal blanco que decoró junto a su mamá y hermana que dice, “Líderes Campesinas Ventura”. La familia comienza los preparativos para otra reunión comunitaria que se llevará a cabo en Oxnard, a dos horas manejando hacia el sur.
Mirando a Alexa, Alvarado recuerda que después del nacimiento de sus hijas regresó a trabajar en los campos de Oxnard. Recuerda que su mamá sufría constantemente de dolores de cabeza, náuseas, y vómitos – tanto, que debía descansar cada cuatro o cinco horas. Al poco tiempo, Alvarado misma empezó a sentir fuertes dolores de cabeza. Decía que llegaba a casa después del trabajo, se tomaba un analgésico, se duchaba, y se iba directo a la cama. Mientras Alvarado abre la nevera buscando qué hacer de cenar, Alexa y Alison entran y salen corriendo de sus habitaciones. Cada habitación está pintada de rosa y pósters del personaje de Elsa de la película “Frozen” decoran sus paredes. Libros para colorear y lápices de color cubren sus alfombras mientras comparten ideas sobre qué van a dibujar.
Alvarado dijo que sus gemelas han sufrido retrasos en su desarrollo. Comenzaron a caminar y hablar a los dos años. Ambas niñas sufren de pérdida auditiva. Alison pudo ser operada, pero por la pandemia del coronavirus, el procedimiento de Alexa se pospuso. Una vez que las gemelas empezaron el colegio, dijo Alvarado, un especialista las examinó y confirmó que tenían problemas de aprendizaje. Muchos pesticidas se han relacionado con bajos pesos al nacer, abortos espontáneos, nacimientos prematuros, y luego problemas cognitivos en menores.
Al bajar el sol en Bakersfield, Alvarado prende la luz de la cocina. Comienza a limpiar la mesa del comedor de los libros de colorear que Alexa y Alison trajeron. Agarra su delantal de Líderes Campesinas y lo coloca en la encimera limpia de la cocina.
Ha logrado que su mamá y hermana también se involucren en el activismo. “Mi mamá de primero no le gustaba porque me decía que andaba haciendo mucho alboroto”, Alvarado dijo. Ahora, no obstante, la llama para avisarle si están fumigando en el campo donde trabaja. “Yo le digo: ‘toma fotos, toma fotos de todo”.
Zaydee Sanchez es cronista visual, fotógrafa documental y escritora mexicana-estadounidense. Inspirada en su crianza en California en el valle agrícola de San Joaquín, en la ciudad de Tulare, su trabajo está arraigado en abordar las complejidades de la migración. Con un enfoque en los trabajadores, el género y el desplazamiento, ella busca que su trabajo sea significativo e impactante.
A la Deriva
Una serie de tres partes de Environmental Health News y palabra, una plataforma multimedia de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos, sobre el uso de pesticidas en California encuentra que las comunidades rurales de color y los trabajadores agrícolas están desproporcionadamente expuestos a algunos de los químicos más peligrosos que se usan en la agricultura.
Nuestro informe también destaca cómo las comunidades con mayor riesgo de exposición a pesticidas han liderado la tarea para que se promulguen reglas más estrictas y protectoras y aumentar el acceso del público a la información sobre las aplicaciones de pesticidas antes de que sucedan.
La serie se centra en California, pero contiene lecciones para la nación mientras se enfrenta a cómo manejar y regular los tóxicos que se usan para cultivar nuestros alimentos.
Aquí están las historias (To read in English, click here.):
En la primera línea de la exposición a pesticidas
A pesar de décadas de investigación que relacionan la contaminación por pesticidas liberados en el aire con daños a la salud, la regulación sigue siendo débil y deja a los más vulnerables con pocas protecciones.
El nuevo sistema de notificación de pesticidas de California tiene como objetivo proteger la salud pública. ¿Funcionará?
Los activistas comunitarios fueron fundamentales para lograrlo. Pero les preocupa que no llegue lo suficientemente lejos para proteger a las comunidades rurales y a los trabajadores agrícolas del daño de los pesticidas.
Movilizando contra los pesticidas
Activistas de dos de las regiones agrícolas más grandes de California describen la lucha para proteger a las comunidades y los trabajadores de la exposición a pesticidas.
Lo que encontramos
La colaboración entre EHN y palabra revela que:
- Cientos de millones de libras de pesticidas se aplican a los cultivos de California cada año, la cuota más grande del uso de pesticidas agrícolas en los Estados Unidos. A nivel nacional, se ha estimado que se aplican anualmente mil millones de libras (453.592.370 kilogramos).
- Los reguladores estatales y federales descuidan en gran medida a las comunidades agrícolas cuando se trata de abordar la contaminación por pesticidas liberados en el aire, lo que a menudo deja a los residentes batallando condado por condado para descubrir cómo los pesticidas están afectando la calidad del aire local.
- No existen límites federales que restrinjan la cantidad de mezclas de pesticidas agrícolas permitidas en el aire. A pesar de la creciente evidencia de los vínculos entre los pesticidas y una amplia gama de efectos agudos y crónicos en la salud, el cambio ha sido lento, gradual y, a menudo, impulsado por los más afectados.
- El uso de pesticidas es el tipo de contaminación con las mayores disparidades raciales, étnicas y de ingresos en California. Las comunidades de color y las comunidades pobres de los EE. UU. se ven más afectadas por la exposición a pesticidas que el resto del país.
- Las comunidades fronterizas continúan liderando la lucha por niveles más altos de protección. Los activistas han conseguido la prohibición de algunos de los pesticidas más peligrosos y han persuadido al estado para que promulgue zonas de amortiguamiento entre las escuelas y los sitios de aplicación de pesticidas agrícolas. Recientemente prevalecieron en una lucha de décadas por un sistema estatal para proporcionar al público una notificación anticipada sobre las aplicaciones planificadas de pesticidas.
Lo que escuchamos
Que tiene que pasar
Aquí hay algunas acciones para ayudar a producir un cambio que provoque resultados significativos a nivel nacional y local sobre la seguridad y la reforma de los pesticidas:
Estudios más rigurosos, sistema regulatorio más sólido: A pesar de décadas de investigación, los expertos están llamando cada vez más la atención sobre las persistentes brechas de conocimiento, así como sobre los fallos en los métodos científicos utilizados para evaluar los riesgos de los pesticidas para la salud humana. Eso incluye la necesidad de una mejor comprensión de los impactos adversos asociados con los pesticidas en dosis mucho más bajas que las que se han medido tradicionalmente. También significa reducir la investigación patrocinada por la industria en las evaluaciones gubernamentales de salud y seguridad de pesticidas.
Escuche a las comunidades de primera línea: Al abordar esta serie, primero nos reunimos con miembros de las comunidades afectadas y planteamos una pregunta simple: "¿Qué sería útil?" Las personas pidieron que complementáramos nuestros informes detallados con un kit de recursos de acción bilingüe, desde infografías ricas en imágenes hasta videos que desglosen la información sobre la exposición a pesticidas en explicaciones simples y formas de protegerse. Y así lo hemos hecho. Aquí hay ideas para cualquier organización que busque aumentar la relevancia, accesibilidad y utilidad de sus recursos de información para las personas afectadas por los pesticidas.
Corra la voz: Al final de la página, hemos preparado un kit de recursos informativos sobre la exposición a pesticidas para ponerla en manos de quienes los necesitan. Puede ayudar siguiéndonos en redes sociales y compartiendo nuestros videos, guía explicativa, infografías y publicaciones en las redes sociales con su comunidad, familia y redes profesionales. Muchas de las organizaciones que aparecen en nuestros informes también brindan oportunidades para aprender más, buscar soluciones y conectarse con otras personas preocupadas por los pesticidas y la salud.Sobre nuestra colaboración
Environmental Health News es una galardonada organización no partidista dedicada a impulsar la ciencia en el debate público, en las leyes y políticas públicas. palabra es una plataforma multimedia de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos donde los periodistas independientes cubren historias y comunidades que han sido ignoradas en los medios de comunicación más grandes debido a la ideología de que las noticias 'étnicas' son solo un problema para las comunidades marginadas y no un problema humano.
Queríamos que nuestros reportajes estuvieran basados en ciencia confiable y guiados por las necesidades de información de las personas más afectadas. Comenzamos organizando una serie de conversaciones informales con miembros de comunidades muy afectadas por pesticidas agrícolas para aprender más sobre sus preguntas y desafíos. La asociación entre EHN y palabra refleja un compromiso compartido con el periodismo bilingüe, amplificando las voces de la comunidad y colaborando con periodistas que poseen un profundo conocimiento y confianza en las comunidades desde las que informan.
Sigua el impacto de nuestra serie en Twitter en los hashtags: #Adrift (inglés) y #AlaDeriva (español). Manténgase en contacto. Y comparta nuestros recursos:
Video: A la Deriva: la lucha contra pesticidas tóxicos
Guías explicativas: ¿Qué son los pesticidas y cómo afectan su salud?
Lea más: ¿Qué son los pesticidas?
Infografías: ¿Qué son los pesticidas y cómo afectan su salud?
Descarga la infografía aquí:
Infografías: ¿Qué es el glifosato y cómo afecta la salud?
Descarga la infografía aquí:
Nota del editor: Este es el primer reportaje de “A la Deriva”, una serie de tres reportajes sobre el uso de pesticidas en California de Environmental Health Newsy palabra, una plataforma multimedia de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos. La serie expone cómo las comunidades de color y los trabajadores agrícolas están expuestos de manera desproporcionada a algunos de los químicos más peligrosos aprobados para uso agrícola.
Este reportaje y video fueron producidos en colaboración con Voces de la Bahía de Monterey.Marielle Argueza contribuyó a este artículo.
Click here to read this story in English.
SALINAS, Calif. — Yanely Martínez estaba en el trabajo en 2017 cuando recibió una llamada telefónica de la escuela de su hijo en Greenfield, una ciudad agrícola en el Valle de Salinas de California. A Victor, de 10 años, le estaba dando un ataque de asma severo y su inhalador no se encontraba por ninguna parte.
Martínez, una educadora, pronto se dio cuenta de que los pesticidas podrían estar detrás de los ataques de asma del niño. Justo antes de que tuviera problemas para respirar, Victor olió algo dulce, un olor asociado con uno de los pesticidas cuyo uso los activistas locales estaban tratando de prohibir en ese momento. Martínez después descubrió que un campo adyacente a la escuela había sido fumigado antes del amanecer.
“La aplicación fue a las 4 a.m. y se enfermó a la 1 p.m. Ese es el tiempo que el pesticida permanece en el aire”, dijo.
Cada año se aplican cientos de millones de libras de pesticidas a los cultivos de California, la proporción más grande de uso de pesticidas agrícolas en los Estados Unidos, donde se utilizan aproximadamente mil millones de libras al año. Según el Departamento de Regulación de Pesticidas de California, tan solo en 2018 se aplicaron en el estado 209 millones de libras de ingredientes activos que se encuentran en pesticidas.
En todo el país, los reguladores estatales y federales se desentienden en gran medida de comunidades como Greenfield cuando se trata de abordar la contaminación lateral de pesticidas, que se refiere al desplazamiento de los pesticidas en el aire, lo que deja a los residentes luchando condado por condado para descubrir cómo los pesticidas están afectando la calidad del aire local y exigir protecciones más fuertes.
No existen límites federales que restrinjan la cantidad de mezclas de pesticidas agrícolas permitida en el aire. A pesar de los vínculos de los pesticidas con sus efectos a la salud como náuseas, dolores de cabeza, ataques de asma, cáncer, coeficiente intelectual más bajo y problemas de aprendizaje como el autismo, el cambio ha sido lento, gradual y, a menudo, impulsado por los más afectados.
Víctor Torres abraza a su madre, Yanely Martínez, afuera de su ex escuela secundaria en Greenfield, California. Ambos son miembros de la organización Agricultura Segura, Escuelas Seguras, que lucha por protecciones más fuertes en contra del uso de los pesticidas.
Foto por Zaydee Sanchez para EHN/palabra.
El uso y la venta de pesticidas están regulados por diferentes agencias, comenzando con la Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés), que evalúa la seguridad en función del daño potencial a las personas y el medio ambiente, y por las agencias reguladoras estatales y los condados, dependiendo el mosaico de leyes de cada estado.
Pero a pesar de la cantidad de leyes que intentan minimizar el daño que le hacen los pesticidas a las personas y el medio ambiente, un creciente cuerpo de investigación apunta a los efectos desproporcionadamente adversos de los pesticidas en las personas de color, en particular los latinos.
“Se ha documentado la disparidad en la exposición a pesticidas. Es un problema”, dijo la toxicóloga Alexis Temkin, coautora de un estudio reciente del Environmental Working Group que examina la exposición a pesticidas en el condado de Ventura, un importante productor de bayas, cítricos y vegetales a unas 250 millas del Valle de Salinas por la costa del Pacífico. El estudio encontró que las áreas del condado con porcentajes más altos de latinos y residentes de bajos ingresos estaban expuestas a mayores cantidades de pesticidas tóxicos.
‘Es más probable que los pesticidas dañen a las personas de color debido a políticas y leyes firmemente arraigadas que los ponen en desventaja.’
No es solo en Ventura. Un estudio del 2015 sobre los impactos de los pesticidas en las comunidades de color de California, publicado por la Revista Americana de la Salud Pública, encontró que el uso de pesticidas era el tipo de contaminación con las mayores disparidades raciales, étnicas y de ingresos en el estado.
Más del 95% del uso de pesticidas agrícolas ocurrió en el 60% de los códigos postales del estado con las proporciones más altas de personas de color. Un análisis de los datos estatales realizado por el grupo Californianos por la Reforma de Pesticidas muestra que en 2018, los condados de California con una población mayoritariamente latina usaron por encima de un 900% más de pesticidas por milla cuadrada que aquellos con una población latina de menos de 24%.
Y varios estudios más amplios han documentado que los miembros de las comunidades de color y las comunidades pobres en los EE. UU. se ven más afectados por la exposición a pesticidas que el resto del país.
“Es más probable que los pesticidas dañen a las personas de color debido a políticas y leyes firmemente arraigadas que los ponen en desventaja”, dijo Nathan Donley, director de ciencias de la salud ambiental del Centro para la Diversidad Biológica. Donley fue coautor de un estudio en el 2022 que concluyó que las disparidades en la exposición a pesticidas se perpetúan por una regulación y cumplimiento débiles, como protecciones menos estrictas para los trabajadores agrícolas que para otras ocupaciones, y estándares diferentes para las personas expuestas a pesticidas a través de residuos de alimentos (consumidores) que para las exposiciones ocupacionales.
En el Valle Central y la Costa Central de California, es en gran parte gracias a los esfuerzos de personas como la familia de Martínez que se han implementado protecciones.
Décadas de lucha por la protección contra los plaguicidas
Martínez ingresó a la política en 2015 para hacer campaña por un cargo público. Un año después, como miembro del Concejo Municipal de Greenfield, se dio cuenta del impacto de la contaminación lateral de pesticidas. Se unió a una lucha que comenzó hace décadas y ha tenido algunas victorias. Incluyen la colocación de carteles de "peligro" fuera de los campos fumigados y, más recientemente, un programa piloto para notificar a tres escuelas del condado cuándo y dónde se aplican pesticidas.
Pero las soluciones locales parciales son pequeñas frente a una poderosa industria que ha cabildeado con éxito para mantener pesticidas peligrosos en el mercado durante décadas, y una industria agrícola que depende de los productos químicos para producir cultivos multimillonarios, incluso en California, uno de los estados con más regulaciones ambientales en el país.
Según el informe más reciente, la venta de pesticidas en los EE. UU. totalizó $9 mil millones en 2012, aproximadamente dos tercios para uso agrícola. Un creciente coro de expertos científicos está criticando a la EPA y otros reguladores por ceder ante la presión de la industria y no utilizar la mejor ciencia para evaluar el riesgo de exposición a pesticidas.
“Uno de los mitos que la gente puede tener, o que nuestro gobierno ha tratado de retratar, es que EE. UU. tiene las regulaciones de pesticidas más estrictas y protectoras de la salud en el mundo”, dijo Mark Weller, estratega estatal de Californianos por la Reforma de Pesticidas. “Alrededor de la mitad de todos los pesticidas por libras aplicados en la región de Monterey están prohibidos en al menos media docena de países del mundo. No tenemos el sistema regulatorio más estricto y exigente”.
Un campo agrícola cubierto con una lona de plástico en las afueras de Watsonville, Calif., el 11 de septiembre del 2022, muestra un cartel de peligro tras ser fumigado con el pesticida cloropicrina. El cartel advierte a los trabajadores que no entren del 6 al 16 de septiembre.
Foto por Claudia Meléndez Salinas para EHN/palabra.
“Nuestro aire está siendo envenenado”
En el 60 aniversario de "Primavera Silenciosa", el libro seminal de Rachel Carson de 1962 sobre el daño ambiental causado por los pesticidas, casi 30 activistas se pararon frente al edificio del gobierno del condado de Monterey para exigir aplicaciones reducidas de 1,3-Dicloropropano, un fumigante también conocido como 1, 3-D o su nombre comercial, Telone. Es el tercer pesticida más utilizado en California, y contribuye a la contaminación por partículas y ozono que desencadena el asma y es capaz de aumentar el riesgo de cáncer a más de siete millas de distancia de la aplicación.
Muchos de los activistas son miembros de Agricultura Segura, Escuelas Seguras, una coalición de tres docenas de organizaciones en dos condados de la costa central de California que han presionado con éxito a los legisladores para que restrinjan el uso de pesticidas cerca de las escuelas.
Durante la manifestación, Yajaira García, integrante del grupo, leyó un pasaje del libro de Carson. Luego comparó las condiciones ambientales en la Península de Monterey, hogar de campos de golf de renombre mundial y mansiones multimillonarias en la costa del Pacífico, con el Valle de Salinas, a solo 30 minutos en automóvil hacia el interior, donde las familias de trabajadores agrícolas viven muy cerca de los campos.
“Nuestro aire está siendo envenenado por pesticidas”, dijo García. “Cuando comparas el aire de la Península (de Monterey), el nuestro está altamente contaminado por pesticidas... Esto es racismo ambiental”.
Yajaira García, izquierda, habla durante una rueda de prensa frente al edificio del gobierno del condado de Monterey en Salinas, California el 27 de septiembre del 2022. García que pertenence a Agricultura Segura, Escuelas Seguras fue acompañada por aproximadamente 30 miembros de la comunidad para protestar el uso de 1,3-Dicloropropano, también conocido como Telone, en los terrenos agrícolas del área.
Foto por Claudia Meléndez Salinas para EHN/palabra.
El activismo por la protección de los trabajadores agrícolas ha sido un pilar en la costa central de California desde que la agricultura se convirtió en el motor económico del área.
Muchos de estos esfuerzos están impulsados por latinos, quienes constituyen una parte significativa de la población en los condados agrícolas de California. En la década de 1970, inspirados por la Unión de Campesinos y el liderazgo de César Chávez y Dolores Huerta, muchos activistas destacaron la exposición a pesticidas como un peligro urgente en los sitios laborales en los valles de Salinas y el Central. Las escuelas surgieron como otro punto focal.
Angelita C., la madre de un estudiante en una escuela del condado de Monterey, demandó a la EPA en 1999 por discriminación racial, ya que la población estudiantil de la escuela es mayoritariamente latina y los campos circundantes se fumigaban con frecuencia con bromuro de metilo, clasificado como “un veneno sistémico agudo”. La Oficina de Derechos Civiles de la EPA encontró que las acusaciones estaban fundamentadas y el monitoreo del aire surgió como una herramienta para combatir el problema.
En el 2011, California estableció tres monitores de pesticidas en todo el estado, en los condados de Monterey, Ventura y Santa Bárbara, para detectar la contaminación lateral de pesticidas y establecer umbrales de seguridad. En 2017, la Red de Monitoreo del Aire del Departamento de Regulación de Pesticidas (DPR, por sus siglas en inglés) del estado se expandió de tres a ocho estaciones de monitoreo en todo el estado. Después de que expiró la financiación en 2020, el número se redujo a cuatro.
Para los activistas, es un paso adelante y dos pasos atrás. Sin los datos proporcionados por los monitores, es imposible saber cuáles pesticidas permanecen en el aire, qué tan lejos viajan y si se cumplen los umbrales de seguridad.
“Reducir los monitores de aire es solo otro ejemplo de la larga historia de secretos sobre pesticidas que guarda el estado”, dijo Weller.
Impactos de los pesticidas en el cerebro de los niños
Cuando estaba embarazada de su segundo hijo, María Isabel Ramírez vivía en Watsonville, la llamada Capital Mundial de la Fresa, 20 millas al norte de Salinas. Su familia vivía en un apartamento rodeado de campos: fresas, manzanas, moras. Su esposo era aplicador de pesticidas. En ese momento, ella desconocía los efectos de la exposición a estos químicos.
“Pensé que [los pesticidas] protegían las frutas y verduras”, dijo. “Nunca investigué, no supe nada. Cuando llegaba a casa del trabajo, lavaba su ropa junto con la nuestra. Así empezamos con estos problemas”.
Los problemas incluyeron dificultades de desarrollo en su segundo y tercer hijo, ahora de 23 y 20 años, respectivamente. Su segundo hijo fue diagnosticado con trastorno de espectro autista y el tercero tiene una discapacidad de aprendizaje, problemas que no comparten ni su primer ni su cuarto, quienes nacieron mientras la familia vivía más lejos de los campos agrícolas.
María Isabel Ramírez habla durante una rueda de prensa frente al edificio del gobierno del condado de Monterey en Salinas, California el 27 de septiembre del 2022. Dos de sus hijos sufren de retrasos de desarrollo que Ramírez cree fueron consecuencia de vivir cerca de campos agrícolas tratados con pesticidas en la ciudad cercana de Watsonville.
Foto por Claudia Meléndez Salinas para EHN/palabra.
Los vínculos entre la exposición a pesticidas y las discapacidades del desarrollo están bien documentados por estudios del Centro para la Evaluación de la Salud de Madres y Niños de Salinas (CHAMACOS). Dirigido por la Universidad de California, Berkeley, los estudios se encuentran entre las investigaciones más completas sobre la exposición a pesticidas entre los niños en las comunidades de trabajadores agrícolas. Uno de sus hallazgos concluye que la exposición prenatal a ciertos pesticidas está fuertemente vinculada con un coeficiente intelectual más bajo y problemas de aprendizaje.
“Cuando comenzamos nuestro estudio en 1999, conocíamos los efectos agudos de los pesticidas. Sabíamos lo que sucede cuando las personas se intoxican con pesticidas: terminan en la sala de emergencias”, dijo la Dra. Kim Harley, directora asociada del Centro de Investigación Ambiental y Salud Comunitaria de UC Berkeley. “Lo que no sabíamos era el efecto de la exposición crónica a pesticidas en dosis bajas para las personas que viven en la comunidad, en particular para… mujeres embarazadas, fetos y niños pequeños”.
En los 22 años transcurridos desde que comenzó el estudio, dijo Harley, ella y sus colegas descubrieron que los niños cuyas madres tenían niveles más altos de pesticidas en sus cuerpos, particularmente organofosforados, mostraban deficiencias en sus habilidades verbales y puntajes de coeficiente intelectual más bajos. “Cuando llegaban a la edad escolar, tenían más comportamientos de déficit de atención, más comportamientos de tipo autismo y una menor activación cerebral en los escaneos cerebrales”, dijo.Pesticidas como contaminantes del aire: una papa caliente regulatoria
California ha estado a la vanguardia del control de la contaminación del aire por parte de los vehículos, pero los críticos acusan a las agencias reguladoras del estado de no prestar suficiente atención a la contaminación en las comunidades rurales, donde se aplica la mayoría de los pesticidas.
En respuesta, el Departamento de Regulación de Pesticidas (DPR) y la Agencia de Protección Ambiental de California convocaron un grupo de trabajo en 2021 para redactar una ruta de transición a un control de plagas más sostenible, como el uso de depredadores naturales como áfidos y catarinas. El plan se publicó el 26 de enero y estará recibiendo comentario público hasta el 13 de marzo.
“Mantener un enfoque agudo en la justicia ambiental y la equidad es parte integral de la misión del departamento, el cual es proteger la salud humana y el medio ambiente, también es parte de nuestro objetivo de acelerar una transición en todo el sistema hacia un manejo de plagas más seguro y sostenible, y de nuestro trabajo diario”, dijo la portavoz del DPR, Leia Bailey, en un correo electrónico en inglés. En respuesta a una solicitud de entrevista, Bailey señaló que el departamento prefería responder las preguntas por escrito.
Las personas que viven en áreas rurales enfrentan mayores riesgos de la contaminación de pesticidas agrícolas. Esta foto, tomada el 11 de septiembre del 2022, muestra una complejo de viviendas junto a un viñedo en Watsonville, una ciudad pequeña con una población mayormente latina que durante décadas ha buscado protecciones más fuertes contra la exposición de la comunidad y los trabajadores a los pesticidas.
Foto por Claudia Meléndez Salinas para EHN/palabra.
La aplicación de pesticidas en California es mucho mayor en los condados con una industria agrícola robusta y una alta concentración de latinos, según los datos del DPR. En el condado de Fresno, en el Valle Central de California, se aplicaron 35.7 millones de libras de ingredientes activos en 2018, según los datos más actualizados disponibles. Fresno, uno de los principales productores de almendras, uvas y pistachos, tiene una población de más de un millón de personas. El 54% se identifica como latino y menos del 25% se identifica solo como blanco.
La ciudad de Fresno se ubica constantemente entre las que tienen la mayor contaminación del aire en los Estados Unidos, junto con otras ciudades del Valle Central ricas en agricultura, como Bakersfield y Visalia. El condado de Fresno habitualmente no cumple con el estándar mínimo del país para la contaminación por ozono. También es el condado con el mayor uso de pesticidas en el estado.
Pero sin objetivos específicos de contaminación por pesticidas establecidos por el gobierno federal, con una red de monitoreo limitada para detectar pesticidas y con diferentes agencias que establecen diferentes niveles de exposición de seguridad para diferentes pesticidas, la regulación es una papa caliente que se pasa de una agencia a otra, algo confuso para público.
Hacia soluciones nacionales para la exposición a plaguicidas
Tras la publicación de Pesticidas e injusticia ambiental en los EE. UU., el estudio en coautoría de Donley, una coalición nacional de grupos ambientales y laborales está instando a la EPA a implementar sus recomendaciones.
En una carta del 16 de noviembre de 2022 a la EPA, la coalición expuso nueve acciones que la agencia podría tomar. Entre ellos se encuentran un sistema de monitoreo nacional para recopilar datos de pesticidas, el uso de una disposición especial de la Ley de Protección de la Calidad de los Alimentos para determinar los niveles de exposición seguros para los niños y el monitoreo médico para las personas en todo el país que trabajan de cerca con los pesticidas, algo que ya está sucediendo en California con los trabajadores que aplican organofosforados.
Muchos trabajadores agrícolas “trabajan en los campos durante décadas. Si comienzan a ser monitoreados desde el principio, entonces podemos ver a qué daños están expuestos y prevenir los causados por los pesticidas”, dijo Yajaira García de Agricultura Segura, Escuelas Seguras.
Yanely Martínez y Mark Weller conducen una reunión de Agricultura Segura, Escuelas Segura en Salinas, Calif., el 15 de septiembre del 2022. El grupo se estaba preparando para una manifestación para protestar en contra del uso de 1,3-Dicloropropano en los campos agrícolas. También conocido como Telone y 1,3-D, el fumigante está prohibido en la Unión Europea.
Foto por Claudia Meléndez Salinas para EHN/palabra.
Las propuestas son ambiciosas y la probabilidad de una implementación completa es incierta, admite Donley. Pero los signatarios, que incluyen la Asociación de Trabajadores Agrícolas de Florida, el Centro Bullard para la Justicia Ambiental y Climática de la Universidad del Sur de Texas y más de otros 100 grupos, tienen el propósito de exigir cuentas a la administración de Biden.
“Estamos poniendo enorme presión para que se implementen algunas de estas protecciones, pero reconocemos que siempre ha sido una batalla de David y Goliat y debemos seguir luchando”, dijo Donley.
Después de décadas de lucha para proteger a sus comunidades y a quienes ponen comida en la mesa, los activistas en el Valle de Salinas miran las victorias logradas con mucho esfuerzo (monitores de aire, la prohibición del bromuro de metilo y un sistema de notificación de pesticidas en todo el estado planeado para 2024) y saben que tuvieron un papel en ello, aunque sigan frustrados por la lentitud del cambio.
Conduciendo a su casa en Greenfield, García admira el mosaico verde que forman los cultivos en el Valle de Salinas y la hacen llenarse de orgullo. Los campos no solo son una fuente de alimento para millones de personas, sino que también han provisto para sus padres, inmigrantes mexicanos que trabajan en esos campos junto con miles como ellos.
“Siempre he estado súper orgullosa, pero odio estar orgullosa de los campos que están matando nuestro medio ambiente, nuestra gente”, dijo García. “Me encanta ver los campos, pero no me gusta lo duro que pueden ser para nuestra comunidad”.
Foto por Víctor Almazán
Claudia Meléndez Salinas es autora, periodista, nadadora en aguas abiertas y amante de los gatos.
¿Qué son los pesticidas?
Los pesticidas son sustancias creadas para matar o repeler insectos, animales, plantas, hongos o patógenos considerados pestes. A pesar de que los seres humanos han utilizado métodos de control de pestes por miles de años, el siglo XX fue la primera vez que se produjeron pesticidas sintéticos en una escala industrial.
La ciencia ha traído a la luz sus impactos en la salud, el ambiente y la economía.
To read this story in English, click here.
¿Cuáles son los tipos de pesticidas más comunes?
Crédito: www.freestockphotos.biz
Desde las trampas caseras para cucarachas y spray para matar hormigas, hasta los más de 1,000 plaguicidas utilizados en la agricultura convencional, el término pesticidas incluye insecticidas, fungicidas, rodenticidas y otras categorías de sustancias químicas usadas contra plagas específicas.
¿Cómo se aplican los pesticidas?
Crédito: Eric Brehm/Unsplash
Los pesticidas líquidos pueden ser rociados con un tractor o con dispositivos manuales. Los sólidos pueden esparcirse en forma de gránulos, espolvoreando sobre la zona deseada o aplicarse como recubrimiento de semillas. Algunos pesticidas pueden aplicarse desde aviones o helicópteros que sobrevuelan los cultivos.
Otros pesticidas vienen en forma de gas que se inyecta en el suelo o en un lugar cerrado. En otros casos se utilizan equipos de nebulización, a menudo para controlar insectos como los mosquitos o las pulgas. Algunos plaguicidas se mezclan con el agua de riego, que luego penetra en el suelo y las plantas.
¿Cómo nos exponemos los humanos a los pesticidas?
Crédito: Kelly Sikkema/Unsplash
La exposición a pesticidas ocurre de tres maneras: al respirarlos, al ingerirlos o al absorberlos a través de nuestra piel u ojos.
Pesticidas en la comida
Numerosos estudios han demostrado que consumir comidas con muchos residuos de pesticidas puede incrementar el riesgo de ciertos problemas de salud.
Cada año, el Environmental Working Group publica un informe sobre los tipos de pesticidas usados en frutas y verduras en los Estados Unidos, así como una lista de frutas y verduras con la mayor cantidad de residuos de pesticidas (fresas, uvas, manzanas, tomates y pimientos). La Pesticide Action Network también tiene una base de datos en las que puede consultar los niveles de pesticidas por producto.
Pesticidas en el aire
A medida que la ciencia revela más información sobre los riesgos de la dispersión de plaguicidas, estos se ha convertido en una preocupación para las comunidades cercanas a cultivos y granjas, así como para aquellas granjas en las que cultivos o animales de corral pueden ser perjudicados por los químicos que migran a través del aire. Los plaguicidas también se aplican a menudo en los alrededores de parques infantiles, escuelas, campos de golf, oficinas y edificios residenciales, todo ello con el potencial de contaminar el aire.
Algunos lugares han establecido una distancia mínima entre áreas en las que se aplican pesticidas y áreas como hospitales, colegios o barrios. Pero, ¿cuál es la distancia segura? Monitoreos de la calidad del aire revelan que algunos pesticidas pueden desplazarse a kilómetros de distancia, y algunos estudios sugieren que ciertos problemas de salud, incluyendo algunos tipos de cáncer, pueden estar asociados con la aplicación de pesticidas a varios kilómetros de distancia.
Pesticidas en el agua
El suelo también puede absorber pesticidas y de esta manera, los químicos pueden contaminar aguas subterráneas y en la superficie. Los pozos de agua privados rara vez se someten a pruebas de contaminación por plaguicidas.
Una vez los pesticidas llegan a arroyos, lagos, ríos o el océano, representan un peligro para formas de vida acuática como los peces, así como para aves, mamíferos y anfibios. De allí, los químicos se mueven a través de la cadena alimenticia y pueden terminar en nuestros platos de comida.
Efectos de la exposición a los pesticidas sobre la salud
Crédito: Tim Mossholder/Unsplash
La exposición a pesticidas puede ser aguda o crónica. La exposición aguda ocurre durante un periodo corto de tiempo, como por ejemplo cuando un trabajador o trabajadora en agricultura se expone de manera accidental en un cultivo que ha sido recientemente rociado con estos químicos, absorbiendolos bien sea a través de la respiración, la ingestión o su piel.
Síntomas comunes de exposición aguda a plaguicidas incluyen (pero no se limitan) dolores de cabeza, mareos, contracciones musculares involuntarias, debilidad, sensación de hormigueo, náuseas, sarpullidos o ardor en la piel y problemas de visión/ceguera. Las exposiciones agudas pueden, en algunos casos, poner en peligro la vida y aumentar el riesgo de aborto espontáneo durante el embarazo.
La exposición crónica ocurre a lo largo de periodos de tiempo más largos y, dependiendo del tipo de plaguicida, la duración de la exposición y las concentraciones, entre otros factores, puede impactar la salud de diversas formas. Estas afectaciones pueden incluir distintos tipos de cáncer, anomalías congénitas y nacimientos prematuros, problemas reproductivos, respiratorios, inmunológicos, neurológicos y de aprendizaje, daños en los órganos y alteración del sistema endocrino, lo cual afecta a las hormonas que dirigen nuestro crecimiento y desarrollo.
La exposición a pesticidas es un problema de justicia ambiental: es más probable que las personas de color y las comunidades de bajos recursos sean quienes sufran estos impactos en la salud debido a la debil regulación y aplicación de las normas sobre pesticidas. Los trabajadores agrícolas en Estados Unidos, que en su mayoría son latinos, son especialmente vulnerables.
¿Cómo afectan los pesticidas a las niñas, niños y niñes?
Crédito: Omar Lopez/Unsplash
Las niñas, niños y niñes y los fetos en desarrollo son los más vulnerables a los pesticidas, pues su sistema inmune aun está en desarrollo y sus demás sistemas tienen menos capacidad de deshacerse de sustancias tóxicas.
La exposición a pesticidas en el útero o después del nacimiento puede generar dificultades en el aprendizaje y cambios en el comportamientos de las niñas, niños y niñes; acarrear dolencias como el asma; y ciertos cánceres, como la leucemia, el cáncer de mama y los tumores cerebrales. Investigaciones recientes también han encontrado una conexión entre la exposición temprana a algunos pesticidas con un incremento en el riesgo de sufrir trastornos del espectro autista.
¿Cómo determinan las y los científicos y reguladores el riesgo de los pesticidas?
Los reguladores consideran varios factores para determinar el riesgo a la salud de los pesticidas. Cada exposición a plaguicidas conlleva un riesgo único, y el nivel de riesgo puede verse afectado por la toxicidad, la dosis, la frecuencia de la exposición y la combinación específica de sustancias químicas implicadas.
Si bien la ciencia puede entender los posibles riesgos a la salud de un único pesticida en una cierta dosis, aún no existen investigaciones que determinen el riesgo de los pesticidas en dosis muy bajas o en combinación con otros pesticidas y otros contaminantes. A veces la exposición a múltiples químicos resulta en efectos sinérgicos: efectos sobre la salud mayores que los causados por una sola sustancia química. Esta es una preocupación urgente para las comunidades que están en la primera línea de la lucha por la justicia ambiental, pues son ellas quienes sufren de manera desproporcionada los impactos de diversas fuentes de contaminación.
Los efectos de los pesticidas en el medio ambiente
Crédito: Daniel Klein/Unsplash
Los pesticidas contaminan el aire, agua y el suelo, contaminando así las plantas y la fauna. Esto puede provocar exposiciones agudas, envenenamiento y posiblemente la muerte de organismos que no son el objetivo previsto de estos químicos. Pero el problema no se detiene allí. Cuando los peces y la fauna silvestre consumen plantas y animales contaminados, el pesticida entra en la cadena alimenticia. Adicionalmente, los pesticidas pueden tener consecuencias más allá de matar fauna, como afectar su capacidad de reproducirse.
Algunos plaguicidas se han relacionado con el declive de poblaciones de abejas, mariposas y otros insectos beneficiosos, así como aves y otros animales que apoyan –o más bien, son esenciales– para los cultivos agrícolas. Los pesticidas también pueden “esterilizar” el suelo, matando a los microorganismos que lo hacen fértil y productivo.
¿Cómo puede evitar los pesticidas?
Crédito: Jacopo Maia/Unsplash
Es casi imposible evitar los plaguicidas completamente, pues estamos expuestos a ellos en los alimentos que consumimos, el agua que bebemos y el aire que respiramos. Los plaguicidas son aún más difíciles de evitar si vive cerca a lugares en donde estos son usados, o si un miembro de la familia se ve expuesto a ellos durante su jornada laboral. Pero aun así, hay algunas medidas que puede tomar:
Use alternativas no-tóxicas de pesticidas
Evite usar plaguicidas en su hogar. En su lugar, busque métodos de control de plagas que sean preventivos y no tóxicos.
Siga las instrucciones de uso de los pesticidas
Si no puede evitar el uso de pesticidas en su hogar, lea las etiquetas y siga las instrucciones de aplicación del producto. Asegúrese de que los químicos siempre queden guardados fuera del alcance de las niñas, niños y niñes. Mantenga las ventanas cerradas cuando estén aplicando pesticidas fuera de su casa. Mantenga los plaguicidas lejos de la comida y de las áreas en las que prepara sus alimentos. Aleje a las niñas, niños y niñes de las áreas que hayan sido tratadas con pesticidas.
Elija productos orgánicos
Siempre que sea posible elija consumir alimentos orgánicosy no modificados genéticamente para evitar el consumo de residuos de pesticidas y apoyar un sistema alimentario más saludable. Para abogar por mayor acceso a los productos orgánicos, participe en organizaciones que trabajan por la justicia alimentaria y anime a su banco de alimentos local a abastecerse de alimentos orgánicos.
Limpie los alimentos que hayan sido expuestos a pesticidas
Si comprar productos orgánicos y no modificados genéticamente (non-GMO) es difícil para usted debido a la accesibilidad y/o el costo de estos productos, la EPA recomienda lavar bien todas las frutas y verduras con agua y jabón (esta es una práctica recomendada para productos orgánicos también). Pelar las frutas y verduras también puede ayudar, pero recuerde lavar antes de pelar para evitar contaminar la parte comestible. Retirar la grasa de la carne y la piel del pollo y el pescado también puede reducir la exposición, pues los pesticidas se acumulan en los tejidos grasos de los animales.
Trabajadores: conozcan sus derechos
Si usted es uno de los dos millones de trabajadores agrícolas y manipuladores de pesticidas que hay en EE.UU., por ley federal tiene derecho a protecciones especiales. Cualquier persona que aplique pesticidas debe usar equipamento especial de protección y entender las instrucciones de aplicación. Siempre lea las etiquetas de seguridad y siga las instrucciones para la aplicación, manipulación y desecho del químico. Nunca quite las etiquetas de seguridad de los contenedores de pesticidas. Si tiene preguntas o quiere reportar una violación a estas leyes en su lugar de trabajo, contacte a la EPA o a su la agencia estatal encargada de proteger a los trabajadores de la exposición a pesticidas.
Siga los protocolos de seguridad
Si entra en contacto directo con plaguicidas, lávese bien las manos y la piel expuesta. Lave a fondo la ropa contaminada con plaguicidas después de cada uso, aunque sea más complicado que un lavado normal. Este artículo, también disponible en español, explica cómo hacerlo de forma segura.
Manténgase informado
Contacte a los oficiales públicos como el departamento de parques y ocio de la ciudad, el distrito escolar y los funcionarios del condado o del estado encargados de regular el uso de plaguicidas en las granjas agrícolas locales. Los funcionarios públicos responsables de hacer un control sobre el uso de pesticidas pueden cambiar dependiendo de su lugar de residencia. Grupos ambientalistas locales también pueden ayudarle a empezar a actuar.
Actúe
Únase a otras personas que trabajan para mejorar la protección contra los plaguicidas. Busque en internet organizaciones y noticias que mencionen a grupos que trabajan por mejorar las protecciones contra los plaguicidas. ¡También puede reunirse con otros miembros de su comunidad y crear su propio grupo!
Para más información
Crédito: Jonas Leupe/ Unsplash
Siga la cobertura de plaguicidas de EHN en inglés y en español, síganos en las redes sociales y suscríbase a nuestros boletines gratuitos Above the Fold y EHN en Español.
Environmental Protection Agency
Investigue pesticidas específicos
National Pesticide Information Center (en Español)
Californians for Pesticide Reform (en español)
Mientras el sol salía en un día de verano en los años sesenta, mi padre y sus amigos subían a un autobus en el Bronx para su viaje escolar anual de verano al Parque Estatal de Bear Mountain, al norte de los Apalaches.
Como un nuyorican de primera generación (de la diáspora puertorriqueña en Nueva York) creciendo en el sur del Bronx, mi papá no visitaba los parques naturales estatales ni nacionales porque mis abuelos no podían costearlo. Este era el único día del año que pasaba en las montañas caminando, nadando, remando una canoa y jugando, y mi padre lo esperaba con impaciencia todo el año. El resto del verano, mi papá pasaba su tiempo en las calles de la ciudad –el sur del Bronx era su patio trasero.
Este ensayo también está disponible en inglés
Hoy, un poco más de 50 años después, como científique del Natural Resources Defense Council en el área de ecología forestal y cambio climático, me encuentro recorriendo un bosque nacional diferente cada dos meses con una curiosidad que no había explotado en mí hasta los estudios de posgrado. Cuando éramos niñes, visitábamos a menudo el sur del Bronx. La comida, el ruido, los acentos marcados, la gente que se parecía a mí, todo se sentía como un hogar que había olvidado. Cuando visitábamos el patio trasero de papá, las caminatas o los campamentos no sentían como parte de la cultura a nuestro alrededor. Más bien, cuando pienso en esas visitas, recuerdo sentarme en la cocina de mi abuela, comiendo pizza y asopao. Recuerdo sentarme en el sofa cubierto por un plástico y jugar con mi hermano mientras el aire acondicionado bajo la ventana zumbaba de fondo. Recuerdo mirar por la ventana desde el piso 20 y ver como en la calle de abajo un carro parqueado le pitaba a otro tratando de estacionarse al lado. Recuerdo visitar el apartamento de mi tía Rosa, donde todo el mundo hablaba por encima de los demás en español y a todo pulmón. No recuerdo pensar en la “naturaleza”.
La autora Carolyn E. Ramírez en la escuela primaria con su hermano gemelo y su padre en el metro de la ciudad de Nueva York.
Crédito: Carolyn E. Ramírez
Asociaba la naturaleza mucho más con la blanquitud, dados mis recuerdos de campamentos cuando era niñe en Missouri con la tropa de niñas exploradoras dirigida por mi madre, una mujer blanca de Texas. Los viajes para acampar con las niñas exploradoras eran uno de los momentos más divertidos de mi infancia, y yo atesoraba esas experiencias compartidas con mi mamá. Pero no estoy segure si en esos viajes llevaba todo mi ser o solamente la parte de mí que se sentía superficialmente normalizada por la comunidad blanca de la cual hacía parte. Cuando visitaba parques y bosques en mi infancia, recuerdo que veía muchas personas que se parecían a mi mamá, pero no tantas que se vieran como mi papá. Parte de ello puede explicarse por la demografía de Missouri, donde crecí (no habían muchos Latines). Pero ahora, tras haber vivido en muchos lugares y haber viajado a muchos parques y bosques nacionales, una cosa se ha mantenido igual: la mayoría de gente que veo en los caminos y cuidado los parques se parecen mucho más a mi familia materna que paterna.
Un análisis del sistema forestal de los Estados Unidos muestra que la gente blanca representa el 95% de los visitantes de los bosques nacionales (y el 77% de los parques nacionales), a pesar de que muchos de estos bosques están ubicados cerca a comunidades en donde la mayoría de los habitantes pertenece a alguna minoría. En la parte administrativa de la ecuación, las cosas no son muy distintas: en casi todas las reuniones o excursiones en las que participo por mi trabajo, soy la única persona Latine presente y rara vez hay personas de color representadas. Quienes están tomando las decisiones en el sector ambiental, especialmente respecto a la conservación de la naturaleza, son hombres blancos. A medida que los Estados Unidos se vuelve un país en el que las minorías son la mayoría de la población, las agencias federales han empezado a temer que menos gente se preocupará por los bienes naturales públicos debido a que la administración y el uso que ahora se hace de ellos es encabezado principalmente por blancos.
Gran parte de esta brecha racial y étnica en el uso de los territorios federales se achaca a la indiferencia o a la falta de interés de las personas de color y de otras identidades minoritarias, pero este punto de vista ignora el contexto crítico de cómo las identidades de las personas conforman su relación con los territorios públicos.
Los espacios verdes deberían sentirse un patio trasero para todes. Los administradores de parques y bosques, las agencias federales y los conservacionistas deben dejar de creer que estos son espacios “neutros”. Debemos afrontar sus raíces racistas y coloniales. El punto de vista de que nuestro sistemas de parques y bosques nacionales es bueno tal y como está y que son las comunidades marginadas quienes deben adaptarse a él privilegia las estructuras coloniales y de supremacía blanca que hoy los sostienen. Perseguir el manejo compartido de estas tierras con las comunidades indígenas, mirando ejemplos ya existentes como el co-manejo de bosques al norte de California con la tribu Yurok, y una profunda consideración por aquello que hace que las comunidades marginadas se sientan seguras, darían forma a una experiencia al aire libre más equitativa para todes.
La violenta historia de los territorios públicos “neutros”
Paisajes de Sierra Nevada fotografiados por el autor durante un viaje de trabajo en el centro de California.
Crédito: Carolyn E. Ramírez
Recientemente, mi colega y yo visitamos el bosque nacional Stanislaus en la Sierra Nevada de California central para aprender sobre el paisaje y el manejo del mismo por parte del servicio forestal. Este bosque se asienta en los territorios ancestrales de las comunidades indígenas Sierra Me-wuk y Washoe, quienes vivieron allí durante por lo menos 8,000 años antes de la colonización europea. El mayor asedio a las tribus por parte de los colonos comenzó en la década de 1840, con el inicio de la Fiebre del Oro de California. Los mineros y colonos tomaron posiciones violentas en contra de los Sierra Me-wuk y los veían como obstáculos a su enriquecimiento en la “frontera del lejano oeste”. Diversas fuentes indican que los mineros y colonos asesinaron a cientos de indígenas Me-wuk entre 1847 y 1860, y que miles murieron antes de 1870 por diversas causas, entre ellos el hambre provocado por los desplazamientos forzados, las masacres y las enfermedades. Además, los colonos esclavizaron indígenas en las Sierras para que trabajaran en las minas. Como consecuencia, la población indígena de California disminuyó de 150.000 personas en 1848 a 30.000 después de 1870.
Manos en la tierra, corazón en la comunidad: Incendios culturales recurrentes
Esta herencia violenta retumba a lo largo y ancho de los Estados Unidos, en donde cientos de tribus fueron desplazadas forzosamente. Cuando los colonizadores europeos invadieron estas tierras, agotaron los recursos naturales y culturales que existían en abundancia, especialmente la madera. Durante milenios, las comunidades indígenas habían manejado los vastos bosques del continente con prácticas culturales como incendios controlados y el uso sostenible de la madera. Pero para los años 1600, los colonizadores empezaron a diezmar estos bosques, a menudo empleando mano de obra esclava indígena y africana, lo que representa un contexto importante para entender la relación que muchas personas indígenas y negras tienen hoy con las tierras forestales. Para finales del siglo XIX, las compañías madereras coloniales habían deforestado por completo la mayor parte de los bosques del este.
Paisajes de Sierra Nevada fotografiados por el autor durante un viaje de trabajo en el centro de California.
Crédito: Carolyn E. Ramírez
A medida que la fiebre maderera se expandía hacia el oeste, algunos colonizadores empezaron a considerar la gravedad de destruir los paisajes naturales y comenzaron a abogar por la protección federal de los bosques. Buena parte de sus ideas sobre manejo forestal se basaron en técnicas alemanas, que se apoyan en “la precisión matemática” para “el manejo y explotación de los recursos forestales” en lugar de consultar a las comunidades indígenas que eran –y aún son – los expertos en el manejo de estos bosques. En este contexto, el Congreso aprobó el Acta de Reservas Forestales de 1891, que le dio al presidente el poder de crear reservas forestales en el oeste de los Estados Unidos. El proceso inició bajo la administración del presidente Harrison. En 1905, el Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS, por sus siglas en inglés) fue creado oficialmente bajo el ala del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. Hoy, el USFS maneja 155 bosques nacionales y 20 praderas nacionales, administradas separadamente del Servicio Nacional de Parques Naturales.
Nuestro paisaje forestal moderno sería más árido de lo que es hoy si no se hubiera producido la defensa que rodeó el nacimiento del USFS. Sin embargo, es crítico notar el contexto histórico racista y colonial que rodeó la creación de la agencia y la completa falta de participación de los grupos marginalizados. La creación del USFS sucedió después del periódo de reconstrucción que siguió a la guerra civil norteramericana, en medio de las atrocidades que forzaron a las comunidades indígenas a abandonar sus territorios ancestrales y mientras las personas negras se enfrentaban a pocas oportunidad laborales y de propiedad de la tierra, a pesar del fin de la esclavitud.
A lo largo de la historia norteamericana, los colonizadores blancos han clamado haber revolucionado la administración de la tierra, pues consideraban que las tierras ancestrales de los indígenas estaban intactas y que eran un capital desaprovechado, negándose a reconocer el impacto humano que los indígenas habían tenido en la tierra durante milenios antes de la colonización. Pedalearon la idea de que las tierras públicas son lugares pacíficos y neutrales – nunca antes tocados por “los seres humanos”, una vez se dieron cuenta de los efectos catastróficos de su actuar colonizador. Pero estas tierras no eran – ni son – neutrales, ni tampoco estaban libres de huellas humanas antes de que llegaran los colonizadores. Como he aprendido de los científicos indígenas en nuestra cohorte, la idea de las tierras públicas como espacios salvajes y neutrales es, de hecho, violenta. La habilidad de los colonizadores para envolver a las tierras públicas bajo una capa de neutralidad – ignorando los siglos de genocidio y conflicto que tuvieron lugar en ellas – es un acto de violencia y borramiento de la vida indígena. La neutralidad se asienta en la seguridad, la falta de conflicto y la ausencia de traumas. Para las personas de color y aquellos pertenecientes a otras identidades minoritarias, las tierras públicas no son neutras, pues ellas encierran muchos riesgos para nuestra seguridad personal que se desprenden de las cicatrices causadas por el colonialismo.
La seguridad personal para las personas marginalizadas no está garantizada en las tierras públicas
Como una persona puertorriqueña queer, me enfrento a retos en la protección de los bosques que mis homólogos blancos, hombres cis, nunca afrontarán. Hay regiones de este país en donde mi apellido puede desencadenar en una petición de mis papeles migratorios (los cuales no tengo, pues los puertorriqueños somos ciudadanos norteamericanos) o donde mi presencia puede verse como una intrusión en un paisaje que de otro modo sería solo para personas blancas.
La sensación de seguridad personal determina quienes visitan y manejan las tierras forestales. Como una persona de etnicidad puertorriqueña y raza blanca, mi blanquitud me blinda contra la discriminación en estos espacios. Las personas de color no cuentan con esta protección. En este país, los bosques y demás espacios al aire libre tienen una profunda historia de violencia contra las personas de color, incluyendo el asesinato de personas negras y marrones al aire libre a manos de colonizadores blancos racistas – desde los tiempos de la esclavitud hasta la era del Jim Crow – por métodos violentos como el linchamento, entre otros. Los llamados “pueblos del atardecer” en los Estados Unidos eran (y muchos aún son) pueblos violentos y racistas, exclusivamente de habitantes blancos, que representan amenazas peligrosas para las personas negras y no-blancas, especialmente después del atardecer. La violencia que ha sido dirigida contra las personas negras y otras personas de color en estos pueblos es, muchas veces, perpetuada por la policía local.
Por ello, para hacer que las tierras públicas sean más seguras para las personas de color, no podemos incrementar la presencia de policía como respuesta. La mayoría de personas negras y de color desconfían de la policía. Esa desconfianza está justificada por la historia de brutalidad policial en las ciudades norteamericanas. Pero esta violencia no se reduce a las ciudades, como se hizo evidente tras el asesinato del defensore de los bosques Afro-venezolane Manuel “Tortuguita” Teran a manos de la policía en Atlanta. Tortuguita hacía parte del Defend the Atlanta Forest (Defiende el bosque de Atlanta), una coalición que protege el bosque Weelaunee de la deforestación que causaría la construcción de una base de entrenamiento policial cerca a una comunidad mayoritariamente negra. Otro defensor de ese bosque le dijo al medio Democracy Now! que “la partida [de Tortuguita] fue una tragedia prevenible. El asesinato de Tortuguita es una flagrante violación tanto de la humanidad como de esta preciosa Tierra, a la que elle amaba con tanto fervor.”
Para que estos espacios sean más acogedores para las minorías, deberíamos en cambio disminuir la inversión en cuerpos policiales y destinar esos recursos monetarios a las comunidades locales de mayoría minoritaria para apoyar mejor sus centros comunitarios, la atención sanitaria, la educación y los programas de cogestión tribal, creando un vínculo más profundo entre las agencias federales y las comunidades.
Cuando las agencias federales se lamentan por el mínimo interes que las comunidades de color tienen respecto al manejo y cuidado de las tierras federales, no están considerando cómo la identidad de las personas y su experiencias vitales moldean su relación con esas tierras. Como dice mi papá, “al no saber que existían, no las extrañaba”. Si bien no podemos reescribir la historia, sí podemos tener en cuenta este importante contexto para que las comunidades marginadas sean centrales en el futuro del manejo de las tierras federales.
Carolyn E. Ramírez, Ph.D., trabaja como investigadore de planta en el Natural Resources Defense Council, donde se centran en proteger de la tala los bosques maduros y antiguos de tierras federales para preservar estos árboles como soluciones climáticas naturales y componentes clave de la biodiversidad ecológica. También están explorando los componentes clave de justicia medioambiental de su trabajo forestal federal mediante la colaboración con las tribus y una profunda consideración de los cambios sistémicos que deben producirse en la gestión forestal gubernamental para que los espacios verdes sean el patio trasero de todos. Carolyn tiene un doctorado en ingeniería química por la Northwestern University. Síguelos en twitter @CRami77.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agents of Change in Environmental Justice. Agents of Change capacita a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos de la ciencia y el mundo académico para reimaginar soluciones para un planeta justo y saludable.
¿Cómo es el BPA nocivo para mi salud?
El BPA –un químico comúnmente usado en plásticos de larga duración– es nocivo para nuestra salud y continúa siendo ampliamente utilizado.
Todos podemos actuar para prevenir el uso de BPA. Use nuestra sencilla guía para hacerlo.
¿Qué es el Bisfenol-A? ¿Dónde se encuentra?
Crédito: Flickr
El BPA es un químico que sirve como un ingrediente clave en el plástico de policarbonato, haciéndolo mucho más duradero y fuerte.
Fue descubierto en 1891 por un químico ruso, pero no fue usado de manera generalizada sino hasta la década de 1950, cuando los químicos se dieron cuenta de que podía mezclarse con otros compuestos para crear plásticos fuertes y resilientes. En 2015, se produjeron un estimado de cuatro millones de químicos derivados del BPA, haciéndolo uno de los químicos más producidos a nivel global.
Hoy, el plástico con BPA es usado para una gran variedad de productos de consumo masivo como:
- Los termos y botellas de plástico reutilizables
- Contenedores plásticos de comida
- Biberones
- Equipamiento deportivo
El BPA también se utiliza para crear resinas epoxi, que se emplean para revestir el interior de los envases de alimentos enlatados para evitar que el metal se corroa. ¿Y esa sensación de arenilla que se siente al frotar un recibo de compra de papel térmico entre los dedos? Es BPA.
La ciencia del BPA en las noticias
Crédito: Wikimedia Commons
¿Quiere saber más sobre el BPA en el medio ambiente? Nuestros periodistas se dedican a cubrir los últimos avances científicos sobre el tema:
Investigation: How willful blindness keeps BPA on shelves and contaminating our bodies
Federal tests 'dramatically' undercount BPA and other chemical exposures
BPA and babies: Controversial chemical and substitutes pollute the womb
Video: Understanding endocrine disruptors
BPA substitutes linked to obesity in children and teens
In a scientific first, researchers gave people BPA — and saw a link to diabetes
Suscríbase a nuestro boletín diario GRATUITO con las noticias más importantes sobre el medio ambiente y la salud, seleccionadas por nuestros editores: Above the Fold (en inglés), y nuestro boletín semanal en español.
¿Cómo entra el BPA en el cuerpo?
Crédito: www.usda.gov
La mayor fuente de exposición al BPA es su dieta, particularmente las comidas empacadas y enlatadas.
Los contenedores de alimentos con BPA pueden filtrar el producto químico a los alimentos o bebidas, pasando del envase al contenido antes de ser ingerido. El grado en el que el BPA se filtra en su comida puede depender muchísimo más de la temperatura del contenedor que de su edad –El calor puede romper los envases con el tiempo, permitiendo que el producto químico se libere más fácilmente.
¿Cómo puedo protegerme del BPA?
Crédito: Jasmin Sessler/Unsplash
A nivel personal, puede protegerse y a su familia de algunas formas sencillas.
- Evite los recibos de compra de papel térmico.
- Prefiera los contenedores de alimentos de vidrio, porcelana o metal inoxidable y reduzca su uso de plásticos. Elija el papel de cera sobre el plástico para envolver alimentos. No existe el plástico seguro para microondas o el lavaplatos: Repetidos estudios demuestran que el calor lixivia el BPA del plástico.
- Busque latas libres de BPA, o ajuste su dieta para incluir más comidas frescas.
- Suscríbase a uno de nuestros boletines para mantenerse informado de las investigaciones y noticias más recientes. Suscríbase aquí.
A nivel nacional, tómese el tiempo de contactar a los representantes del gobierno para que actúen en favor de los que no pueden hacerlo y de las generaciones futuras.
Si está en los Estados Unidos, hágales estas preguntas...
- ¿Por qué, si la FDA prohibió el uso de BPA en los biberones en 2012, el químico sigue siendo usado en tantos productos hoy en día?
- ¿Por qué no estamos haciendo pruebas apropiadas del BPA y otros químicos que interfieren con nuestras hormonas?
- ¿Por qué permiten que la sangre de la mayoría de norteamericanos esté contaminada con químicos que han sido relacionados con defectos en el nacimiento, obesidad, diabetes y problemas reproductivos?
... a estas personas:
- Rep. Frank Pallone, D-N.J. y presidente de la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes, frank.pallone@mail.house.gov
- Sen. Lamar Alexander, R-Tenn. y presidente de la Comisión de Sanidad, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado
- Dr. Brett P. Giroir, comisionado en funciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), CommissionerFDA@fda.hhs.gov
- Su representante en el Congreso
¿Quiere aprender más sobre el BPA?
Crédito: Natasha Hall/Unsplash
La investigación de EHN.org, de un año de duración, sobre la regulación federal de la exposición al bisfenol-A descubrió una ceguera deliberada por parte del gobierno ante la ciencia contemporánea sobre el químico.
Esta ciencia ignorada muestra una grave preocupación por nuestra salud y sistemas reproductivos ante exposiciones a las que probablemente todos nos enfrentamos.
Es hora de hacer algo para cambiar la situación.
Lea la investigación completa (en ingles) aquí: www.ehn.org/exposed
Consulte nuestra cobertura continua de las noticias sobre BPA aquí: https://www.ehn.org/bpa/
Suscríbase a nuestro boletín diario GRATUITO con las noticias más importantes sobre el medio ambiente y la salud, seleccionadas por nuestros editores: Above the Fold (en inglés).
Traducido del inglés al español por María Paula Rubiano A.
Fotografía del encabezado: Omar Lopez/Unsplash
Historias de EHN sobre los BPA (en inglés):
- Exposed: A Scientific Stalemate Leaves Our Hormones And Health At Risk ›
- Federal Tests 'Dramatically' Undercount BPA And Other Chemical ... ›
- Chemicals In Everyday Products Are Spurring Obesity - EHN ›
- Chemicals In Everyday Products Are Spurring Obesity - EHN ›
- THANK YOU For Subscribing To Above The Fold! - EHN ›
- The Medical Community Is Missing A Major Piece Of The Obesity Puzzle - EHN ›
- Doctors Advocate For Treating Obesity As An Environmental Problem - EHN ›
St. James Parish, un pequeño pueblo situado en un tramo del río Mississippi entre Baton Rouge y Nueva Orleans apodado "Callejón del Cáncer" debido a la alta concentración de plantas petroquímicas, es la sede del mayor productor de poliestireno (la espuma que se encuentra habitualmente en los envases de refrescos y de comida para llevar) de Estados Unidos.
Ahora, los dueños de esa fábrica quieren construir una nueva planta en la misma zona que transforme vasos y envases de poliestireno usados en materia prima para otros tipos de plástico. Aunque hay pocos datos sobre el tipo de emisiones que generaría este tipo de instalaciones, a los defensores del medio ambiente les preocupa que la nueva planta pueda representar una nueva fuente de carcinógenos como la dioxina y el benceno en la zona ya contaminada.
La planta propuesta llega mientras los gobiernos federal y estatales de Estados Unidos y las empresas privadas invierten miles de millones de dólares en la investigación del "reciclaje químico", que se presenta como una posible solución a las anémicas tasas de reciclaje de plásticos en ese país. Sus defensores dicen que, a pesar de las crecientes restricciones a los envases de un solo uso, los plásticos no desaparecerán en el futuro próximo, y que por ello, el reciclaje químico es necesario para mantener las crecientes cantidades de residuos plásticos fuera de los basureros y océanos.
Pero las preguntas sobre la viabilidad económica de estas plantas abundan, así como las dudas respecto a cómo el reciclaje químico podría contribuir al empeoramiento de la contaminación del aire local, perpetuando así una historia de injusticias medioambientales y al cambio climático.
Este artículo también está disponible en inglés
Los escépticos argumentan que el reciclaje químico es una tecnología de eficacia no demostrada que no es más que el último esfuerzo de relaciones públicas de la industria del plástico. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, o EPA, aún está decidiendo si continuará regulando a este tipo de plantas como incineradoras. Algunos legisladores expresaron en agosto su preocupación por las emisiones tóxicas de estas instalaciones.
“Van a manejar productos químicos tóxicos... y van a poner a nuestras comunidades en riesgo de contaminación del aire o de algo peor”, dijo a EHN Jane Patton, nativa de Baton Rouge y responsable de la campaña de plásticos y petroquímicos del Centro de Derecho Ambiental Internacional (International Environmental Law), sobre la nueva planta propuesta en Luisiana.
El aire de St. James Parish, donde se construirá la nueva planta, tiene uno de los niveles más altos de contaminación del corredor del río Mississippi llamada el “callejón del cáncer”. Una investigación conjunta publicada en 2019 de ProPublica, The Times-Picayune y The Advocate encontró que la mayoría de nuevas plantas petroquímicas en la parroquia –incluyendo la nueva planta de reciclaje químico– se ubicará cerca al distrito 5, en donde la mayoría de habitantes son personas negras.
¿Qué es el reciclaje químico?
Credit: Wikimedia
Cuando la mayoría de personas pensamos en el reciclaje, nos imaginamos lo que los expertos de la industria llaman “reciclaje mecánico”: los plásticos son separados, limpiados, aplastados o picados y luego derretidos para hacer nuevos bienes.
En los Estados Unidos, no obstante, menos del 10% de los plásticos son reciclados debido a diversos retos que van desde la contaminación hasta la variabilidad del tipo y el color de los plásticos. “Ningún envase plástico flexible puede ser reciclado a través del reciclaje mecánico. El único que realmente puede reciclarse son las botellas de agua número 1 y 2, y los tarros de leche”, dijo a EHN George Huber, un profesor de ingeniería en la Universidad de Wisconsin y cabeza del centro inter-universitario de investigación Chemical Upcycling of Waste Plastics.
Así es como entra en escena el reciclaje químico– procesos que usan altas temperaturas, químicos o ambos para romper plásticos usados y regresarlos a sus partes químicas más básicas para, en teoría, hacer más plástico. Sus proponentes dicen que el reciclaje químico puede complementar al reciclaje tradicional al hacerse cargo de plásticos de distintos tipos y aquellos más difíciles de reciclar.
“Una ventaja del reciclaje avanzado es que puede tomar más del 90% de los plásticos que no son reciclados hoy en día, incluyendo los films, bolsas y otros plásticos mixtos difíciles de reciclar, y reconvertirlos en plásticos nuevos con la calidad del plástico virgen aprobados para uso médico y de contenedores de alimentos”, dijo a EHN Joshua Baca, vicepresidente de la división de plásticos del Consejo Americano de Química (American Chemistry Council).
Una larga y complicada historia
La tecnología ha existido por décadas, con una primera oleada de plantas construidas en los noventa, pero no despegó por los retos operativos y económicos. Huber dijo que algunos factores han cambiado, como un aumento significativo del uso de plásticos y la negativa de China de aceptar la basura de otros países, que hacen que el reciclaje químico sea más viable esta vez.
Aún así, una investigación de 2021 de Reuters encontró que la viabilidad comercial sigue siendo un enorme reto para los recicladores químicos debido a las dificultades como la contaminación de los plásticos que llegan, los altos costos de la energía, así como la necesidad de limpiar la producción antes de poder transformarla en nuevos productos plásticos.
“Una cosa es la teoría de diseñar algo en papel– pero construir una planta, ponerla en funcionamiento, obtener los permisos y que funcione como uno cree que lo hará es todo un reto”, dijo Huber.
Rastrear cuántas plantas de reciclaje químico operan hoy en los Estados Unidos es complicado– y depende en buena parte de qué cuente uno como “reciclaje”.
Potenciales impactos climáticos
La mayoría de las plantas de Estados Unidos son instalaciones de pirólisis, que utilizan enormes cantidades de energía para calentar los plásticos lo suficiente como para romper sus enlaces químicos, lo que hace temer su impacto climático si esa energía procede de la quema de combustibles fósiles. Un análisis de Closed Loop Partners encontró que, dependiendo de la tecnología empleada, las emisiones de de dióxido de carbono del reciclaje químico pueden ser del 22 al 45% más bajas que la de la producción de plásticos vírgenes.
“Es una tecnología muy prometedora para abordar el problema de los residuos (plásticos), pero si no se aborda al mismo tiempo el reto de la procedencia de la energía, hay un problema”, dijo a EHN Rebecca Furlong, candidata al doctorado en química de la Universidad de Bath que ha realizado evaluaciones del ciclo de vida de las tecnologías de reciclaje de plásticos.
Un estudio de evaluación del ciclo de vida elaborado para una empresa británica de reciclaje de productos químicos concluyó que el reciclaje de productos químicos tiene un impacto climático significativamente menor que la incineración de residuos, pero produce casi cuatro veces más emisiones de gases de efecto invernadero que enterrar el plástico en un basurero.
El Consejo Americano Químico, o ACC por sus iniciales en inglés, dice que hay por lo menos siete plantas en los Estados Unidos haciendo reciclaje de plásticos a plásticos, aunque muchas de esas instalaciones también convierten el plástico en combustible industrial. Por ejemplo, de acuerdo con documentos revisados por la Alianza Global por las Alternativas a la Incineración, o GAIA, en 2018 una planta ubicada en Oregon y en poder de una de las compañías que planea construir las instalaciones de Louisiana, convirtió 216.82 libras de poliestireno en el material plástico de base estireno, enviando aproximadamente la misma cantidad para ser quemado en un horno de cemento.
La ACC, reguladores de la Unión Europea y Furlong y su consejero, Matthew Davidson, dicen que la transformación de plásticos a combustibles no debería contarse como reciclaje. “Claramente sacar petróleo del suelo, usarlo como plástico y luego quemarlo no es enormemente diferente de sacarlo del suelo y quemarlo", dijo a EHN Davidson, director del Centro de Tecnologías Sostenibles y Circulares de la Universidad de Bath.
Interrogantes abiertos sobre los impactos en la salud ambiental
Credit: Wikimedia
El reciclaje químico tuvo un gran impulso durante la administración de Trump, incluyendo una alianza formal para potenciar las tecnologías de reciclaje químico entre el Departamento federal de Energía y el Consejo Americano de Química, que hace lobby a favor de la industria de los plásticos.
Sin embargo, la información sobre los impactos en la salud ambiental de este tipo de plantas es muy limitada. Furlong dijo que no ha incluido la generación de residuos peligrosos en sus evaluaciones del ciclo de vida debido a la falta de datos. Tangri dijo que ha habido muy pocos estudios por fuera de laboratorios sobre el tema, en parte porque hay relativamente pocas plantas de reciclaje químico. Además, las que existen son demasiado pequeñas para cumplir el umbral de notificación de contaminación de la EPA, o se encuentran dentro de un complejo petroquímico más grande, por lo que no reportan por separado sus emisiones de contaminación atmosférica.
A principios de este año, el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (Natural Resources Defense Council) lanzó un reporte que analizó a ocho de estas instalaciones en los Estados Unidos. El grupo medioambiental encontró que una planta en Oregon envió alrededor de medio millón de libras de residuos peligrosos, incluyendo benceno y plomo, a incineradores en Washington, Colorado, Missouri y otros tres estados. Las incineradoras de residuos peligrosos pueden emitir contaminantes atmosféricos tóxicos a las comunidades cercanas. Además, algunas incineradoras de residuos peligrosos de Estados Unidos han infringido repetidamente las normas de contaminación atmosférica y la EPA ha planteado recientemente su grave preocupación por la acumulación de residuos peligrosos debido a la limitada capacidad de incineración.
La planta de Oregón, que se supone que descompone el poliestireno en estireno, también envió más de 100.000 libras de estireno en 2020 para ser quemado en plantas de conversión de residuos en energía (combustibles) en lugar de ser reciclado de nuevo en nuevos plásticos, según el informe del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.
Los plásticos contienen una enorme variedad de aditivos, como los ftalatos y bisfenoles, que presentan serias preocupaciones para la salud humana. La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (European Chemicals Agency) expresó su preocupación en un informe de 2021 sobre hasta qué punto el reciclaje químico podría eliminar estas sustancias químicas, especialmente los aditivos "heredados" como el PVC estabilizado con plomo que la Unión Europea ya no permite, y evitar que aparezcan en nuevos productos de plástico.
La agencia también advirtió que, dependiendo del tipo de residuos plásticos que las plantas estén procesando, las plantas de pirólisis y gasificación pueden generar compuestos peligrosos como dioxinas, compuestos orgánicos volátiles y PCB. Las dioxinas son consideradas “altamente tóxicas” por la EPA pues pueden causar cáncer, problemas reproductivos, daño al sistema inmune y otros problemas de salud. Los compuestos orgánicos volátiles pueden causar dificultades para respirar y dañar el sistema nervioso; y algunos, como el benceno, también son cancerígenos. La agencia señaló que las compañías están obligadas a tomar medidas para limitar las emisiones, como la instalación de sistemas de limpieza de los gases de combustión y el pretratamiento de las aguas residuales.
Adicionalmente, expertos entrevistados por la Unión Europea hicieron énfasis en que hay una falta de transparencia en general sobre el tipo de químicos usados en algunos de los procesos del reciclaje químico.
El Consejo Americano de Química, o ACC por sus iniciales en inglés, dice que las emisiones de la mayoría de plantas de reciclaje químico son demasiado bajas para necesitar permisos de acuerdo con la ley del aire limpio de Estados Unidos (Clean Air Act), y citan un informe reciente de la consultora Good Company y financiado por la misma ACC que encontró que las emisiones de cuatro plantas en Estados Unidos estaban a la par con aquellas provenientes de un hospital y una planta de manufactura de alimentos.
El grupo comercial afirma que las plantas están "diseñadas para evitar la formación de dioxinas con muchas intervenciones, la principal de las cuales es que el material plástico se calienta en un entorno cerrado y privado de oxígeno que no es de combustión", y que las instalaciones estarían sujetas a infracciones o restricciones de funcionamiento si se formaran dioxinas.
Debate sobre política pública
Mientras la EPA decide que hacer respecto al reciclaje químico, 20 estados –incluyendo a Louisiana, donde la nueva planta podría construirse– ya han pasado legislación que regulará estas plantas como manufactura y no como plantas de manejo residuos sólidos, de acuerdo con el Consejo Americano de Química, una movida que los activistas ambientales dicen podría llevar a una menor veeduría de estas plantas y, por consiguiente, a más contaminación. “Siempre que veo un gran empuje para eximir [a una industria] de los estatutos medioambientales, me preocupa un poco”, dijo a EHN Judith Enck, directora del grupo de defensa anti plásticos Beyond Plastics.
Los activistas en Louisiana temen que la nueva ley del estado exima a la nueva planta de ser regulada por el Departamento de Calidad Ambiental estatal, algo que según la ACC no pasará. No obstante, el texto de la ley deja poco claro sobre cuál agencia estatal queda encargada de vigilar los impactos medioambientales de las nuevas instalaciones (el Departamento de Calidad Ambiental del estado no respondió a nuestras preguntas al respecto).
En una carta reciente a la EPA, el senador Cory Booker, D-N.J. y otros 30 legisladores solicitaron que la agencia continúe regulando las plantas de pirólisis y gasificación como incineradores. Además, también pidieron a la EPA que solicite más información a estas instalaciones sobre la contaminación del aire que causan y su impacto climático.
“Las comunidades situadas cerca de estas instalaciones necesitan saber a qué tipo de químicos están siendo expuestas, y necesitan de toda la protección que el Congreso pretendió les fuera otorgada con los estándares sobre incineradores de la Ley del Aire Limpio”, escribieron los legisladores.
El Consejo Americano de Químico (ACC) alega que las plantas de reciclaje químico reciben plásticos que ya han sido preseleccionados, y que regularizar a estas instalaciones como plantas de residuos sólidos, como controles contra roedores y malos olores, no tiene sentido. La ACC agrega que, como otras fábricas de manufactura, las plantas de reciclaje químico igual están sujetas a regulaciones sobre contaminación del aire y del agua, así como normas sobre residuos peligrosos.
Tangri, de GAIA, dijo que los Estados Unidos también debería seguir los pasos de la Unión Europea y no contar los procesos de transformación de plásticos a combustibles como reciclaje químico.
En términos generales, los activistas ambientales desearían ver medidas más fuertes para reducir el uso de plásticos y el requerimiento de quienes los fabrican se hagan responsables de los empaques plásticos — un concepto conocido como “responsabilidad extendida del productor”. Enck sugirió que se establezcan normas medioambientales obligatorias para los envases, similares a las normas de eficiencia de los automóviles. “Realmente necesitamos pasar a una economía de recambios y reutilización”, dijo. “¿Necesitamos todas estas capas de embalaje en un producto? ¿Necesitamos envases hechos de múltiples materiales?”.
Fotografía del encabezado: Yogendra Singh/Pixabay
¿Qué son los PFAS?
Los PFAS son un grupo de químicos creados por los seres humanos utilizados en un gran número de productos industriales y para consumo individual. Son conocidos como “químicos eternos” pues la mayoría de ellos no se descompone. Use esta guía para entender los PFAS y cómo limitar su exposición a ellos.
¿Qué significa PFAS?
PFAS es la sigla para sustancias per y policloradas en inglés, las cuales contienen un enlace fuerte de carbono-flúor que les permite acumularse con el tiempo en el ambiente y en los cuerpos de animales y personas, lo que supone un riesgo para la salud. Las sustancias químicas PFAS también pueden considerarse “químicos de todas partes”, ya que se han vuelto sumamente presentes en los productos que utilizamos a diario.
¿De dónde viene la contaminación por PFAS?
(Crédito: Wikimedia Commons)
Los procesos de fabricación y los lugares de almacenamiento y tratamiento de desechos liberan PFAS al aire, el suelo y el agua. El Environmental Working Group (EWG) ha identificado 41.828 sitios industriales y municipales en los Estados Unidos que se sabe o sospecha utilizan PFAS. Entre las instalaciones industriales que el grupo señaló están las estaciones y terminales petroleras, fabricantes de productos químicos, imprentas comerciales, fabricantes de plásticos y resinas, pinturas y revestimientos, semiconductores, productos metálicos, compuestos electrónicos y responsables de galvanoplastia y pulido de metal.
Recientemente, EWG lanzó un reporte adicional basado en información de la EPA que encontró que más de 1.500 fábricas textiles de Estados Unidos podrían estar vertiendo PFAS. Los rellenos sanitarios y las instalaciones de eliminación de residuos, junto con las plantas de tratamiento de aguas residuales y desagües, son otras fuentes comunes de contaminación.
Adicionalmente, las bases y aeropuertos militares son grandes contribuyentes a la contaminación por PFAS, sobre todo por los entrenamientos y pruebas que usan espuma de extinción de incendios. El EWG mapeó la contaminación por PFAS de 385 instalaciones militares de los Estados Unidos y varios cientos de instalaciones adicionales que se sospecha están contaminadas. Muchas comunidades aledañas también sufren de la contaminación de su agua subterránea y potable, producto de su cercanía con estas instalaciones.
¿Cuál es la diferencia entre los PFAS, los PFOS, los PFOAS, los PTFE y los GenX?
Se estima que hay más de 9.000 químicos PFAS. Entre los más comunes se incluyen al sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA), también conocido como C8. Estos químicos fueron alguna vez ampliamente usados en sustancias como telas y revestimientos de cuero, productos para limpiar el hogar, espumas de extinción de incendios y alfombras resistentes a las manchas. Aunque los fabricantes han dejado de usarlos en Canadá y Estados Unidos en las últimas dos décadas, siguen siendo omnipresentes en el medio ambiente y en nuestro cuerpo. Dupont desarrolló los GenX en 2009 para reemplazar a los PFOA, pero estudios posteriores sobre el GenX han causado preocupaciones sobre la salud.
El politetrafluoroetileno (PTFE) y C8/PFOA se utilizaron para producir el teflón, el revestimiento químico antiadherente fabricado durante décadas por Dupont y ahora por Chemours, empresa que Dupont escindió en 2015.
¿Cuáles son los peligros de los PFAS?
(Crédito: Silvio Lucchini/flickr)
Los PFAS se encuentran en la sangre de prácticamente todos los estadounidenses, y pruebas de sangre del cordón umbilical y leche materna indican que la exposición comienza antes del nacimiento. Algunos PFAS se bioacumulan –se concentran– lo que significa que incluso las exposiciones bajas son motivo de preocupación, pues a lo largo del tiempo nuestro cuerpo acumula cada vez más cantidad de ellos. La bioacumulación de PFAS también ocurre en organismos no humanos, incluyendo peces y otras fuentes de alimentación humana, que eventualmente acaban en las personas. Ese es otro motivo por el cual proteger al medio ambiente de la contaminación por PFAS y monitorear sus niveles es tan importante.
Los PFAS son sustancias químicas disruptoras endocrinas, lo que significa que interfieren con nuestros sistemas hormonales. Cuando un químico externo interfiere con nuestros sistemas hormonales, puede generar cambios en nuestros cuerpos y cerebros capaces de causar enfermedades y, en algunos casos, hasta la muerte.
Los investigadores han relacionado los PFAS con problemas de salud como el cáncer de riñón y testículos, presión arterial alta inducida durante el embarazo, bajo peso al nacer y un riesgo mayor de defectos congénitos, entre otros. Los PFAS también se han relacionado con cambios en los niveles de colesterol y en el momento de la llegada de la pubertad. La evidencia sobre los impactos de los PFAS en la función inmune es otra preocupación creciente, y hay estudios que han mostrado que algunos PFAS podrían disminuir la efectividad de las vacunas.
La contaminación por PFAS también tiene una dimensión de justicia ambiental, ya que es más probable que las comunidades de bajos ingresos y las comunidades de personas de color se encuentren cerca de sitios con contaminación por PFAS, incrementando sus riesgos de salud.¿Por qué los PFAS reciben tanta atención hoy en día?
(Crédito: Rich Brents /Unsplash)
Aunque hay evidencia de que los fabricantes de PFAS estaban conscientes de sus efectos negativos en la salud desde los 1950s, el público general no estaba al tanto. Las compañías mantuvieron oculta las investigaciones sobre salud de sus empleados y el público por décadas, como EWG relató en esta línea de tiempo. Hoy sabemos mucho más sobre los impactos en la salud de los PFAS.
En 1998, la compañía 3M, fabricante del material repelente de agua y manchas Scotchgard, alertó a la EPA que los PFOS se acumulan en la sangre y que habían sido detectados en muestras de sangre de estadounidenses que no habían sido expuestos a estos químicos en sus lugares de trabajo. La información proporcionada por 3M eventualmente incrementó el escrutinio de la EPA respecto a los PFAS.
Si bien hoy prácticamente todo el mundo tiene PFAS en sus cuerpos, quienes viven cerca a lugares en donde se fabrican o desechan PFAS encaran riesgos más elevados de problemas de salud.
- Unos 80.000 residentes de Parkersburg, al oeste de Virginia, llegaron a un acuerdo en una demanda contra Dupont, que se descubrió había contaminado a sabiendas aguas subterráneas y fluviales con sustancias químicas PFAS durante décadas, a pesar de las pruebas de que estas sustancias eran tóxicas para los seres humanos y los animales. Un estudio posterior encontró una probable relación entre el PFOA/C8 y varias enfermedades graves, incluido el cáncer.
- Por más de tres décadas, una planta de manufactura de químicos de Dupont (y luego Chemours) en las afueras de Fayetteville, en Carolina del Norte, vertió residuos contaminados con PFAS en el río Cape Fear. Fue hasta 2017 cuando el público se enteró de que estaban consumiendo agua contaminada con un PFAS recientemente creado, el GenX, y otros compuestos PFAS menos conocidos.
- En la década de 1960, la Wolverine Worldwide Tannery en Rockford, Michigan, contaminó la tierra, el agua subterránea, y el río Rogue –entonces la fuente de agua potable Rockford– con residuos de fabricación de cuero cargados de PFAS. La EPA está considerando si designar el sitio donde se encontraba la antigua curtiduría y su antiguo vertedero como lugares federales de Superfund.
- El grupo Physicians for Social Responsibility (Médicos por la Responsabilidad Social) reportó recientemente que las empresas de petróleo y gas usaron PFAS y sustancias que pueden degradarse a PFAS en más de 1.200 pozos de fracturación hidráulica (fracking) en seis estados –Arkansas, Louisiana, Oklahoma, Nuevo México, Texas y Wyoming– entre 2012 y 2020.
¿Dónde se encuentran los PFAS?
Los químicos PFAS se han usado en todo el mundo desde los 1950s en una gran variedad de productos. Hoy, pueden encontrarse en productos como la espuma contra incendios, utensilios de cocina antiadherentes, cosméticos y materiales que protegen contra la grasa, el aceite y el agua, como alfombras y tejidos resistentes a las manchas, envases de alimentos y ropa resistente al agua. Así que estemos acampando, haciendo senderismo, cazando, pescando, cocinando, maquillándonos, disfrutando de un domicilio, o jugando con nuestros hijos e hijas en el piso de nuestra sala alfombrada, los PFAS se han infiltrado en nuestras vidas.
Testeo de PFAS
Los investigadores están encontrando PFAS en una gran variedad de bienes de consumo – incluidos PFAS que no han sido adicionados de manera intencional.
Una colaboración entre EHN.org y el sitio de bienestar Mamavation, hizo pruebas y encontró evidencia de la presencia de estas sustancias químicas en prendas de vestir, alimentos y maquillaje. Encuentre información adicional sobre los análisis de la página de investigaciones de productos de Mamavation, incluidos los pisos en bambú, la ropa interior para la menstruación, y el papel para hornear.
PFAS en la comida
Crédito: Kristina Bratko/Unsplash)
Los empaques de comida, como los envases y envoltorios de comida para llevar, cajas de pizza, envases de papas fritas, hamburguesas y bolsas de palomitas de maíz son todos medios comunes a través de los cuales los PFAS contaminan la comida. Inclusive los recipientes compostables y aparentemente amigables con el medio ambiente contienen PFAS. La Food and Drug Administration no ha restringido el uso de PFAS en los empaques de alimentos, dejando la responsabilidad de proteger a los consumidores a cada estado.
Los utensilios para cocinar antiadherentes son otra forma a través de las cuales los PFAS pueden entrar en los alimentos y el aire. Aunque los PFOA ya no pueden utilizarse en los Estados Unidos, los utensilios de cocina antiadherentes todavía contienen alternativas que podrían ser dañinas para la salud. Las etiquetas que aseguran que un utensilio está libre de PFOAs no necesariamente indica que la pieza sea totalmente segura. Aquellas que dicen que son libres de PFAS son la opción más segura.
PFAS en los cosméticos
(Crédito: Carlos Martinez/Unsplash)
Hay evidencia creciente de que los productos de aseo personal como los cosméticos –incluso aquellos “verdes”– contienen PFAS. Un estudio reciente revisado por pares académicos encontró altos niveles de flúor orgánico, un indicador de la presencia de PFAS, en la mitad de 231 muestras de maquillaje y otros productos del cuidado personal, incluyendo labiales, delineadores de ojos, pestañina, bases de maquillaje, correctores, bálsamo de labios, rubores y esmalte de uñas. También se ha encontrado en algunos tipos de hilo dental diseñados para deslizarse más fácil entre los dientes.
Algunos fabricantes de maquillaje añaden PFAS intencionalmente a sus productos para hacerlos durar más y que se esparzan fácilmente. En otros casos, los PFAS terminan en los cosméticos a través de la contaminación cruzada, como a través de la maquinaria utilizada en la fabricación o los envases de plástico que contienen PFAS. El fabricante de cosméticos CoverGirl ha sido recientemente objeto de una demanda en la que se alega que se han encontrado PFAS en productos de maquillaje que la empresa califica de "sostenibles".
PFAS en la ropa
Testeos hechos por EHN y otras organizaciones han encontrado indicadores de PFAS en todo desde ropa deportiva y de yoga hasta la ropa interior para el periodo y prendas resistentes a manchas y agua. Los indicadores de la presencia de PFAS también han sido detectados en alfombras y tapicerías resistentes a las manchas. Los PFAS provenientes de textiles pueden acumularse en el polvo del hogar, y evidencia emergente apunta a que podríamos absorber algunos compuestos a través de nuestra piel. Las chaquetas y otros artículos tratados también pueden contaminar los suministros de agua, ya que los PFAS se desprenden de ellos con el lavado.
PFAS en la espuma de extinción de incendios
(Crédito: Wikimedia)
De acuerdo con el Green Science Policy Institute, la mayoría de los sitios contaminados con PFAS de los que se tiene información en Estados Unidos están relacionados con la espuma de extinción de incendios. Estos lugares incluyen instalaciones militares, aeropuertos, áreas de entrenamiento de incendios y lugares de quema anteriores.
PFAS en basureros y aguas residuales
(Crédito: Alexander Schimmeck/Unsplash)
Los productos desechados, como la ropa, las alfombras, la ropa de cama y los envases de alimentos, pueden liberar PFAS en los vertederos, en donde el agua lluvia los mueve (junto a otros químicos), creando un residuo tóxico concentrado que se infiltra en el suelo y en fuentes de agua cercanas como ríos y lagos. Los sistemas típicos de tratamiento de residuos de los basureros no eliminan los PFAS.
Los PFAS procedentes de los productos que utilizamos a diario son arrastrados por el desagüe y llegan a las plantas de tratamiento de aguas residuales. Gran parte de las plantas de tratamiento de aguas residuales no son lo suficientemente avanzadas para remover a los PFAS, por lo que estos productos químicos permanecen en el agua tratada y en los biosólidos (aguas residuales recicladas) que a veces se utilizan en la agricultura. Esto puede terminar contaminando las tierras agrícolas y es así como los PFAS regresan a nuestros platos a través de las frutas, los vegetales y las carnes.
PFAS en el agua potable
(Crédito: Bluewater Sweden/Unsplash)
La contaminación por PFAS en el suministro de agua está muy generalizada. Investigaciones hechas por EWG han encontrado que los sistemas de agua potable de los 50 estados de Estados Unidos y los territorios de Guam y Puerto Rico están contaminados. Sin embargo, el alcance total del problema sigue siendo desconocido.
El agua embotellada es otro riesgo emergente por PFAS. Un estudio de 2021 liderado por investigadores del Johns Hopkins encontró que 39 de 100 botellas de agua analizadas contenían PFAS. La Food and Drug Administration no ha establecido límites de presencia de PFAS para el agua embotellada.
¿Son más seguras las alternativas a los PFAS?
Un grupo de investigadores de varios países han propuesto la eliminación progresiva de los PFAS en función de lo esenciales que sean las sustancias químicas. En resumen, cosas como los cosméticos y otros productos del cuidado personal que pueden fabricarse sin PFAS deberían hacerlo. En otros casos, puede haber sustitutos más seguros, como en el caso de las chaquetas y equipos impermeables.
No obstante, en la actualidad la mayoría de los sustitutos más comunes para los PFAS son otro tipo de PFAS. Los llamados PFAS de cadena corta se han desarrollado como alternativas supuestamente más seguras a los antiguos PFAS de cadena larga. Eso es lo que sucedió en los 1990s, cuando 3M llegó a un acuerdo con la EPA para eliminar progresivamente los PFOS de los productos Scotchgard. La compañía los reemplazó con una alternativa que se queda en el cuerpo de las personas por muchísimo menos tiempo, disminuyendo la exposición humana al químico. Posteriormente, la EPA creó un programa voluntario de gestión del PFOA que animaba a las empresas a eliminar su uso y a desarrollar alternativas más seguras.
Sin embargo, investigadores de todo el mundo han expresado su preocupación respecto a la necesidad de hacer más estudios que permitan establecer si las alternativas que existen actualmente son realmente seguras. Inclusive si dejan el cuerpo humano en menos tiempo, pueden acumularse en el ambiente, lo cual puede crear problemas de contaminación serios con el pasar del tiempo.
¿Qué están haciendo los gobiernos para proteger a la gente de los PFAS?
Incluso hoy en día no hay estándares federales que limiten las descargas de PFAS en el ambiente. En 2021, la EPA publicó una “hoja de ruta de los PFAS” con un calendario para establecer normas de tratamiento del agua potable y de las aguas residuales, protocolos de evaluación de la salud y designaciones de sustancias peligrosas para varios productos químicos de los PFAS, incluidos los PFOA y los PFOS.
El congreso de los Estados Unidos está considerando pasar legislación exhaustiva sobre los PFAS. La casa de representantes de los Estados Unidos pasó la Ley de Acción contra los PFAS de 2021 (PFAS Action Act of 2021), la cual avanzó hasta el senado. Un proyecto de ley paralelo de la cámara baja, la Ley de Estándares de Agua Limpia para PFAS (Clean Water Standards for PFAS Act), requeriría poner límites a las descargas en el agua de PFAS por parte de los fabricantes de químicos, pinturas, papel, plasticos, componentes eléctricos, textiles, marroquinería, empresas de acabado de metales y galvanoplastia.
La creciente preocupación por las repercusiones de los PFAS en la salud y el medio ambiente está impulsando la adopción de medidas también a nivel estatal. Un análisis reciente encontró que al menos 32 estados de los Estados Unidos están discutiendo más de 210 proyectos de ley que prohibirán o restringirán el uso de PFAS, incluyendo aquellos presentes en los productos de cuidado personal, la ropa y los envases de alimentos.
Europa, por su parte, se mueve rápidamente. La Unión Europea está considerando la prohibición de miles de químicos PFAS excepto cuando su uso es considerado esencial. Si tiene éxito, el acuerdo final podría llegar en 2025.
¿Qué puede hacer para evitar a los PFAS?
(Crédito: Adam Dachis/Unsplash)
Evitar el contacto con los PFAS de manera total es prácticamente imposible, y el costo de la descontaminación total es enorme. Pero hay algunas cosas que puede hacer para reducir su riesgo y abogar por el cambio:
- Evite las alfombras repelentes del agua y las manchas, así como otros textiles para el hogar con estas características como cortinas, tapicería de muebles, ropa de cama, manteles y servilletas.
- Limite el uso y la compra de prendas de vestir que tengan etiquetas como "impermeable", "resistente al agua" y "resistente a las manchas", al igual que otros productos como los paños y sprays para gafas “antiniebla”
- Evite los alimentos envasados en bolsas o recipientes antigrasa. Como una alternativa, use sus propios contenedores de vidrio para guardar la comida para llevar y las sobras. Evite las palomitas de maíz para microondas que vienen en bolsas tratadas con PFAS.
- Tenga en cuenta que no todos los envases compostables están libres de PFAS: elija envases con certificación BPI para estar seguro, y pregunte por ellos en los restaurantes que utilizan envases compostables.
- Cocine con ollas y sartenes de acero inoxidable, hierro fundido, vidrio o cerámica en lugar de las opciones antiadherentes.
- Lea con atención las etiquetas de los productos de cuidado personal y de maquillaje y evite aquellos que listen "perfluor", "polifluor", "PTFE" o teflón en la etiqueta.
- Averigüe si su fuente de agua potable ha sido testeado para PFAS. Si contiene PFAS, o si no ha sido testeada, un filtro de agua podría ser una buena inversión. Sin embargo, sepa que no todos los filtros de agua tienen la misma efectividad. Un estudio de 2020 de la Universidad de Duke encontró que los filtros de osmosis invertida y los filtros de dos niveles fueron mejores a la hora de eliminar PFAS.
- Si bebe agua embotellada, intente comprar agua con la etiqueta "purificada", en lugar de agua de manantial.
Y, por supuesto, manténgase en contacto con EHN, pues continuaremos reportando sobre los PFAS. Nuestros continuos análisis y cobertura de la contaminación por PFAS en los envases de los alimentos y los bienes de consumo habituales, junto con la información sobre la política y la normativa, pretenden responsabilizar a las empresas, los líderes políticos y los funcionarios de las agencias encargadas de proteger al público.
También tenemos un rico archivo de cubrimiento sobre los PFAS de fuentes de información en Estados Unidos y el resto del mundo. Introduzca "PFAS" en nuestra herramienta de búsqueda en la esquina superior derecha de nuestra página de inicio para encontrarlo todo.Traducido del inglés al español por María Paula Rubiano A.
Fotografía del encabezado: engin akyurt/Unsplash
Contaminación por plásticos: todos sabemos que es un problema. Para 2019, producimos 460 millones de toneladas de plástico, y se espera que dicho número se duplique para 2050.
Si piensas que ese crecimiento está bajo control, piensa de nuevo: apenas el 10% del plástico se recicla. Y cada año, más de ocho millones de toneladas terminan en nuestros océanos.
Este guía también está disponible en inglés
¿Cuánto de la contaminación en el océano es plástico?
Crédito: Naja Bertolt Jensen/Unsplash
Los plásticos representan el 80% de toda la basura marina — desde lo que flota en la superficie hasta los sedimentos en el fondo del mar.
La cantidad de plástico que acaba en nuestros océanos da que pensar. Para 2050, se espera que el plástico en el mar pese más que todos los peces del océano.
¿Cómo llega el plástico al océano?
Crédito: Brian Yurasits/Unsplash
Los residuos plásticos acaban en el océano de muchas maneras, lo que hace que la búsqueda para detener la contaminación por plástico sea mucho más difícil.
Algunas de estas rutas hacia el agua incluyen:
- La basura, incluidas las bolsas plásticas, contenedores plásticos de domicilios, empaques, que son arrastrados por los desagües del alcantarillado hasta las cuencas de los ríos locales, y que descienden hasta el océano;
- Los productos plásticos, incluyendo los desechos, pero también las redes de pesca perdidas o arrojadas por la borda en el mar.
- Sin embargo, este no es el principal culpable: más del 80% del plástico que acaba en el océano proviene de actividades terrestres;
- El vertimiento ilegal o una mala gestión de la basura en las playas de todo el mundo;
- Los microplásticos de productos cosméticos o de higiene, o provenientes de nuestra ropa que se cuelan por el desagüe;
- Subproductos industriales procedentes de procesos de producción mal realizados o gestionados.
¿Cómo impacta la contaminación por plásticos al océano?
Crédito: Wikimedia Commons
Puede que hayas escuchado sobre el Gran Parche de Basura del Pacífico: una colección de pequeños residuos de plástico que se han ido acumulando en el océano Pacífico. Acorralado por las corrientes oceánicas, actualmente cubre al menos 1,6 millones de kilómetros de la superficie del océano.
La mancha es así de abrumadora debido a los plásticos desechados de los países de la cuenca del Pacífico y es un crudo recordatorio visual del enorme problema. No es la única. Hay parches de plástico creciendo en cada uno de nuestros océanos.
Algunos impactos adicionales de la contaminación por plásticos son:
- Muerte de la vida marina
- Muchos animales marinos como tortugas y delfines confunden los fragmentos plásticos con alimentos. Ingerir plástico casi siempre es letal para los animales, pues este material bloquea sus tractos digestivos y hace que mueran de hambre.
- Muchos pájaros marinos, focas, tortugas y ballenas también se enredan en material plástico y mueren asfixiados, ahogados o se convierten en presa fácil para sus depredadores.
- Impacto en la cadena alimenticia
- Exámenes en algunas especies marinas han mostrado que los químicos disruptores del sistema endocrino presentes en algunos plásticos han afectado su sistema reproductor. Por ejemplo, las ostras impactadas por ambientes saturados de plásticos producen menos huevos. Estas pruebas han planteado nuevas preguntas sobre los impactos del plástico en nuestro suministro de alimentos, ya que los animales ingieren plástico desde los primeros días de vida.
- Los lejanos alcances de los microplásticos
- Una vez los plásticos llegan al océano, el sol, el viento y las olas los descomponen en fragmentos cada vez más pequeños. Han encontrado estos fragmentos, llamados microplásticos, en todos los rincones del globo terráqueo,desde el interior de hielo en el Ártico hasta las laderas del Monte Everest.
- Los microplásticos son arrastrados por el ciclo del agua, y vuelven a la tierra a través de las lluvias y afectan la calidad del suelo. Los microplásticos también son ingeridos por los animales silvestres e impactan no solo sus sistemas biológicos sino que contaminan nuestro suministro de alimentos.
- No te pierdas la investigación que hizo EHN sobre cómo los microplásticos en la harina de pescado están contaminando a los peces de criadero (en inglés).
- Los impactos en la salud de ingerir microplásticos todavía son relativamente desconocidos. Sin embargo, son materiales químicamente activos y pueden unirse a otros compuestos que pueden dañar la salud humana.
¿Qué se puede hacer respecto a la contaminación por plásticos en el océano?
Crédito: OCG Saving The Ocean/Unsplash
Una vez llegan al océano, es extremadamente difícil recoger el plástico.
Sin embargo, hay algunos esfuerzos en marcha. The Ocean Cleanup es una organización que trabaja para desarrollar nuevas tecnologías que hacen posible limpiar los plásticos en el océano, con una meta para eliminar el 90% de los desechos plásticos del mar.
Aun así, una vez que los residuos se descomponen en microplásticos, la recuperación es prácticamente imposible.
Además, biólogos marinos de todo el mundo se han mostrado escépticos frente a la iniciativa, pues la consideran un uso poco eficiente de los recursos y una solución que ataca las consecuencias del problema, más no sus causas: la producción misma.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
En primer lugar, la solución que más impacto podría tener es detener la llegada de residuos plásticos a nuestros océanos. Esto es más fácil de decir que de hacer, y tiene mucho más que ver con las prácticas nacionales y corporativas que con el individuo. Mejorar los sistemas de manejos de residuos, los procesos de reciclaje y reducir la producción de nuevo plástico así como disminuir los plásticos de un solo uso jugarían un importante rol en la reducción de la contaminación.
No obstante, a nivel individual puede poner de su parte para hacer la diferencia:
- Suscríbase al boletín de noticias sobre contaminación por plásticos de EHN para estar al día de las últimas novedades en materia de residuos plásticos
- Evite usar plásticos de un solo uso. Use bolsas reutilizables para hacer sus compras, contenedores de alimentos que puedan conservarse, pocillos viajeros para su café y pitillos metálicos o de otro material que puedan reutilizarse
- Acepte el compromiso de la Coalición contra la Contaminación por Plástico para evitar los plásticos de un solo uso
- Limite sus compras de productos plásticos. La mayoría de objetos de plástico pueden encontrarse en una versión de un material más natural: contenedores para alimentos de vidrios en lugar de plásticos, alimentos y artículos de aseo a granel en lugar de productos de menor tamaño y excesivamente empaquetados, etc.
- Use ropa hecha de materiales naturales como el algodón, el lino o la lana ¡Muchos microplásticos que llegan al océano provienen de nuestras ropa! La ropa hecha de materiales sintéticos, como el poliéster o el nylon, desprende micropartículas en el lavado que luego entran en nuestros sistemas de agua
- Existen nuevos productos que pueden capturar las microfibras que se desprenden de su ropa en el lavado. Puede investigar sobre filtros de microfibras y encontrar productos que se ajusten a su estilo de vida
- ¡Limpie los alrededores de su comunidad! Coja una bolsa y recoja la basura de los costados de la carretera, los parques, los campos, las aceras y mucho más.Recoger el plástico antes de que llegue a una alcantarilla o a un cuerpo de agua es una forma fácil de ayudar a mitigar la contaminación
- Pida el cambio. Si esto le importa (¡y debería!) deje que otros lo sepan. Encuentre personas que piensen como usted en su comunidad, hable con legisladores locales, y/o llame a sus representantes en el gobierno para pedirles que actúen sobre el tema.
- ¡Firme una petición para que se escuche su voz!
La contaminación por plásticos, explicada
Plásticos: no podemos vivir sin ellos, o eso parece.
Aunque el uso de plásticos en algunos casos puede ser inevitable, podemos tomar medidas para reducir nuestro constante consumo y desecho de este material cargado de químicos.
Los Estados Unidos produce 234 libras de desechos plásticos por persona por año y casi nada de eso se recicla.
He aquí una completa introducción a los desechos de plástico y a la contaminación por plástico, cómo hemos llegado hasta aquí y qué podemos hacer al respecto.
Esta guía también está disponible en inglés
Contaminación por plásticos: el problema
Basura tirada en un canal. Alrededor del 79% del plástico termina en vertederos o como basura en el medio ambiente. Crédito: Alexander Schimmeck/Unsplash
Los plásticos son una bestia indomable y sin control:
- Cada minuto se utilizan más de un millón de bolsas de plástico con una "vida útil" promedio de sólo 15 minutos.
- Cada año se utilizan 500 billones de bolsas de plástico y eso es sólo incluye las bolsas de plástico.
- Sólo el 9% de los nueve billones de toneladas de todos los plásticos que se han producido en el mundo se ha reciclado. La mayoría termina en vertederos, basureros o en la naturaleza.
- Se prevé que para el 2025 el océano contenga una tonelada de plástico por cada tres toneladas de pescado y, para el 2050, más plásticos que peces (en peso).
- Los estudios sugieren que el daño económico total al ecosistema marino mundial causado por el plástico asciende al menos a 13 mil millones de dólares cada año.
- Si se mantienen los hábitos de consumo actuales, en el 2050 habremos desechado 12 mil millones de toneladas de desechos plásticos en los vertederos y en el medio ambiente.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Dos estrategias de marketing empleadas por la industria de los plásticos han impulsado con éxito el uso habitual de este material en los hogares:
- Promoción de la cultura del descarte
- Crear eco-campañas que desvíen la culpa al individuo.
Estas estrategias, junto con la falta de legislación que prevenga el consumo masivo, han hecho florecer los plásticos de un solo uso.
La cultura del descarte
El plástico de un solo uso se ha convertido en un enorme desafío. Crédito: Jonathan Chng/Unsplash
La cultura de descarte es un fenómeno moderno que se impuso lentamente al consumidor tras la Gran Depresión y los años de frugalidad de la época de la Segunda Guerra Mundial. A través de la publicidad, la industria del plástico tuvo que convencer al público de que los plásticos de un solo uso eran posibles, aceptables e incluso necesarios.
Hoy en día es difícil imaginar un mundo sin plásticos de un solo uso: nuestras culturas del "para llevar", del "apuro" y de la " conveniencia" han adoptado e incluso celebrado la facilidad de los desechables.
- En el 2013, la industria del plástico puso en el mercado 78 millones de toneladas de envases de plástico, con un valor total de 260 mil millones de dólares.
- El 95% del valor material de los envases de plástico, o entre 80 mil millones a 120 mil millones de dólares anuales, se pierde en la economía después de un breve primer uso, pero la facilidad y el bajo costo de producir más desechables impide el esfuerzo por mantener ese valor después de que se vende.
Eco-campañas
Contenedores de reciclaje. Crédito: Nareeta Martin/Unsplash
El logotipo del reciclaje – una de las imágenes más reconocibles del movimiento ecologista – fue creado en un concurso convocado por una empresa de plásticos.
Es un ícono que persuade a los consumidores de que podemos seguir consumiendo productos y materiales, porque el ciclo de reciclaje creará un equilibrio ecológico entre la producción y el consumo lo que mitigará el impacto ambiental.
El fracaso del reciclaje se achaca al consumidor individual, no al fabricante, a pesar de que muchos plásticos comunes no se pueden reciclar. El hecho de que el 91% del plástico no se recicle sugiere un defecto sistemático de la medida.
A pesar de todas sus campañas, Estados Unidos recicla menos del 10% de sus plásticos.
Campañas como "Keep America Beautiful" (Manten a Estados Unidos Bella) también fueron financiadas por empresas que producen residuos de plástico, como Coca-Cola y Dixie Cup.
El mensaje de estas campañas sugiere la responsabilidad individual de mantener la basura fuera de nuestro entorno, e invoca culpa y vergüenza individual por la contaminación que existe.
Una vez más, desvía la culpa de las corporaciones que producen masivamente contaminantes, quienes son la causa fundamental del problema.
Falta de legislación sobre la contaminación por plásticos
Varios estados y países han prohibido este tipo de bolsa de plástico de un solo uso y otros artículos. Crédito: Wikimedia Commons
Otra razón por la que los desechos de plástico y la contaminación se han acumulado tan rápidamente es la falta de legislación que regule los plásticos. A mayo del 2020, no había ninguna ley federal en los Estados Unidos que restringiera los plásticos de un solo uso, que son los que más contribuyen a los residuos plásticos.
El Congreso de Estados Unidos podría trabajar para dar forma a la política federal, modelando la legislación según las leyes locales y estatales existentes aprobadas para abordar el problema de los plásticos. Por ejemplo, en el 2015, el Congreso aprobó una ley federal que prohíbe las microperlas de plástico en los productos de salud y belleza después de que varios estados hicieran lo mismo.
Sin embargo, hoy en día el problema de los plásticos sigue sin estar regulado y en continuo crecimiento. La reciente pandemia de coronavirus ha provocado en ocasiones la prohibición de las bolsas reutilizables en las tiendas de comestibles y en los comercios minoristas, lo que ha provocado un mayor uso de las bolsas de plástico de un solo uso que los activistas se han esforzado tanto en erradicar.
Acerca de los plásticos
Pajitas de plástico de un solo uso. Crédito: Flickr
El plástico se inventó en el 1862 como sustituto del marfil.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los plásticos ganaron popularidad como recursos militares. Una vez terminada la guerra, la industria del plástico empezó a comercializarlo para los consumidores: en la década del 1950, el poliéster y el polipropileno se introdujeron en los productos de consumo, y a partir de ahí los plásticos despegaron.
Se utiliza una variedad de bloques de construcción químicos para construir plásticos; la amplia gama resultante de propiedades únicas es lo que hace que el plástico sea tan versátil.
Sus beneficios se descubrieron rápidamente y se produjeron en masa sin preocuparse por los detrimentos:
- El plástico no se biodegrada, sino que se rompe en fragmentos de plástico cada vez más pequeños – conocidos como microplásticos – que son mucho más difíciles de eliminar del océano y que aparecen en el agua potable, los alimentos y el aire.
- Las mismas sustancias químicas que hacen que el plástico sea tan útil también pueden liberar tóxicos en los alimentos, el cuerpo y todos los aspectos de la vida.
El impacto de los plásticos en la salud
Muchas sustancias químicas que se encuentran en los plásticos pueden tener efectos adversos en la salud humana, incluido un mayor riesgo de infertilidad, alteraciones hormonales y cáncer. Crédito: Wikimedia Commons
La exposición a los microplásticos, así como a las sustancias químicas añadidas a los plásticos durante su procesamiento, perjudican nuestra salud. Se han encontrado microplásticos en el 90% del agua embotellada y en el 83% del agua del grifo.
Muchas de las sustancias químicas utilizadas en los plásticos son conocidos disruptores endocrinos, que causan problemas reproductivos como la infertilidad, desequilibrios hormonales y un mayor riesgo de cáncer.
Por ejemplo, el ftalato DEHP, que se añade a los productos de plástico para hacerlos más flexibles (mangueras de jardín, cortinas de ducha, equipos médicos, etc.) es un probable carcinógeno humano.
El impacto de los plásticos en el medio ambiente
Estos cubiertos de plástico se descomponen en microplásticos y son hechos de petróleo contaminante. Crédito: Brian Yurasits/Unsplash
El plástico causa una infinitud de problemas cuando se desecha en nuestro entorno.
- Las bolsas de plástico obstruyen las vías fluviales y las alcantarillas, proporcionando criaderos de insectos como los mosquitos, que a su vez aumentan el riesgo de enfermedades como la malaria.
- En los países más pobres, los desechos de plástico se queman como calor para cocinar, exponiendo a la gente a emisiones tóxicas y contribuyendo a la mala calidad del aire.
- Los residuos plásticos flotantes sirven de vehículo para que las especies exóticas lleguen a lugares desconocidos del mundo, convirtiéndose en especies invasoras y amenazando la biodiversidad.
Los plásticos son también uno de los principales productos finales del fracking, una práctica vinculada a la contaminación del agua y del aire. Los combustibles fósiles se utilizan para fabricar plásticos, por lo que, al aumentar la demanda de plásticos, se apoya a la industria del gas natural y del petróleo.
El impacto de los plásticos en la vida silvestre
Este albatros fue encontrado con el cuerpo lleno de plástico. Crédito: Wikimedia Commons
Muchas especies marinas, como las tortugas y los delfines, confunden los fragmentos de plástico con la comida. La ingestión de plástico suele ser fatal para los animales, ya que un exceso de plástico bloquea su tracto digestivo y les hace morir de hambre.
Se han encontrado fragmentos de plástico en el 86% de las especies de tortugas marinas, en el 44% de las especies de aves marinas y en el 43% de las especies de mamíferos marinos. Los mamíferos marinos también se enredan en los residuos plásticos, provocando ahogos y asfixias, o convirtiéndose en presa fácil de los depredadores.
Los productos de espuma de poliestireno, que contienen posibles carcinógenos como el benceno y el estireno, son muy tóxicos cuando se ingieren y pueden dañar los pulmones, el sistema nervioso y los órganos reproductores de los animales.
Las sustancias químicas ingeridas por estos animales pueden ascender por la cadena alimentaria hasta nuestros platos.
¿Dónde estamos con la contaminación por plásticos?
Jóvenes en una manifestación ambiental. Crédito: Wikimedia Commons
La marea de residuos plásticos aún no se ha frenado. Sin embargo, la atención prestada a este problema ha aumentado drásticamente en los últimos años. Países de todo el mundo han tomado medidas para prohibir los plásticos de un solo uso y aumentar el acceso al reciclaje.
Lo estamos consiguiendo. En Suecia, sólo el 4% de los residuos domésticos acaba en los vertederos; el resto se recicla o se utiliza como combustible en plantas de conversión de residuos en energía.
El éxito en Suecia ha llevado a iniciativas de conversión de desechos en energía en otros cuatro países europeos. La estricta prohibición de las bolsas de plástico en Kenia ha tenido tanto éxito que otras naciones del este de África están considerando seguir su ejemplo.
La UE aprobó una prohibición de las bolsas de plástico de un solo uso, y países como Canadá y Perú también tienen planes en marcha. Ocho estados de EE.UU. han prohibido las bolsas de plástico y otras grandes ciudades han seguido su ejemplo.
Hay progreso. Sin embargo, el cambio a nivel corporativo es de suma importancia para lograr efectos a gran escala.
Actuar contra la contaminación por plástico
Si bien la acción corporativa y la legislación son soluciones esenciales para reducir la contaminación por plástico, también podemos elegir productos y hábitos que reduzcan el plástico en nuestras vidas. Crédito: Needpix
Si esto le importa, diga algo. Póngase en contacto con su gobierno local, presione a sus representantes, encuentre a otros en su comunidad que también se preocupen.
Para ser claros, el cambio no tiene que comenzar con la legislación federal: puede comenzar en su hogar y en sus hábitos de consumo.
- Renuncie al plástico en favor de las alternativas de vidrio y metal, desde las botellas de agua hasta los recipientes para almacenar alimentos.
- Utilice una botella de agua reutilizable y así evite enviar 167 botellas de plástico al año al vertedero.
- ¿Usa envoltorios de plástico? Cámbielo por papel de aluminio o envoltorios de cera de abeja.
- Las esponjas de plástico son ineficaces y se destruyen fácilmente. En su lugar, utilice un cepillo de cerdas o lana de acero.
- Hay muchas otras alternativas al plástico: la creciente demanda de los consumidores está cambiando el mercado. Investigue y haga el cambio por su salud, su billetera y el medio ambiente.
Op-Ed: Oro negro y líneas coloradas
El mes pasado, la Administración Biden anunció que reanudaría el arrendamiento de tierras públicas para la extracción de petróleo y gas.
Esta decisión plantea serias preocupaciones sobre sus consecuencias para el cambio climático y la justicia ambiental, particularmente en las comunidades marginadas que viven cerca de futuros sitios de perforación.
Nuestro nuevo estudio sobre la exposición a nivel de vecindario a la producción de petróleo y gas muestra que la línea roja histórica ha perpetuado la injusticia ambiental. En los vecindarios demarcados en rojo (“redlined” en inglés) la densidad de pozos petroleros es doble comparada con la de los vecindarios parecidos que no fueron demarcados en rojo.
Este ensayo también está disponible en inglés
Nuestros hallazgos podrían explicar en parte por qué en la actualidad las personas Afroamericanas y Latinas son más propensas a vivir cerca de los pozos de petróleo y gas.
En vista de estos hallazgos, los líderes gubernamentales deben considerar la evidencia científica de los riesgos que plantea la producción de petróleo y gas para la salud pública y además las históricas políticas que contribuyeron a las desigualdades de salud que existen actualmente.
Líneas rojas e injusticia ambiental
Las comunidades de color y de bajos ingresos en los Estados Unidos enfrentan varios problemas ambientales que las afectan desproporcionadamente. Muchos de estos problemas se originan en las históricas políticas discriminatorias promulgadas por agencias gubernamentales locales, estatales y federales. Una de esas políticas se conoce como línea roja y fue promulgada por la Corporación Federal de Préstamos para Propietarios de Viviendas (Home Owners’ Loan Corporation en inglés) con la intención de estabilizar el negocio inmobiliario durante la Gran Depresión en los años 1930. Funcionarios federales calificaron y mapearon sus percepciones de los riesgos financieras en los vecindarios de las ciudades a lo largo de los Estados Unidos. Los vecindarios compuestos principalmente por residentes Afroamericanos, inmigrantes o de bajos ingresos se consideraron “peligrosos” o “definitivamente en declive” y se demarcaron en rojo mientras que las comunidades más blancas y ricas se consideraron “mejores” o “aún deseables.”
Un estudio publicado en 2018 reportó que por lo menos algunos funcionarios federales de la Corporación de Préstamos para Propietarios de Vivienda consideraron específicamente la composición racial de los vecindarios y la presencia de pozos petroleros al tomar decisiones sobre la línea roja en Los Ángeles. Estas decisiones pueden haber influido en la ubicación de futuras perforaciones de petróleo y gas. Los funcionarios dieron la calificación más alta a un vecindario en Los Ángeles con residentes predominantemente blancos cerca de pozos petroleros después de que los líderes locales acordaron imponer “restricciones raciales a perpetuidad” para mantener el vecindario blanco y al mismo tiempo prohibir futuras perforaciones de petróleo y gas. En nuestro nuevo estudio observamos que los vecindarios que ya tenían pozos eran más propensos de ser demarcados en rojo y, posteriormente, los vecindarios marcados en rojo eran más propensos de tener nuevas perforaciones de petróleo y gas.
En la actualidad, estos legados aún permanecen. Las familias que se han quedado en vecindarios marcados en rojo a lo largo de varias generaciones todavía sufren las consecuencias para sus ambientes y para su salud. Varios estudios muestran que los vecindarios históricamente marcados en rojo tienen peor calidad del aire, menos acceso a parques y mayores riesgos de islas de calor urbana, así como también niveles elevados de enfermedades cardiovasculares, hospitalizaciones por asma, parto prematuro, y otras enfermedades.
Aunque es posible que estas diferencias no sean directamente atribuibles a la línea roja, esta política discriminatoria las codificó y aceleró a través de la desinversión en vecindarios que ya tenían problemas económicos. Esta desinversión ha determinado las ubicaciones actuales de los peligros ambientales y los asociados riesgos para la salud. En términos de producción de petróleo y gas, varias investigaciones muestran que la perforación y operación de los pozos petroleros contamina el aire y aumente el riesgo de enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares, depresión, parto prematuro y de bajo peso.
Reemplazo del Petróleo y el Gas
En California, los legisladores, los residentes afectados y los activistas están discutiendo cómo proteger a las comunidades y los trabajadores de los impactos de las operaciones cercanas de petróleo y gas. Opciones incluyen la limitación de nuevos permisos de perforación y el establecimiento de zonas de seguridad entre los pozos activos y viviendas,\escuelas, parques, y zonas comerciales. Mientras los líderes del estado buscan reducir y eliminar la producción de petróleo y gas y prohibir la perforación en vecindarios residenciales, deberán tomar en cuenta los efectos persistentes de la línea roja histórica en la calidad ambiental de las comunidades de color.
La historia racista y los efectos desiguales de los pozos para la salud hacen necesario que los líderes gubernamentales involucren a las comunidades cercanas para reducir la exposición y proteger al bienestar de los residentes. También requieren la expansión de programas como el de Inversiones Climáticas de California, un programa que ha invertido más de $4500 millones en proyectos transformadores de justicia ambiental que abordan el cambio climático, incluyendo programas de energía renovable. También la Iniciativa Justicia40 de la Administración Biden, basada en el programa de California, requeriría que al menos el 40% de las inversiones federales en proyectos de mitigación del cambio climático y energía limpia beneficien a las comunidades de justicia ambiental.
La crisis climática está empeorando al mismo tiempo que las cadenas de suministro de energía se están deteriorando debido a las tensiones globales como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Todos estos eventos dejan en claro la necesidad urgente de que los Estados Unidos se aleje de la producción de petróleo y gas y se centre en las fuentes de energía renovables. Acelerando la transición energética también ayudaría a promover la justicia ambiental para aquellas comunidades que han sufrido debido a la producción del petróleo y el gas.
David J.X. González es un Becario Posdoctoral de la Fundación Ford y de la Universidad de California y Rachel Morello-Frosch es una profesora en la Escuela de Salud Pública y en el Departamento de Ciencias y Políticas Ambientales en la Universidad de California, Berkeley. Morello-Frosch también es miembro del Consejo Asesor de Justicia Ambiental de la Casa Blanca.
Fotografía del encabezado: Los estudiantes y profesores de derecho de la UCLA participaron en un recorrido tóxico por Wilmington, CA, un vecindario predominantemente latino rodeado por el puerto de Los Ángeles, la industria pesada y un campo petrolero en 2019. (Crédito: Emmett Institute/flickr)
La contaminación y nuestra salud mental
Un campo poco investigado que explora la intersección entre la contaminación y la salud mental está ganando impulso a medida que aumentan las pruebas de que los contaminantes ambientales dañan todos los órganos de nuestro cuerpo, incluido el cerebro. Esta guía explora la ciencia emergente y ofrece soluciones para mejorar la salud mental frente a estos desafíos ambientales.
Contaminación del aire y salud mental
Vista de U.S. Steel Edgar Thompson Works en Braddock, Pensilvania, una fuente importante de contaminación atmosférica y climática en la región. (Crédito: Njaimeh Njie)
Según el Informe sobre el Estado del Aire de la Asociación Americana del Pulmón del 2021, aproximadamente cuatro de cada diez residentes en EE.UU. viven en condados con niveles insalubres de contaminación del aire. Pero lo que se considera "insalubre" se basa únicamente en cómo la contaminación afecta a la salud física, no a la mental.
Los científicos saben desde hace tiempo que la contaminación atmosférica daña los pulmones, provocando enfermedades como el asma y el cáncer de pulmón, y que también puede dañar el corazón. Sólo mucho más tarde, los investigadores descubrieron que la contaminación del aire también provoca cambios en el cerebro que aumentan los riesgos de enfermedades mentales, demencia, Alzheimer y problemas de aprendizaje. Incluso pequeños aumentos de la contaminación del aire se han relacionado con la depresión y la ansiedad.
Un amplio estudio realizado en el 2019 sobre personas de Dinamarca y Estados Unidos descubrió que las personas expuestas a altos niveles de contaminación del aire son mucho más propensas a sufrir una enfermedad psiquiátrica como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar o trastorno de la personalidad.
Investigaciones recientes indican que la exposición a la contaminación del aire en la infancia puede afectar negativamente a nuestra salud mental en la edad adulta, y vinculan los aumentos repentinos de la contaminación del aire con más visitas a las salas de emergencias por enfermedades mentales entre los niños.
Contaminación del agua y la salud mental
La contaminación del agua está asociada con una larga lista de problemas de salud física. Se sabe menos sobre el efecto de estos contaminantes en la salud mental. (Crédito: CDC/Unsplash)
Una gran cantidad de contaminantes puede acabar en el agua potable, y muchos sistemas de agua potable en Estados Unidos y en el mundo carecen de buenos sistemas para filtrarlos. Patógenos, pesticidas, fertilizantes, metales pesados como el arsénico, el mercurio y el plomo, y minerales radiactivos como el uranio están presentes en muchos sistemas de agua, y pueden tener efectos agudos o crónicos. Recientemente, también han salido a la luz pruebas sobre la presencia generalizada de las llamadas "sustancias químicas para siempre" en el agua: PFAS, o sustancias perfluoroalcalinas y polifluoroalcalinas.
Sabemos que estos contaminantes comunes del agua y otros están, en conjunto, asociados a una larga lista de dolencias, como el cáncer, los trastornos neurológicos, los problemas de aprendizaje, las enfermedades de la tiroides, los problemas inmunológicos, los problemas de fertilidad y de embarazo, y los defectos de nacimiento, por nombrar algunos. Sin embargo, los efectos de estos y otros contaminantes en la salud mental no han sido bien explorados, si es que se han hecho. Pero está surgiendo un conjunto de investigaciones sobre el impacto de un contaminante común, el plomo, en nuestra salud mental.
Se sabe desde hace décadas que la exposición al plomo en las primeras etapas de la vida puede causar problemas cognitivos y de aprendizaje en los niños. Ahora, los investigadores están reuniendo pruebas de que los niños expuestos al plomo son más propensos a sufrir depresión, esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos cuando llegan a ser adultos.
Una reciente revisión de la investigación científica encontró pruebas de que la exposición al plomo en la infancia es un factor de riesgo de trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos compulsivos, y de trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, el autismo y el síndrome de Tourette.
Un estudio a largo plazo realizado en Nueva Zelanda hizo un seguimiento de cientos de personas y descubrió que quienes estaban expuestos a niveles más altos de plomo cuando eran niños eran más propensos a experimentar síntomas de enfermedad mental cuando eran adultos, como comportamiento antisocial, trastornos alimentarios, depresión, ansiedad, estrés postraumático, abuso de sustancias, delirios y alucinaciones.
Según el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, entre el 2018 y el 2020 más de la mitad de la población estadounidense bebió agua de sistemas de agua potable con niveles de plomo superiores a 1 parte por billón (el nivel establecido por la Academia Americana de Pediatría para proteger a los niños del plomo en las fuentes de agua de las escuelas).
Otros contaminantes y trayectorias
El tráfico, la industria y la agricultura generan niveles elevados de contaminación del aire y el agua a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, entre San Diego y Tijuana. (Crédito: Wikipedia)
Los investigadores afirman que la mayor parte de las investigaciones sobre contaminación y salud mental se han centrado hasta ahora en la contaminación del aire y en metales pesados como el plomo. Los efectos sobre la salud mental de muchas otras categorías y vías de contaminantes, como los pesticidas en los alimentos y los plastificantes presentes en los juguetes y los productos de cuidado personal, como champús y lociones, siguen siendo en gran medida desconocidos.
Además, los científicos aún no saben mucho sobre los efectos sinérgicos de la exposición a múltiples contaminantes. Por ejemplo, si una familia bebe agua contaminada y además vive cerca de otras fuentes de contaminación, como una carretera con mucho tráfico, pozos de petróleo y gas, y campos agrícolas donde se utilizan pesticidas, ¿cómo podría la exposición combinada a estas fuentes de contaminación crear efectos nuevos o intensificados en la salud mental? Las incógnitas dejan a millones de personas en riesgo por una o más fuentes de contaminación.
Barreras para entender los efectos de la contaminación en la salud mental

Las brechas en los datos de atención médica dificultan que los investigadores investiguen los vínculos entre la contaminación y la salud mental. (Crédito: armymedicine.health.mil)
Avanzar en la investigación sobre los vínculos de la contaminación con la salud mental es un proceso lento y a menudo laborioso. Dado que el campo es tan nuevo, la financiación ha sido difícil de conseguir, y obtener acceso a los datos pertinentes plantea otro desafío. Los científicos han tenido que encontrar soluciones creativas, como utilizar los datos de salud mental disponibles de estudios anteriores o de sistemas de información sanitaria y cotejarlos con los datos de contaminación para encontrar relaciones.
En los EE. UU., existen grandes lagunas en los datos de atención médica disponibles, en parte debido a la falta de un sistema nacional integral de información de atención médica. En cambio, las compañías de seguros privadas y los sistemas de salud a menudo mantienen estos datos. Además, no todos los estados cuentan con sistemas sólidos para compilar y mantener los datos ambientales, lo que dificulta obtener una imagen completa.
Justicia ambiental y salud mental
La activista por la justicia ambiental Melanie Meade fuera de su casa en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)
Mientras los científicos siguen buscando respuestas, las comunidades expuestas a la contaminación siguen estando en peligro. Cada vez hay más pruebas que indican que las mismas comunidades que soportan una carga desproporcionada de problemas de salud física asociados a la contaminación también sufren mayores efectos en la salud mental.
La innovadora serie de EHN, Pollution's Mental Toll (El Costo Mental de la Contaminación), exploró cómo la contaminación afecta la salud mental, examinando varias comunidades del oeste de Pensilvania agobiadas por una variedad de industrias contaminantes. Nuestro reporte encontró que aquellos con el nivel más alto de contaminación del aire con frecuencia enfrentan otras dificultades que impactan negativamente en la salud mental --como la pobreza, el crimen y el racismo --y carecen de acceso a recursos de salud mental.
Las comunidades de color suelen ser las más afectadas. Según el Reporte sobre el estado del Estado, de la de la Asociación Americana del Pulmón, por ejemplo, las personas de color en Pensilvania tenían un 61 % más de probabilidades de vivir en un condado con un grado de contaminación "deficiente". Esto está lejos de ser exclusivo de una sola región.
Al mismo tiempo, existe una falta de conciencia de que la contaminación del aire puede aumentar la gravedad de las enfermedades mentales y, por tanto, incrementar sustancialmente las cargas sociales y financieras en las comunidades que ya luchan contra estos otros retos sociales y económicos. Los sistemas de salud mental no suelen ser conscientes de la relación entre la contaminación y las enfermedades mentales, por lo que no la tienen en cuenta en los diagnósticos y pierden oportunidades de ayudar a las personas a proteger su salud mental.
Posibles soluciones
Una niña camina cerca de su casa en la Nación Navajo en un área contaminada por la extracción de uranio en el pasado. Durante mucho tiempo, la comunidad ha expresado su preocupación por la afectación a la salud física y mental asociados con vivir cerca de desechos de uranio. (Crédito: Autumn Spanne)
En lo que respecta a la atención a la salud mental, los investigadores afirman que es necesario concienciar sobre estos vínculos y aumentar el acceso y la financiación de los servicios de salud mental en las comunidades desproporcionadamente afectadas por la contaminación. Otra prioridad es formar a los profesionales de la salud mental para que reconozcan los factores de riesgo ambiental de las enfermedades mentales.
Tal y como EHN destacó en nuestra serie, las agencias estatales y federales responsables de regular los contaminantes en nuestro aire y agua deben prestar atención a este campo emergente, considerar cómo estas sustancias afectan al cerebro de los niños y los adultos, y apoyar investigaciones adicionales que examinen la intersección entre la contaminación y la salud mental.
Los líderes políticos y los reguladores de todos los niveles también deberían reconocer las cargas desproporcionadas que soportan las comunidades de bajos ingresos y las personas de color, y tenerlo en cuenta en las decisiones sobre la aprobación y la regulación de los contaminantes para que la regulación y la aplicación sean equitativas.
Formas de actuar
El asesoramiento y la búsqueda de apoyo social uniéndose a otros para lograr cambios son formas de cuidar su salud mental. (Crédito: Edward Howell/ Unsplash)
A continuación se presentan formas de apoyar la salud mental y de impulsar soluciones a estos problemas, extraídas de Pollution’s Mental Toll (El Costo Mental de la Contaminación):
Cuida tu salud mental
Si necesita nuevas herramientas para apoyar su salud mental, no está solo. Hay recursos disponibles:
Encuentre un consejero cerca de usted
Actúa por un agua potable segura
Conozca qué contaminantes hay en su agua potable y póngase en contacto con la autoridad local del agua para solicitar mejoras.
Póngase en contacto con sus legisladores para hacerles saber que esta cuestión es importante para usted.
Conecte con los grupos nacionales que abogan por un agua potable más segura:
Tomar acción para un aire más limpio
Conéctese con estos grupos nacionales que abogan por un aire más limpio:
Asociación Americana del Pulmón
EarthJustice (Justicia por la Tierra)
Moms Clean Air Force (Fuerza de las Madres por el Aire Limpio)
Traducido del inglés al español por Katia Rodríguez
Fotografía del encabezado: Un chico a la ventana por Andrik Langfield/Unsplash
El glifosato, explicado
Desde que salió al mercado en 1974, el glifosato se ha utilizado para el control de las malas hierbas, como exfoliante para erradicar la vegetación no deseada y los cultivos ilegales, y como desecante de cultivos, una sustancia química que se aplica a los cultivos para secarlos más rápidamente antes de la cosecha.
¿Qué es el glifosato?
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo. Como herbicida no selectivo, mata la mayoría de las plantas. Los científicos relacionan ahora el glifosato con una serie de problemas en la salud humana, desde el cáncer y enfermedades neurológicas hasta disrupciónendocrina y defectos de nacimiento. Pero aún se desconoce la totalidad de los efectos del glifosato sobre la salud.
Este guía también está disponible en inglés
¿Para qué se utiliza el glifosato?
En la agricultura y la silvicultura se utilizan diversas formulaciones de herbicidas a base de glifosato, como el Roundup de Monsanto. Desde mediados de la década de 1990, su uso global ha aumentado dramáticamente, gracias a la introducción de cultivos modificados genéticamente "Roundup Ready", como el maíz, la soja, el algodón y la alfalfa, que resisten los daños del herbicida. Hoy en día, el Roundup y otros herbicidas a base de glifosato también se utilizan con frecuencia en el césped, los jardines, los parques y los recintos escolares para controlar las malas hierbas.
¿Dónde está el glifosato?
El glifosato no solo ingresa al cuerpo cuando entramos en contacto directo con él, sino también cuando respiramos, comemos y bebemos. (Credit: summerbl4ck/flickr)
El uso generalizado del glifosato lo hace ubicuo en el medio ambiente. Los investigadores lo han encontrado en nuestros alimentos, el suelo, el aire, las aguas subterráneas, las aguas superficiales como los lagos y los ríos, e incluso en el agua de lluvia. Esto significa que el glifosato no sólo entra en nuestro cuerpo cuando entramos en contacto directo con él, sino también cuando lo respiramos, comemos y bebemos.
A medida que el uso mundial de glifosato ha aumentado durante los últimos 25 años aproximadamente, la exposición humana a los herbicidas a base de glifosato también ha aumentado significativamente. Un estudio del 2017 reveló que la exposición humana al glifosato aumentó más de un 500 % en dos décadas.
¿Qué enfermedades produce el glifosato en los humanos?
Las investigaciones emergentes sugieren que el glifosato podría estar asociado con embarazos más cortos, lo que puede ser perjudicial para la salud materna y aumentar el riesgo de mortalidad infantil y problemas de aprendizaje en los niños. (Crédito: Anna Carolina Vieira Santos/flickr)
Recientes estudios de salud están generando llamados para un mayor escrutinio de la toxicidad del glifosato. Las investigaciones ahora vinculan el glifosato con problemas de salud que incluyen el cáncer, problemas reproductivos, enfermedades neurológicas como la ELA, disrupción endocrina y defectos de nacimiento.
Los investigadores también están comenzando a explorar los impactos potenciales del glifosato en el embarazo. Hallazgos emergentes sugieren que el glifosato podría estar asociado con embarazos más cortos. Los embarazos más cortos pueden ser perjudiciales para la salud materna y aumentar el riesgo de mortalidad infantil y problemas de aprendizaje a medida que los niños se desarrollan.
En el 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato como probable carcinógeno humano. Sin embargo, la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. ha sostenido durante mucho tiempo que el glifosato no representa ningún riesgo para la salud humana cuando se usa de acuerdo con las instrucciones del fabricante, un hallazgo criticado por muchos científicos.
Aunque la mayor parte de las investigaciones sanitarias sobre el glifosato se centran hasta la fecha en el cáncer, hay muchas cosas que la ciencia aún no sabe sobre sus otros impactos potenciales en la salud humana. Se necesita mucha más investigación para comprender toda la gama de efectos, cómo pueden diferir en niños y adultos, y el alcance de los impactos ambientales del glifosato. Destacados investigadores de la salud ambiental, entre ellos el científico jefe de la EHN, Pete Myers, han pedido una mayor investigación y un mejor control del glifosato en el agua, los alimentos y el cuerpo humano.
Además, los científicos han expresado su preocupación por los demás ingredientes de los herbicidas a base de glifosato. Si bien el glifosato es el ingrediente activo, las empresas no tienen que revelar públicamente otros productos químicos patentados en estas formulaciones herbicidas. En consecuencia, los reguladores e investigadores no pueden estudiar a fondo estas sustancias químicas "inertes" para determinar sus efectos sobre la salud, tanto solas como en combinación con otras. Algunos científicos y activistas quieren reformar el sistema regulador para que las empresas no puedan mantener en secreto estas sustancias químicas.
¿Por qué hay tantas demandas por glifosato en este momento?
Decenas de miles de demandas han sido presentadas por personas que afirman que el Roundup y otros herbicidas a base de glifosato les causaron cáncer. (Crédito: Mike Mozart/flickr)
La declaración de la Organización Mundial de la Salud del 2015 de que el glifosato probablemente causa cáncer abrió las puertas a los litigios. La empresa alemana Bayer A.G. compró Monsanto en el 2018, y se han presentado decenas de miles de demandas contra la empresa por parte de personas que afirman que Roundup y otros herbicidas a base de glifosato les causaron cáncer, especialmente linfoma no Hodgkin.
La mayoría de los demandantes en estos litigios trabajaban en empleos como la agricultura, el mantenimiento, el paisajismo y otras profesiones con un riesgo de exposición significativo, o utilizaban los productos a largo plazo en sus céspedes y jardines. Dicen que las empresas no advirtieron adecuadamente al público sobre los riesgos para la salud.
En el 2021, Bayer anunció que reemplazaría el glifosato en todos los productos de césped y jardín vendidos en los Estados Unidos para el 2023. La compañía dijo que la eliminación del glifosato de estos productos es "exclusivamente para gestionar el riesgo de litigio y no por ningún problema de seguridad", e indicó que no tiene planes de eliminar el glifosato de los productos del mercado profesional y agrícola en los EE. UU.
Un grupo que ha sido en gran medida excluido de las demandas por glifosato son los trabajadores agrícolas migrantes, que están en primera línea en lo que respecta a la exposición al glifosato. EHN descubrió que el miedo a las represalias y la falta de recursos legales y de estatus migratorio legal ha disminuido la capacidad de los trabajadores agrícolas migrantes para buscar justicia y compensación.
¿Dónde se utiliza más el glifosato?
El glifosato es el pesticida más utilizado en los cultivos agrícolas de Estados Unidos, según un análisis del 2019 realizado por el Midwest Center for Investigative Reporting. El Medio Oeste, California y Texas representan alrededor de tres cuartas partes del uso de glifosato en la agricultura de los Estados Unidos, y solo el Medio Oeste comprende dos tercios del uso total.
La popularidad del glifosato se debe en parte a que es eficaz y relativamente barato. Las versiones de bajo costo procedentes de China y otros países con normativas ambientales y sanitarias relativamente laxas inundaron el mercado cuando las patentes del glifosato expiraron en la década del 1990, haciéndolo aún más barato. Esto ayuda a explicar por qué su uso ha aumentado tan drásticamente en las últimas dos décadas. Pero algunos gobiernos locales, estatales y nacionales se oponen a esta tendencia.
¿Dónde está prohibido el glifosato?
El glifosato se ha prohibido o se prohibirá pronto en al menos 10 países, entre ellos México, Alemania, Arabia Saudí y Vietnam, y al menos otros 15 han restringido su uso, según la Human Rights Watch. Algunas ciudades y condados, como Los Ángeles, Seattle, Miami, Baltimore, Austin y Portland, han tomado medidas para restringir o prohibir el glifosato, como lo han hecho algunos estados.
¿Puede evitarse la exposición al glifosato?
Elegir alimentos orgánicos es una forma de limitar la exposición al glifosato. (Crédito: Open Grid Scheduler / Grid Engine/flickr)
Por desgracia, el glifosato es difícil de evitar. No podemos dejar de respirar, comer o beber agua.
Sin embargo, evitar los alimentos transgénicos y comer más alimentos orgánicos cuando sea posible puede ayudar. Elegir métodos no tóxicos para el control de las malas hierbas en el césped y el jardín también limita la exposición. Unirse a otros para prohibir los productos a base de glifosato (y otros plaguicidas) en las escuelas, los parques y su comunidad en general son otras formas eficaces de reducir la exposición local.
Formas de tomar acción contra el glifosato
Los campesinos de la región fronteriza entre Ecuador y Colombia expresan su preocupación por los impactos económicos y de salud de la fumigación aérea con glifosato. (Crédito: Cancillería del Ecuador)
- EHN ha estado informando sobre el glifosato desde que comenzamos hace 20 años. El seguimiento de nuestra cobertura de la legislación sobre el glifosato, los litigios y la investigación sobre la salud es una gran manera de mantenerse informado sobre los últimos acontecimientos. Consulte nuestro extenso archivo de artículos: Encontrará docenas de historias sobre el glifosato de EHN, así como de otras organizaciones de noticias prominentes. Todas las historias de EHN son libres de leer, compartir y volver a publicar con atribución.
- Póngase en contacto con los funcionarios del gobierno local y los representantes estatales y nacionales.
- Conéctese con otros residentes preocupados de su comunidad para compartir información y tomar medidas.
- A continuación se ofrecen algunos enlaces a organizaciones que hacen un seguimiento de los últimos datos científicos sobre el glifosato y que trabajan para que los reguladores, los políticos, las empresas y los empresarios sean responsables de la protección de la salud humana:
Herbicide Awareness and Research Project (Universidad de California, San Diego)
En español:
International Pollutants Elimination Network (IPEN)
Red Universitaria de Ambiente y Salud
Campaña Internacional Sin Maíz No Hay País
Traducido del inglés al español por Katia Rodríguez
Fotografía del encabezado: Aspersión de una cosecha por Chafer Machinery/flickr.